Nosotros los anarquistas. Stuart Christie
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[2] Entrevista a Progreso Fernández: «Anarquismo en el mundo», Bicicleta, núm. 11, Barcelona, 1977.
[3] Edgar Rodrigues: A resistencia anarco-sindicalista a dittadura: Portugal 1922-1939, 1981, p. 238.
[4] Ibíd, p. 242.
[5] Paul Preston: The Coming of the Spanish Civil War, Londres, 1978, p. 9.
[6] José Llop: El movimiento..., op. cit., p. 295.
V. OBJETIVOS FUNDACIONALES
La raison d’être de la reunión era agrupar formalmente en una asociación peninsular a los grupos de afinidad anarquista de las tres organizaciones originales, a los exiliados y a los grupos anarquistas dispersos de la península Ibérica –la Federación Nacional de Grupos Anarquistas de España, la Federación de Grupos Anarquistas Hispanohablantes de Francia y la Unión Anarquista Portuguesa; y propagar las ideas anarquistas entre la gente. Pero lo más importante de todo para la mayoría de los asistentes era la necesidad de promover la visión de la sociedad del comunismo libertario a través de la CNT, el organismo original al que la mayoría de los presentes en la reunión pertenecían, y defender sus principios de acción directa y antipolíticos de la amenaza reformista planteada por líderes del sindicato como Pestaña.
Aunque no hay ninguna referencia directa en las actas de la Conferencia de Valencia, las prisas con que se fundó la FAI, en poco más de un año a partir de las discusiones iniciales, reflejan la inquietud con que los activistas de la CNT que fundaron la FAI veían las declaraciones realizadas en público y en privado, y en definitiva, las intenciones de los reformistas, particularmente las del Comité Regional Catalán de la CNT. En enero del año anterior, veintidós conocidos dirigentes de la CNT catalana, liderados por Ángel Pestaña, publicaron un comunicado en el periódico Vida Sindical en que pedían la legalización y reorganización de la CNT.
La tesis de que la FAI fue una conspiración de la elite anarquista para dominar y controlar a la CNT, tal como algunos historiadores han sugerido, no se sostiene.[1] La cronología de los sucesos previos a julio de 1927 indican, en cambio, que la FAI se desarrolló como respuesta directa de los militantes de base a las maniobras de la directiva nacional de la CNT para tumbar los objetivos revolucionarios y la constitución de la CNT, aprobados en el congreso nacional de 1919 y ratificados en el Congreso de Zaragoza de 1922. Los militantes de la CNT que crearon la FAI en 1927, no tenían la necesidad de «introducirse» ni de hacerse con el poder del todavía clandestino y disperso sindicato; eran el alma de la Confederación.[2] Fueron sus ideas las que predominaban en la mayoría de los cuadros confederales, si no en todos, que habían preservado a la organización durante los años de clandestinidad. Su único objetivo con relación a la Confederación era evitar que la secuestrara ningún partido político, ni agrupación corporativista, socialista o comunista, y la convirtieran en un sindicato meramente económico comprometido con el trabajo en el marco de los parámetros legalmente definidos y fijados por el estado y el capitalismo.
La acusación de que la FAI se había montado para «reunir a un núcleo de ardientes y resueltos revolucionarios que inspirarían y controlarían a todo el movimiento», fue calificada de totalmente falsa por el miembro fundador Progreso Fernández, que opinaba que nunca hubo peligro de que la CNT cayese en la trampa del revisionismo.[3]
El único problema era que se intentaba legalizar a la CNT para competir con la UGT, –y añadía–, tampoco se puede decir que la FAI se crease para preservar la pureza ideológica de la CNT. Por supuesto, es posible que en determinadas regiones como Cataluña, el papel de la FAI fuera concebido así, pero no fue el caso de Valencia.[4]
A pesar de que Fernández afirmara lo contrario, parece ser que hay po cas dudas de que la FAI confiaba en poder revitalizar a la CNT, una estrategia que implicaba combatir el reformismo.
Otro indicador de que la FAI no se fundó para crear una organización homogénea y cohesionada que controlase a la CNT, ni siquiera a sus propios afiliados, se refleja en el hecho de que lo más cercano a una declaración pública de objetivos y principios fue el manifiesto «A todos» publicado por el Comité de Relaciones Anarquistas antes de su fundación formal. La coordinación de la oposición a la dictadura y la creación de un foco de difusión de propaganda anarquista eran cuestiones que obviamente había que discutir, pero los diferentes grupos de cada región tenían libertad para luchar por sus prioridades del modo que considerasen más adecuado a sus capacidades.
En opinión de Progreso Fernández, los objetivos de la FAI eran:
Combatir la dictadura, siempre que fuera posible. Sin perder de vista el futuro inmediato y lejano, usar la propaganda para propagar el anarquismo –a través de los periódicos y de las escuelas racionalistas. Defendimos un movimiento sindical de inclinaciones anarquistas, lo que ahora se conoce como anarcosindicalismo. Pensábamos que el colaboracionismo de clase había fracasado: lo que debíamos hacer era trabajar por la unidad anarquista.[5]
Las actas de la Conferencia de Valencia muestran con claridad que la principal preocupación de la mayoría de los delegados era garantizar que los principios libertarios fijados en el Congreso de Saint Imier en 1872 predominaban como referentes del sindicalismo español. Esa visión del papel de los sindicatos estaba totalmente reñida con el concepto gradualista de mejorar los valores de la clase obrera y las condiciones laborales mediante la armonía de las clases sociales:
Habiendo comprendido que la armonía entre las clases es imposible, y que el sindicalismo, al buscarla, ha fracasado, debemos procurar la unidad anarquista. La organización sindical no sólo ha de beneficiar a la clase obrera, debe trabajar por su emancipación. Puesto que eso sólo es posible en la acracia, debería hacerse mediante el anarquismo. La organización de la clase obrera debería volver a lo que era antes de la disolución de la FRE.[6]
Gran parte de la primera sesión de la Conferencia de Valencia consistió en determinar qué grupos reunían los requisitos para afiliarse a la FAI. ¿Podrían afiliarse, por ejemplo, grupos de intereses especiales como los naturistas, los vegetarianos, los esperantistas, etc.? El consenso fue que lo único que podía exigirse a cualquier grupo que desease entrar en la FAI era el compromiso de buscar la unidad de acción con los otros grupos en la lucha por la liberación social.
En cuanto al papel de los anarquistas en su simbiótica relación con la CNT, los delegados acordaron por unanimidad la necesidad de revitalizar al sindicato, paralizado como organismo nacional en 1924 por una decisión algo arbitraria del Comité Nacional, y de ratificar al anarquismo como fuente de inspiración y organización de la Confederación.
Según José Llop, uno de los delegados de la Federación Nacional de Grupos Anarquistas de España en la reunión de Valencia, la única función de la FAI, al menos para él, era garantizar la presencia anarquista en los sindicatos.
En la conferencia, los grupos se organizaron de modo que los problemas sindicales se abordaron fusionando los diferentes