Paso a la juventud. Sandra Souto Kustrín

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Paso a la juventud - Sandra Souto Kustrín Historia

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hallarlo contra ella».60

      La participación de los jóvenes en la política y las mismas relaciones con el PSOE fueron objeto de conflicto entre las organizaciones socialistas ya en el primer bienio republicano: nada más proclamarse la República, la FJS protestó ante el partido por la intervención de Indalecio Prieto en la manifestación de homenaje a Pablo Iglesias, que la juventud socialista se había planteado como un acto de afirmación socialista, fin que consideró desvirtuado por las palabras de Prieto.61 La organización juvenil expresó también su preocupación por los motivos de la masiva afluencia de afiliados a las filas socialistas, considerando que había un «nuevo tipo» de militante, «el electoral, atraído por el ambiente que a veces lo que busca es servirse del partido». El PSOE protestó por estas críticas e insistió en el papel educativo de la organización juvenil.62 Desde Renovación se aceptó que el partido socialista era en cada país «la única expresión política de la clase proletaria», pero se defendió que esto no significaba que los jóvenes debieran renunciar a expresar su propio criterio, aunque se proponía hacerlo en las agrupaciones del PSOE. Se dijo también que la FJS no atacaba al partido, sino «las inconsecuencias» de algunos militantes y de «arribistas» presentes en todas las organizaciones. En 1932, con motivo de los congresos del PSOE y de la UGT, Renovación publicó un artículo con el significativo título de «Debemos opinar los jóvenes».63

      Pronto comenzó en el órgano juvenil un debate sobre la participación en el gobierno, rechazada por José Castro y Mariano Rojo –presidente y secretario de la FJS, respectivamente– frente a Carlos Hernández Zancajo y Santiago Carrillo. Ya en el Cuarto Congreso, en febrero de 1932, la FJS aprobó que cuando se disolvieran las Cortes Constituyentes y se acabasen de elaborar las leyes fundamentales, el PSOE abandonara el gobierno, «asumiendo únicamente el poder si el Partido dispusiere de aquellos medios precisos que garanticen la realización de un programa afín con nuestros principios»; y que, si encontrase resistencia, fuera «directamente a la conquista del Poder por la acción revolucionaria de las masas».64

      En el congreso que el PSOE celebró en octubre de 1932, Mariano Rojo apoyó que los socialistas dejaran el gobierno, posición que fue rechazada por la mayoría de los delegados. Sí se decidió que, en lo sucesivo, no se podrían incluir en las listas electorales «elementos ajenos» al Partido, como había propuesto la organización juvenil. Sin embargo, la ambigua relación de los militantes adultos con sus jóvenes se expresó en el hecho de que no se leyeron los telegramas solicitando que la minoría socialista no votara el presupuesto de guerra que la dirección juvenil había hecho que sus secciones enviaran al congreso, y en que hubo un grupo de delegados que propuso que fuese incompatible pertenecer a la vez al PSOE y a la FJS, aunque esta propuesta no llegó a discutirse. En septiembre de 1933, el Comité Nacional del PSOE decidió admitir a un representante de la FJS, con voz pero sin voto.65

      Ya en su Quinto Congreso, la ejecutiva de la FJS se quejó de que la dirección del partido se había negado a enviarle una lista de sus agrupaciones, que le había solicitado para que éstas ayudaran a organizar nuevas secciones juveniles, y que tampoco quiso –al igual que la dirección de la UGT– concederle ayuda económica para actos de propaganda, aunque también informó de que cada vez eran más las agrupaciones en las que las Juventudes Socialistas tenían voz aunque no voto. Pero las situaciones regionales, provinciales y hasta locales debieron ser muy variadas. Por ejemplo, la Federación Provincial de Juventudes Socialistas de Vizcaya protestó por las «limitaciones» que suponía para su organización la formación de agrupaciones socialistas: la sección juvenil de Aranguren se había dado de baja al formar la agrupación socialista, mientras que el presidente de la Agrupación Socialista de Durango se había mostrado contrario a la formación de la organización juvenil ya que «dentro de la Agrupación hay un núcleo bastante numeroso de jóvenes y esto llevaría a mermar la fortaleza de la misma».66

      A comienzos de 1933 las tensiones internas en la organización juvenil entre partidarios de la acción política y de una función meramente educativa se intensificaron: Carlos Hernández Zancajo se quejó de que la actividad de la FJS había «vuelto a caer en la mayor de las postraciones, para seguir vegetando de la manera más estúpida»: «si las juventudes no sirven para nada es mejor disolverlas; pero si sirven hay que cultivarlas. Si los encargados de hacerlo no están en condiciones, hay que plantearlo para resolverlo». Le respondió Mariano Rojo defendiendo que la actuación de la organización debía ser la formación socialista de los jóvenes: «en los años difíciles de la dictadura se pedía que las Juventudes, más revolucionarias que nadie, se dedicaran exclusivamente a combatir la monarquía. Otros entendíamos que (…) nuestro papel era el de formar conciencia socialista», lo que consideraba la línea acertada dado el crecimiento experimentado por la organización desde la proclamación de la República y porque «la mayoría de nuestras secciones no están formadas por socialistas. Solo por aspirantes».67

      Sin embargo, y a pesar de la división sobre la participación socialista en el ejecutivo republicano y de las críticas que realizaron a la actuación de éste,68 también se apoyó la política del gobierno durante el primer bienio, especialmente en relación con las reformas educativas, o en temas como el debate sobre el laicismo del Estado, la confiscación de los bienes de la Iglesia y la separación de ésta última de la educación. Las juventudes socialistas realizaron una especial defensa del artículo de la Ley de Congregaciones Religiosas que quitaba a éstas el derecho a ejercer la enseñanza, justificándolo por el control por parte de la Iglesia de todos «los resortes de la educación» por su predominio anterior: para la FJS implantar la libertad de enseñanza equivaldría a dejar la educación en manos de la Iglesia.69 La organización juvenil tuvo también especial cuidado en no dañar la imagen del PSOE en el gobierno: por ejemplo, su ejecutiva nacional llamó la atención a la federación provincial alicantina por mandar una circular a las secciones pidiendo que protestaran ante la minoría socialista por la ley de orden público de 1933, definida como «literalmente fascista y desde todos los puntos de vista antirrevolucionaria».70

      En las conclusiones del congreso de 1932 se repitieron las reivindicaciones planteadas el Primero de Mayo de 1931, detallando más las relativas a los jóvenes trabajadores: reducción del tiempo de trabajo de los jóvenes a 40 horas semanales, comprendidas la enseñanza profesional y la limpieza del taller o fábrica; medidas de previsión a favor de los jóvenes parados, incluyendo seguro de desempleo pagado por el Estado y cursos de formación; o la creación de escuelas de Artes y Oficios en todas las ciudades de más de 10.000 habitantes. Se pidió también el aumento del presupuesto de instrucción pública y la disminución, hasta su supresión, del presupuesto de guerra, la reducción de la duración del servicio militar y que éste quedase reducido a la instrucción militar, aunque la organización juvenil se siguió declarando partidaria del principio de la «nación armada».71 Las resoluciones del Cuarto Congreso incluyeron un rechazo expreso al nacionalismo por ser opuesto a «la fraternidad de los pueblos»; la defensa del esperanto y, concedido el voto a la mujer, «buscar atraerla a las filas socialistas». Se dio mucha importancia a los temas culturales y de higiene, proponiendo colaborar con los maestros, crear bibliotecas ambulantes, incorporar a los sindicatos a la lucha contra el analfabetismo, solicitar a la FUE que realizase actividades culturales en diferentes localidades, apoyar las Misiones Pedagógicas, prohibir la prostitución, organizar cursos de puericultura e higiene, crear Institutos de Orientación Profesional y solicitar que se establecieran zonas verdes, campos deportivos y jardines para la infancia.72

      Se insistió en que los afiliados que trabajasen debían afiliarse obligatoriamente al sindicato que les correspondiera, para lograr que las organizaciones ugetistas adoptaran una política juvenil y defender a los sindicatos socialistas frente a los ataques comunistas y anarquistas. Por ello, se decidió que en todos los comités de la FJS se creara una secretaría sindical, pero la memoria del Quinto Congreso reconoció que pocas secciones habían nombrado un responsable para esta secretaría y que al trabajo sindical «no se le ha prestado la atención que mereciera». Aunque una de las indicaciones

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