Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen II. William Nordling J.

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Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen II - William Nordling J. Razón Abierta

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I, 87.1 ad 3). No obstante, la unidad o identidad que consideramos aquí es la identidad de la sensación, como identidad sentida o experimentada, estructural o codificada, no ontológica. En otras palabras, la capacidad de sentir no se vuelve ontológicamente idéntica a la propiedad real (no son un solo ser o una sola entidad), sino que solo se experimentan como idénticas (Aristóteles, ca. 350 a. C./2000c, 425b27-28; Aquino, 1268/1994a, §590; Esfeld, 2000, p. 327). La semejanza que se imprime en el sentido, aunque permite que la capacidad sensorial se unifique con la propiedad sentida, tiene su propio estatus ontológico, como estructura o código interno, distinto de esa propiedad real: la propiedad sensible existe realmente en la naturaleza, mientras que su semejanza, impresa en la capacidad sensorial, depende de la ocurrencia del estímulo real para su existencia (Aquino, 1268/1994a, §553; Aquino, 1269/2005b, p. 156; Haldane, 1983, p. 235, Tellkamp, 2007, p. 276). Cuando los elementos exteriores de una propiedad sensible se replican en un sentido primario como un código interno, el modo de ser que tienen esos elementos como replicados difiere de su existencia en la realidad objetiva (Aquino, 1268/1994a, §418; Burnyeat, 2001, pp. 132-133). De esta manera, es útil tener en cuenta que «todo lo que se conoce se conoce bajo la forma del conocedor» (Aquino, 1273/1981, I, 14.1 ad 3). En términos realistas, el estímulo externo es la realidad misma. La sensación es un código interior de la realidad externa. En este contacto, la realidad del estímulo está presente en la sensación codificada.

      Asimismo, sigue siendo cierto que existe una verdadera unidad, estructuralmente codificada, que se produce entre la capacidad de los sentidos y la propiedad real de los sentidos. En otras palabras, los sentidos del cuerpo permiten conocer e interactuar con el mundo circundante, en su realidad. En el mismo momento de la sensación, la persona conoce la realidad presente, y la siente de tal manera que la experiencia cualitativa de esa sensación contiene en sí misma el contacto con la realidad. Es en este sentido como el presente enfoque para comprender las capacidades sensoriales y perceptivas ejemplifica un realismo filosófico. Si apelamos a los sucesos de ilusión o de identidad equivocada como motivos para dudar de la fiabilidad de los sentidos (véase Descartes, 1641/2000, p. 105), se podría reconsiderar que esos sucesos son más bien indicativos de un fracaso en el procesamiento humano de la sensación, a un nivel cognitivo superior, y no de un fracaso a nivel de la sensación. El hecho mismo de que una persona pueda llegar a reconocer que un juicio anterior es erróneo indica que tiene acceso a la realidad, lo que corrige su malentendido (para un análisis de esta observación como fundamento de un realismo científico, véase Popper, 1975, 1983; también Almeder, 1996). La realidad y la sensación de realidad son anteriores en el tiempo al pensamiento sobre la realidad.

      Pasamos ahora a considerar brevemente cada uno de los sentidos primarios. El sentido de la visión o vista es principalmente un sistema exteroceptivo, orientado a propiedades sensibles, que se encuentran fuera del cuerpo de la persona (Kolb y Whishaw, 2009, p. 213). La visión es receptiva de propiedades sensibles singulares o discretas (como el brillo de un objeto), así como de propiedades sensibles comunes (como la forma y el tamaño). Los datos del sentido visual pueden ser a veces interoceptivos, como cuando la manipulación física del ojo produce sensaciones visuales interiores (por ejemplo, la experiencia con fosfenos) o cuando se sufren alucinaciones visuales. Las sensaciones de la vista se procesan en la región de la corteza visual del lóbulo occipital (Goldstein, 2010, pp. 26, 74).

      El sentido del oído es también principalmente un sistema exteroceptivo, orientado a propiedades sensibles reales, que están fuera del cuerpo (Kolb y Whishaw, 2009, p. 213). El sentido del oído es receptivo a la propiedad discreta sensible del sonido, incluyendo cualidades auditivas como la estridencia o su contrario. Los sonidos pueden describirse en función de su tono, intensidad y timbre (Goldstein, 2010, pp. 264-268). El sentido del oído también puede ser a veces interoceptivo, como cuando se oye el desplazamiento del fluido interior (por ejemplo, en la trompa de Eustaquio), o como cuando se experimenta una transducción anómala (como en la patología del tinnitus —véase Bear, Connors y Paradiso, 2007, p. 376), o se experimentan alucinaciones auditivas, a veces precipitadas por las drogas, o por psicopatologías graves. Las sensaciones auditivas se procesan en la corteza auditiva, que se encuentra situada en el lóbulo temporal del cerebro (Goldstein, 2010, p. 26, pp. 280-281).

      El sentido del olfato es receptivo a la propiedad sensible discreta del olor o del aroma, incluidas otras características asociadas como la acritud o la nocividad. Las sensaciones relacionadas con los olores se basan en el encuentro con partículas diminutas de la cosa sentida; estas se procesan en los cortex olfatorios (Goldstein, 2010, p. 364). Mientras tanto, las sensaciones relacionadas con el gusto —también basadas en pequeñas partículas de lo que se degusta— se reciben en el núcleo solitario (SN), situado en el tronco cerebral, y a continuación se transmiten al tálamo y se procesan en el lóbulo frontal del cerebro (Goldstein, 2010, pp. 368-367). El olor y el sabor están íntimamente interconectados.

      La capacidad sensorial táctil o tacto es el sentido más penetrante y básico, y es común a todos los animales (Aquino, 1273/1981, I, 91.1 ad 3; Ashley, 2013b, p. 155; Goldstein, 2010; Kolb y Whishaw, 2009). Dado que esta capacidad sensorial se extiende a lo largo de todo el sistema nervioso, e incluye múltiples receptores en toda la piel, a veces se denomina también «sentido cutáneo» o «sistema cutáneo» (Goldstein, 2010, pp. 329 a 352). El sentido del tacto o hapsis (que implica sensaciones táctiles de presión y densidad) es solo una modalidad de este sistema multifacético, que también incluye la nociocepción (la sensación de dolor o de temperaturas incómodas) (Kolb y Whishaw, 2009, p. 213). El mismo sistema sensorial incluye asimismo el sentido propioceptivo de la persona, que implica la consciencia corporal general y la sensación de posición corporal en el espacio (Goldstein, 2010, p. 330). El tacto es único entre los cinco sentidos primarios, en el sentido de que responde a más de un tipo discreto de propiedades sensibles (por ejemplo, por medio del tacto percibimos tanto la presión como la temperatura) (Aquino, 1268/1994a, §384; Macdonald, 2007, p. 346). Las sensaciones táctiles se procesan en la corteza sensorial somática, situada en el lóbulo parietal del cerebro (Goldstein, 2010, p. 26; Ashley, 2013b, p. 155).

      PERCEPCIONES DE ORDEN SUPERIOR O COGNICIONES

      A continuación pasaremos del debate de la consideración de la sensación al tema de las percepciones. Las palabras «sensación» y «percepción» se utilizan a veces como sinónimos (véase, por ejemplo, Aquino, 1273/1981, I, 78.3 ad 3 y 91.1 ad 3; III Supp., 92.2 ad 7). Pero las dos palabras también pueden distinguirse. Las capacidades perceptivas de orden superior incluyen la capacidad sintética (consciencia básica o conocimiento), la imaginación, la memoria y una capacidad básica de evaluación. La capacidad sintética consiste en una capacidad perceptiva de orden superior que diferencia y clasifica las impresiones sensoriales individuales recibidas a través de los sentidos primarios y también aprehende cosas enteras, personas enteras, etc. La imaginación es una capacidad perceptiva que almacena estas impresiones (Aquino, 1266/2005c, q. 13). La memoria es una capacidad perceptiva que recuerda las impresiones almacenadas (Aquino, 1266/2005c, q. 13). Por último, la capacidad de evaluación elemental es una capacidad perceptiva que reconoce las cosas y personas individuales, y también las evalúa (por ejemplo, en términos de daño potencial o utilidad. Muchos animales tienen un tipo de capacidad similar) (Aquino, 1266/2005c, q. 13). Las capacidades perceptivas de orden superior procesan y evalúan los datos sensoriales que se reciben de los cinco sentidos primarios (Aquino, 1273/1981, I, 78.4; Ashley, 2013b, pp. 158-173). A continuación examinaremos cada una de estas capacidades perceptivas de orden superior. Al igual que en el caso anterior sobre el tratamiento de los sentidos primarios, también consideraremos brevemente las investigaciones actuales en neurociencia para complementar nuestra investigación filosófica.

      CAPACIDAD DE SÍNTESIS

      Nuestra primera capacidad perceptiva de orden superior es la capacidad sintética, que incluye, a través de su funcionamiento, la consciencia del objeto percibido. Esta capacidad permite a las personas, y a numerosos animales, interactuar con un objeto en su plena totalidad, como podría ser un rostro humano,

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