Prietas las filas. José Ignacio Cruz Orozco

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Prietas las filas - José Ignacio Cruz Orozco Història i Memòria del Franquisme

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previa, ni tampoco aportaban una organización más o menos sólida, y además existían otras alternativas que sí podían presentar alguno de esos avales, la cuestión surge de inmediato. ¿Cuáles fueron las razones que llevaron a otorgar a la Falange el protagonismo fundamental de la política de juventud frente a las restantes opciones? Se trata de una cuestión esencial que, si se responde con cierto detalle, permite comprender más cabalmente tanto señalados factores externos que la condicionaron con intensidad como importantes elementos internos. Una referencia más que anima a contemplar con detalle ese proceso fundacional es que no se trató de una decisión con escaso recorrido. Todo lo contrario, no debe olvidarse que durante casi cuatro décadas –toda la duración del régimen franquista– la política de juventud estuvo siempre bajo la responsabilidad de los grupos falangistas.

      Volviendo al inicial planteamiento sobre las razones por las que estos asumieron esa parcela en concreto, un primer factor que hay que contemplar nos lleva a la situación política interna. Más concretamente, a la correlación de intereses entre las fuerzas franquistas. A pesar de que al comienzo de la Guerra sumaban escasos militantes, los falangistas se habían destacado en los primeros meses de la contienda, promoviendo numerosas iniciativas de movilización en pro de la «causa nacional». Tanto en el frente de batalla como en retaguardia, muchos hombres y bastantes mujeres encuadrados en la militancia falangista apoyaban el esfuerzo bélico de muy diferentes maneras. Milicias, servicios de apoyo en el frente y en la retaguardia, actividades de propaganda y movilización, organizadas todas ellas por la Falange, se multiplicaban por doquier. No cabe la menor duda de que su contribución destacaba entre los distintos grupos que integraban la «España nacional», hasta llegar a constituir un elemento identitario de primer orden.

      Desde una perspectiva más institucional, tal movilización se correspondía con la política que el general Franco y Serrano Suñer, su principal consejero en esa etapa, impulsaban desde inicios de 1937. Esta se orientaba claramente hacia los modelos fascista italiano y nacionalsocialista alemán y, en consecuencia, otorgaba una destacada preferencia al ideario nacionalsindicalista de la Falange. Precisamente, un resultado directo de esos planteamientos fue el decreto de unificación de abril de 1937, cuya aplicación supuso para esta situarse en una posición de ventaja en el aparato políticoadministrativo que se estaba construyendo.

      Todo ese cúmulo de consideraciones supuso que el encuadramiento en la Falange y la identificación con el ideario nacionalsindicalista, fueran percibidos por amplios sectores sociales, tanto de jóvenes como de adultos y al igual que había ocurrido con otros movimientos fascistas en diversas naciones europeas, como una propuesta más actual, innovadora, y en el fondo más atractiva, que las que representaban las entidades juveniles de otros grupos y partidos apegados a programas y pautas de actuación mucho más antiguos y conocidos.

      Por último, también debe considerarse que si los falangistas no habían destacado por su interés hacia los procesos de socialización de los jóvenes, en cambio contaron con un elemento bien significativo a su favor. Se trató de un factor de rango diferente a los enumerados hasta el momento, pero que

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