Luchas inmediatas. Gavin G. Smith
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No es difícil ver dónde se introduce insidiosamente el elemento corporativo en este programa neoliberal, por otra parte clásico. Pero ¿qué es un «cuerpo corporativo político global» con el que uno se puede identificar suficientemente bien como para observar sus aportaciones y sus ganancias? Ciertamente no es la pertenencia a un tipo neoliberal de estado, como se puede deducir de todo lo que hemos dicho antes; aún menos la extensa e impersonal Unión Europea. En este caso, las regiones se convierten en clave. La reelaboración de la relación entre trabajo y posesión de la propiedad en términos de capital humano se basa en concepciones muy particulares de la responsabilidad personal que van unidas a la redelimitación de los caminos de participación en el proyecto social más amplio. Con las intervenciones apropiadas de los intelectuales, las regiones ofrecen el tipo de escala local que permite a los miembros verificar el retorno de la inversión (de capital humano), mientras que a la vez se mide esa participación en términos económicos más que políticos. Por otra parte, como se puede dar cada vez más una forma reconocible a las economías regionales, por ejemplo mediante la alusión a las características positivas distintivas de la cultura local, se puede alcanzar una identificación mayor del trabajador emprendedor neoliberal con el enriquecimiento de una unidad social identificable –la región y su capital social–, aunque al precio de rediseñar las condiciones de pertenencia social.
ESTRUCTURA DE ESTE LIBRO
En este capítulo hemos tomado un camino selectivo y esquemático –desde la interfaz coercitiva de la posguerra civil mediante una economía en la sombra hasta el establecimiento de programas de desarrollo regional dentro de la doctrina neoliberal– no tanto para afirmar una verdad como para ilustrar cómo la etnografía histórica puede plantear ciertas preguntas. La mayor parte de lo que queda de este libro difiere bastante de esta vía esquemática. Existen muchas historias entrecruzadas que tienen que tratarse. Existen curvas y callejones sin salida a lo largo de los diferentes caminos que tomamos que desmienten la posibilidad de una historia única tan central tanto para el gobierno español actual como para el proyecto de construcción de una Unión Europea coherente en el futuro. Cuando se persiguen estos proyectos por medio de concepciones corporativistas neoliberales, se obtiene una historia políticamente vacía.
Con todo, seguramente es difícil negar la importancia de las diferencias de clase en lo que hemos estado discutiendo, y si aceptamos el concepto de clase tenemos también que aceptar los hechos de expropiación inherentes a las relaciones capitalistas de producción. Y esto a su vez hace difícil aceptar una imagen de la dinámica social que niega la importancia del conflicto. Por tanto, existe una conexión, por una parte, entre el modo en el que tiene lugar la expropiación y el modo en el que la sociedad es regulada y, por otra parte, entre el modo como las personas piensan sobre sí mismas como sujetos sociales y, en consecuencia, las posibilidades para la praxis.
En el capítulo 1 exploramos el espacio regional como emplazamiento histórico. Este emerge menos como territorio delimitado y más como una serie de campos de fuerza tales que cualquier lugar concreto –nos hemos centrado en el pueblo de Catral– parece estar en la intersección de varias corrientes históricas, sean estas las familias rurales relativamente poco polarizadas del vecino Dolores, las comunidades altamente polarizadas más cercanas a la antigua ciudad de Orihuela o las manufacturas de Callosa, Elche o Crevillente. Lo que emerge no es tanto un mapa claramente demarcado como un conjunto de caminos que se entrecruzan y de paisajes inestables en el tiempo.
Pasando del espacio a las relaciones sociales, encontramos otra historia de variación: conjuntos de vínculos sociales que tenían fuerza en un escenario, pero que en sus resultados reales generaron combinaciones mal trabadas, de manera que la estabilidad de una estructura era socavada precisamente por su disposición próxima a otra. Los regadíos no se extienden homogéneamente por la zona, sino que están salpicados de tierras yermas de monte bajo (saladares). La riqueza de la agricultura intensiva al principio parece ofrecer una ecología para el autoabastecimiento, pero enseguida vemos que hay que situarla en las cambiantes demandas internacionales de una agricultura comercial: las vides desplazan una cosecha de patatas, el sediento cáñamo se bebe el agua del trigo, etc. Lejos de ofrecer el tipo de emplazamiento claramente particular que pudiera conducir a una etnografía bien ordenada, nos enfrentamos con un tipo de incoherencia, una suerte de espacio sin lugar cruzado por los múltiples caminos de las discontinuidades históricas.
El capítulo 2 se sitúa en los años cuarenta y cincuenta. Quizá como resultado de la larga fascinación inglesa por la Guerra Civil española (véanse especialmente Thomas, 1977; Fraser, 1979), Gavin esperaba hacer el vistoso descubrimiento ocasional sobre el periodo; Susana, como viene de una generación que había cuestionado las apariencias del pasado español, esperaba igualmente la revelación fortuita. Ninguno de los dos estábamos preparados para la «totalidad» de aquel periodo terrible. Para algunos, este periodo de la posguerra civil representaba el final de una era; para otros, un periodo de oportunidad frenética; para otros, un periodo de hambre y miedo, y todos estos niveles se superponían entre sí. Se aprehendió el periodo en la extraña trinidad de la represión personalizada, la economía sumergida y la abundancia ambigua del cultivo y procesamiento del cáñamo. Algunos de los personajes, como los terratenientes de antaño o la imagen del comerciante corrupto, se hacían rápida y fácilmente visibles para el investigador de fuera. Otros no. El mundo del trabajador dependiente y el mundo casi inverso del ex republicano excluido eran más difíciles de indagar. Como veremos más adelante en el capítulo 7, estas clases de oscurecimientos y distorsiones del espejo retrovisor, con el aliento de la «versión oficial», fueron reproducidas en la forma que tomó la cultura política contemporánea.
En los capítulos 3 y 4 cambiamos la escala de la zona y el municipio al mundo cotidiano de la relaciones interpersonales y las prácticas de la gente corriente. Al hacerlo, nos dimos cuenta que un componente crucial de la regulación social tenía que ver con el movimiento y su negación. Era la propia naturaleza de las dependencias sociales y la ausencia de tales dependencias lo que hacía realidad el lugar. Y lo que daba su patrón de oro a este tipo de regulación era la inseguridad; sin la presencia perpetua de la incertidumbre en medio de la escasez, la regulación habría perdido su influencia esencial. Ello significó que, a la incertidumbre natural del clima y la volatilidad de la economía comercial, se añadió una política de inseguridad intencionada que se sintió (de nuevo útilmente) de manera desigual tanto cuantitativamente como cualitativamente. Intentamos mostrar que el engastamiento de la dependencia, por una parte, y la agotadora búsqueda de nichos de oportunidad, por otra, se componían simultáneamente de las condiciones estructurales que situaban a una persona o familia en un tiempo concreto y de la capacidad de acción inherente al carácter cada persona.
La segunda parte nos trae al presente (o al pasado reciente). En los capítulos 5 y 6 observamos cómo estas trayectorias múltiples y los patrones que se despliegan para originar diferentes tipos de sujeto social –diferentes nociones de autoconciencia socialmente recíprocas– producen la flexibilidad, autoexplotación, explotación intrafamiliar y explotación social más amplia, que hace posible la economía regional actual y su reproducción.
En el capítulo 5 dirigimos la mirada a figuras emprendedoras menores y, al hacerlo, cubrimos la transición del área desde una economía predominantemente agrícola en la que las manufacturas y los servicios jugaban papeles complementarios importantes a una economía en la que la industria empieza a ocupar el centro de gravedad. En el capítulo 6, introducimos la amplia variedad de actores que se entremezclan en las industrias «flexibles» contemporáneas de la comarca. Creemos que