Paso a la juventud. Sandra Souto Kustrín

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Paso a la juventud - Sandra Souto Kustrín Historia

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problemas y características propias, hasta bien entrada la Segunda República.

      Con la proclamación de ésta, su correlato de modernización social y democratización política se sumó al creciente peso demográfico de los jóvenes para hacer que destacase la presencia en la vida política de organizaciones específicamente juveniles vinculadas a los distintos partidos y asociaciones estudiantiles con diferentes simpatías político-ideológicas y que tuvieron distinto grado de éxito. Los partidos políticos mantuvieron a menudo una relación conflictiva con sus organizaciones juveniles, ya que buscaron alentar su activismo sin otorgarles una participación real en la toma de decisiones políticas, temiendo que se escaparan de su control. Casi todas las organizaciones juveniles sufrieron también durante la Segunda República un proceso de radicalización que las llevó a tener planteamientos más extremistas que los de sus respectivos partidos y a intentar ampliar su autonomía con respecto a éstos.33

      Los partidos republicanos, que conservaban el carácter de partidos de notables, fracasaron en sus intentos de crear un fuerte movimiento juvenil, como reflejan los intentos de formar una Federación de Juventudes Republicanas por parte del cada vez más conservador Partido Republicano Radical. Las organizaciones juveniles de los partidos republicanos de izquierda, la Juventud de Acción Republicana, las Juventudes Federales y la Radical Socialista independiente, por su parte, mantuvieron posiciones más radicales que las de sus partidos: ya el 16 de septiembre de 1933 protestaron contra «los parlamentarios que se han dejado arrebatar la República»; y el 4 de noviembre del mismo año la Juventud de Acción Republicana y la Radical Socialista independiente se quejaron, en un manifiesto conjunto, de «la labor antirrepublicana y antipatriótica» del gobierno de Lerroux, y expresaron su voluntad de lanzarse a la calle «unidos a los proletarios» porque «antes que Alemania preferimos para nuestro país un régimen análogo al de Rusia». A partir de 1934, las Juventudes de Izquierda Republicana (JIR) unificaron a la organización juvenil de Acción Republicana con la de los radical-socialistas y desde ese momento, y especialmente durante la guerra civil, se buscaría, como veremos, la creación de unas juventudes republicanas unificadas. Y aunque las organizaciones juveniles radical socialista y de Acción Republicana situaban los límites de edad entre los 18 y los 23 años al constituirse Izquierda Republicana (IR), su organización juvenil optaría por el tope de los 30 años, mientras que al escindirse Unión Republicana (UR) del Partido Radical, también en 1934, su organización juvenil, la JUR –probablemente casi testimonial– estableció los límites de edad entre los 15 y los 35 años.34

      Las organizaciones políticas de las derechas partieron de cero en la formación de sus organizaciones juveniles, con la excepción de las juventudes tradicionalistas, que cobraron un gran impulso e intensificaron sus actividades políticas ante el programa republicano de separación de la Iglesia y el Estado. Mucho más importante fue la Juventud de Acción Popular (JAP), la sección juvenil primero de Acción Nacional, con el nombre de Juventud de Acción Nacional (JAN) y, después, de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), la gran organización de masas de la derecha conservadora católica durante la República. Su militancia, que debía tener más de 16 años y menos de 35, era de extracción interclasista: profesionales liberales, obreros, comerciantes y empleados. Su cantera fueron las organizaciones juveniles confesionales, como la Juventud de Acción Católica de España, congregaciones religiosas o asociaciones estudiantiles católicas. La JAP también vivió un proceso de radicalización y tras la victoria electoral radical-cedista de noviembre de 1933, incrementó su radicalismo verbal antidemocrático y antisocialista, mientras que la actitud de los líderes de la confederación y, concretamente, de José María Gil Robles, ante esta posición de sus jóvenes fue más que ambigua. A la altura de las elecciones de febrero de 1936, era la formación juvenil derechista más numerosa y decía contar con unos 225.000 afiliados.35

      El fascismo español apareció desde sus orígenes como una opción claramente juvenil, opuesta tanto a la elite política gobernante como a los movimientos juveniles influidos por ideologías consideradas «foráneas», como el marxismo en sus distintas variantes, pero también los nacionalismos periféricos o la misma JAP. La formación de Falange Española y de las JONS, el 14 de febrero de 1934, fue producto de la convergencia de grupos eminentemente juveniles en torno a Falange Española, fundada, en 1933, por José Antonio Primo de Rivera. Según éste, la «misión» de la juventud era «llevar a cabo por sí misma la edificación de la España entera, armoniosa (…); sin intermediarios ni administradores». Sin embargo, en competencia con la JAP, Falange sólo logró atraer a un grupo bastante reducido de intelectuales de clase media y media-alta cuya edad oscilaba entre los 25 y los 30 años. Su principal cantera fue el Sindicato Español Universitario (SEU, creado en 1933), al que se sumaron los estudiantes de enseñanza secundaria. El fracaso electoral de la CEDA en 1936 favoreció una defección en masa de los elementos más radicalizados de la JAP hacia Falange aunque ésta, prácticamente en la clandestinidad desde mediados de marzo de 1936, probablemente no fuera capaz de organizarlos.36

      Durante la Segunda República cobraron fuerza las organizaciones estudiantiles que reflejaban diferentes tendencias políticas, como la Asociación de Estudiantes Tradicionalistas (AET), creada en la primavera de 1930, o el SEU. En el primer bienio republicano la FUE siguió extendiéndose por el ámbito universitario y en la enseñanza secundaria. En el congreso que celebró en 1934, la organización estudiantil se declaró antifascista.37 A lo largo del periodo republicano cobraron más importancia en ella los estudiantes socialistas y comunistas, aunque también perdió a un sector de su organización, al formarse la FNEC (Federació Nacional d’Estudiants de Catalunya), que consideraba a la FUE demasiado centralista y «castellanizada».38

      También los nacionalismos periféricos organizaron la participación juvenil, aunque de distintas formas y con diferente éxito. Al constituirse Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), en marzo de 1931, se creó la Joventut d’Esquerra Republicana-Estat Català (JEREC). La aceptación del marco jurídico-constitucional español por parte del partido llevó a sus jóvenes a rechazar lo que consideraban moderación de los dirigentes de ERC en el poder y desarrollaron un populismo autoritario basado en un ejecutivo fuerte y un partido único, un patriotismo exacerbado y una hipervaloración de la disciplina, la obediencia y el liderazgo, lo que se reflejó en su propensión por la acción violenta de carácter paramilitar, que les llevó a tener una actuación destacada en la insurrección del 6 de octubre de 1934 en Barcelona. En mayo de 1936, una parte importante de sus afiliados abandonó la organización para formar el nuevo grupo independiente Joventut d’Estat Català (JEC), que al mes siguiente se vincularía al Partit Nacionalista Català y a otros grupos abiertamente separatistas.39 El Partido Nacionalista Vasco (PNV) contaba con una importante base juvenil, encuadrada desde edad muy temprana en diferentes grupos que mantenían un alto grado de participación en sus actividades sociales e intervenían de forma poco activa en la toma de decisiones políticas, aunque algunos, como la Juventud de Bilbao, se convirtieron en portavoces oficiosos del radicalismo independentista frente al autonomismo de la dirección del partido. En Galicia, por su parte, recién en enero de 1934 se celebró la asamblea fundacional de la Federación de Mocedades Galleguistas del Partido Galleguista, que tuvo un escaso desarrollo.40

      Y dado que entre las organizaciones juveniles que apoyaron a la República en guerra las que alcanzaron un mayor desarrollo fueron las vinculadas a partidos y sindicatos obreros –las más importantes, también, entre las organizaciones juveniles progresistas, en sentido amplio, en el periodo prebélico– se hace necesario analizarlas más detenidamente.

      Todos los partidos políticos, desde el fascista hasta el comunista, buscan su fuerza y expansión en la juventud (…) ¿Por qué los anarquistas no han de preocuparse de la juventud? (…) Nadie mejor que las nuevas generaciones para asimilar nuestras ideas.41

      La República fue vista por la Federación de Juventudes Socialistas, al igual que por gran parte del movimiento

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