Siete Planetas. Massimo Longo

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Siete Planetas - Massimo Longo

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claro que deseas ayudarnos —señaló Ulica—, de lo contrario no nos habrías traído hasta aquí. La pregunta es cómo.

      —No tengas prisa, mi apreciada Ulica, he esperado tanto tiempo este momento; hace trescientos años que no hablo con nadie, no me quites el privilegio de la conversación. El tiempo es una dimensión de los vivos, no de la Kirvir. Después de todo, la decisión de traeros aquí ha sido largamente ponderada.

      —Pero nosotros vivimos en nuestro tiempo y tenemos una responsabilidad sobre otros como nosotros. La guerra es inminente —afirmó Xam.

      —Os quedaréis aquí cuanto haga falta si es que queréis respuestas a vuestras preguntas. No depende de mí, La Kirvir decidirá el tiempo necesario para mostraros el camino.

      A los tetramir les había parecido que solo habían pasado unos minutos, cuando vieron a Zaira aparecer por un largo pasillo de luz.

      Xam caminó rápidamente hacia ella tratando de ocultar sus emociones.

      —¿Cómo estás? —le preguntó.

      —¿Qué ha pasado? —preguntó Zaira.

      —Te hirieron, ¿lo recuerdas? —dijo Xam ofreciéndole el brazo para que se sujetara a él.

      —Estoy bien, no te preocupes —le tranquilizó la oriana aceptando su ayuda—. Lo recuerdo, pero ¿dónde estamos?

      —Estamos en el monasterio, en la isla flotante.

      —¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

      —Tu gesto de sacrificio ha conmovido al monje quien nos ha transportado a la isla con la ayuda de un remolino de viento.

      —Luego, Xam te ha traído en brazos hasta el monasterio —añadió Ulica.

      —Gracias —respondió Zaira fijando sus ojos en los de Xam, quien los bajó avergonzado—. Tengo la sensación de que han pasado meses desde la herida en la espalda.

      —Así es —intervino Rimei —te hemos llevado y cuidado en la cámara del tiempo para que tu recuperación se acelere. Simplemente te sentirás unos meses más vieja.

      —Gracias —dijo Zaira, quien siempre había sido de pocas palabras.

      Ulica tomó la palabra:

      —Cuéntanos más sobre la Kirvir, es decir, sobre la energía que se desencadena durante las alineaciones, nos gustaría utilizarla en nuestro provecho y evitar así las guerras de conquista que se desatan durante esos periodos.

      —Manipular la Kirvir es difícil, pero antes de hablarte de eso, debo hablaros sobre ciertos sabios —prosiguió el monje—, sabios que, como vosotros, también buscaban la paz. Se reunieron para entender su funcionamiento. Cada uno de ellos conocía un detalle del secreto y, gracias a la unión de sus fuerzas, consiguieron reconstruir el comportamiento de los fenómenos a través de los que se manifiesta transcribiéndolos en un pergamino.

      En ese momento, Xam, asombrado, le preguntó:

      —Entonces, el pergamino en sí, ¿no posee ningún poder?

      —Así es —continuó Rimei—, pero es imprescindible conocerlo para manipular la Kirvir. Lo que es indispensable, en cambio, es el ser que pueda encauzarla. Ha estado ahí desde el inicio de los tiempos, su esencia es tenue e inconsciente, nada puede destruirlo, puede desvanecerse y volver a nacer, y tiende a respaldarse en un guardián. Se le conoce como Tersal. Existen, además, seis objetos que interactúan con el ser. La razón por la que la Kirvir es tan poderosa durante las alineaciones es por la proximidad de todos estos elementos al Tersal.

      Los sabios se pusieron a buscar estos objetos, que se encontraban en seis de los planetas del sistema solar. Una vez localizados, los sabios trataron de convertir en realidad lo que habían documentado en el pergamino, pero se lo impidió una de las más terribles guerras de alineación desatadas en aquella época. Así pues, tras comprobar que no podrían reunirlos, cada uno de ellos escondió el objeto que poseía en su propio planeta para evitar que cayera en manos del enemigo. Como sabéis, cíclicamente, algunos,o todos, los planetas de nuestro sistema solar, al recorrer sus órbitas, pueden acabar alineados, ya sean alineaciones parciales o totales. Cuantos más planetas estén implicados, mayor será la influencia de la Kirvir, provocando extraños fenómenos físicos y afectando a la estabilidad emocional de sus habitantes. Por supuesto, todo esto alcanza su punto culminante con una alineación total. La proximidad de los planetas, asociada a estos fenómenos, ha alterado los ánimos en diversas ocasiones y ha desencadenado guerras entre razas. Con el paso del tiempo, la conciencia de muchos de los pueblos ha evolucionado y han madurado los conceptos de paz y estabilidad, así como el derecho de cada raza a vivir según sus propias costumbres y tradiciones. Esto propició el nacimiento de la Coalición que vosotros representáis. En este momento, solo quedan fuera Carimea y Medusa: uno porque está poblado por depredadores, el otro porque está en manos de una raza codiciosa que ha forjado su prosperidad sobre la sangre y la explotación.

      —¿Dónde se encuentra el pergamino? —preguntó Ulica.

       —No sé dónde está, pero puedo decirte quién fue su último propietario, su nombre es Wof.

      —¿Wof? ¿El héroe del Sexto Planeta? —preguntó Xam.

      —Sí.

      —¿Lo conoces personalmente? —preguntó Ulica, dirigiéndose a Xam.

      —Era mi comandante cuando empecé a combatir. Fue capturado durante una de las batallas más épicas; consiguió, con unos pocos hombres, retener estratégicamente a las fuerzas de los anic permitiendo que nuestros ejércitos pudieran reposicionarse y acabar ganando una guerra que parecía perdida.

      —La información más reciente indica que se encuentra en la luna de Enas —apuntó Ulica—. Esperemos que siga allí, Ruegra lo transfiere con regularidad para evitar su liberación. Fue uno de sus peores adversarios.

      —No será fácil liberarlo —comentó Zaira.

      —¿Qué más puedes decirnos sobre el Ser? —preguntó Ulica.

      —No sé dónde se encuentra el Tersal. Esa información se os revelará durante vuestra estancia en la isla si vuestros corazones son puros, pero puedo daros ciertas indicaciones sobre los objetos: son de uso común. Dentro de cada uno de ellos se encuentra incrustada una piedra, estas piedras provienen de una gran gema que constituía la Kirvir en todo su poder. Esta fue dividida al principio de los tiempos para evitar que una concentración tan grande de poder pudiera acabar en manos de una sola persona. Cada uno de ellos fue objeto de veneración hace ya mucho tiempo. Al no profundizar en el conocimiento de sus verdaderos poderes, que variaban o se desvanecían según la proximidad o la distancia entre los planetas, fueron cayendo en el olvido con en el paso tiempo. Sin embargo, quedaron bajo la custodia de quienes habían depositado en ellos su devoción.

      —¿No puedes darnos alguna indicación más concreta? —preguntó Ulica.

      —Se ha hecho de noche, lo mejor será descansar. Seguid los puntos de luz, ellos os mostrarán vuestras habitaciones.

      De las extremidades superiores levantadas del sabio, surgieron tres copos de luz que se situaron frente a cada uno de ellos.

      Fueron llevados a habitaciones separadas; celdas de

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