Panteón. Jorg Rupke
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[38] Esta interpretación se basa en Mauss, 1925.
[39] Véase p.e., Beijer, 1991.
[40] Para el ajuar funerario véase Laneri, 2007, 2011; Rieger, 2016.
[41] Zuchtriegel 2012, p. 235; sobre el templo en p. 259.
[42] Ibid., p. 269.
[43] Di Giuseppe y Serlorenzi, 2010.
[44] Luckmann, 1991.
[45] Comella, 1981 y 2005d.
[46] Cfr. para el Imperio, Rüpke y Woolf, 2013b.
[47] Van Rossenberg, 2005, p. 90.
[48] Wilkens, 2002, 2012, pp. 75-76.
[49] Agradezco este apunte a Julie Casteigt, investigadora del Max Weber Center.
[50] Gilman et al., 1981. El ajuar funerario se interpreta de esta manera; p.e., el depósito de armas como marca de un cambio en la homogeneidad social en Vulci (Cherici, 2005); véase también Putz, 1998.
[51] Aquí sigo la interpretación de Smith, 2005, pp. 76-77, aplicable a Roma (p. 78).
[52] Wilkens, 2012, pp. 57.
[53] Bartolini, 2013, p. 80.
[54] Van Rossenberg, 2005, p. 88.
[55] Pettitt, 2011.
[56] Buranelli, 1983, p. 117; la cronología está sometida a debate aún.
[57] Sgubini y Ricciardi, 2005, p. 526. Tabolli, 2013 establecía las temperaturas de la cremación entre los 600 y los 700 grados para Faliscan Narce en los siglos VII y VIII a.C.
[58] Van Rossenberg, 2005, p. 87.
[59] Cfr. Van Rossenberg, 2005, p. 87, y, de manera más general sobre las estrategias para la demarcación del espacio religioso en esta época, Van Dommelen, Gerritsen y Knapp, 2005; cfr. para Siria en el tercer milenio a.C., Porter, 2008. Sobre las formas de la necrópolis a lo largo de un periodo limitado en Tarquinia, véase Buranelli, 1983, p. 117.
[60] Para Tarquinia véase Steingräber, 1985a, p. 74.
[61] Para Orvieto, Prayon, 1975, p. 179; para Cerveteri, Izzet, 2007, p. 117.
[62] Marín Ceballos, Belén, 2005; Ridgway, 2000a, 2000b; Prayon, 2000.
[63] Colonna, 2000, pp. 258-259, registra esas diferencias entre las ciudades vecinas de Caere, Populonie, y Vetulonia en lo que respecta al acceso a las sepulturas y a la frecuencia y duración de los túmulos. Véase también Steingräber, 1985b, p. 35, con respecto a la orientación de las tumbas.
[64] Cuozzo, 2005.
[65] Smith, 2006, p. 145; sobre los problemas, por ejemplo, para identificar clientes: D’Agostino, 2005. En general Laneri, 2007, pp. 9-10.
[66] Rüpke, 2012b.
[67] Carroll, 2006; Carroll, Rempel y Drinkwater, 2011; Hope y Huskinson, 2011.
[68] Sobre la importancia de esta fase, Laneri, 2011, pp. 28-29.
[69] Croucher, 2012.
[70] Van Rossenberg, 2005, p. 88. Para una posible práctica en el siglo VI a.C. en Cortona de exponer el cadáver en un túmulo funerario, véase Prayon, 2010, p. 77.
[71] Kleibrink, 2000, p. 453.
[72] Zuchtriegel, 2012, p. 241.
[73] de Grummond, 2006; Radke, 1970, 1979.
[74] Pfiffig, 1975, pp. 240, 260, 277.
[75] Maggiani, 1997, pp. 431-432; Pfiffig, 1975, pp. 24; grupos de lengua estables: Renfrew, 1993, p. 48.
[76] Rüpke, 2012d. Sobre el concepto de apropiación que maneja de Certeau véase Füssel, 2006 y de Certeau, 2007.
[77] Descrito en el caso de Veyes por Maggiani, 1997, pp. 433-444.
[78] Lorusso y Affuso, 2008.
[79] Para una forma especialmente sofisticada de estas vasijas de bronces llamadas situla, cfr. Wamers et al., 2011, pp. 63-66. Sobre las figuras de bronce etruscas de los siglos VIII y VII a.C. véase Marchesi, 2011.
[80] Prayon, 1998a, Prayon, 2004b. No obstante, en algunos lugares había ejemplos aislados, p.e., los Gigantes de Mont’e Prama (siglos IX y VIII a.C.) o los menhires de Lunigiana desde el