Sed de más. John D. Sanderson

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Sed de más - John D. Sanderson Oberta

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a comisaría, donde le revelan que Nadia forma parte de una misión secreta bolchevique, así que la rechazará por estar al servicio de quienes mataron a su familia. Don Lorenzo le convence para que la perdone, y también se fija en una mancha que Sergio tiene en el brazo, aportando una subtrama médica. Él no siente ningún dolor, pero recuerda que en su travesía por el Turquestán años atrás durmió en casa de un apestado, lo cual deriva en una devastadora conclusión: tiene la lepra.

      A partir de esta revelación, la interpretación de Rabal derivará en una dinámica histriónica persistente hasta el final de la película, probablemente por indicación del director. Nadia se ofrece a cuidarle; él se niega para no contagiarla, pero ella acaba mudándose a su casa con todas sus pertenencias, incluyendo una estampa de la virgen de Nápoles que le regaló un niño adoptado por su hermana. En un clímax catártico, ella le reza una plegaria a la estampa: «Me he burlado de ti, te he insultado. Castígame, pero cúrale a él», y cuando vienen los servicios médicos para llevárselo a una leprosería descubren que, milagrosamente, se ha curado. La película acaba con los dos arrodillados ante la Virgen de Nápoles en la basílica de Pompeya.

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      Costa dirige a Rabal en la escena en la que descubre su enfermedad. Foto: Filmcolor.

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      Nadia (Britt) y Sergio (Rabal) de rodillas ante la Virgen de Nápoles. Foto: Filmcolor.

      Al reflexionar mucho tiempo después sobre aquel primer paso en falso de su trayectoria internacional, Rabal recordaba como única lección positiva la recomendación que le hizo un compañero de reparto (Boyero, 1992: 22):

      Creo que el mejor consejo que he recibido nunca sobre el trabajo del actor me lo dio el gran actor francés Bernard Blier. Estábamos rodando en Italia, yo tenía que bajar unas escaleras, gritar «milagro» y echarme a llorar, pero a mí no me salía ni a la de tres. Blier me dijo: «Concéntrate y siente esa emoción. Recuerda que un actor siempre tiene que creérselo para hacérselo creer después a los espectadores».

      El espectador asiste incrédulo al desarrollo de unos acontecimientos que culminan con el desenlace de la milagrosa curación. Aún más increíble, a la vista de sus rendimientos interpretativos, sería el rédito obtenido por May Britt, ya que a continuación trabajó en dos películas norteamericanas rodadas en Europa, Guerra y paz (War and Peace, King Vidor, 1956) y El baile de los malditos (The Young Lions, Edward Dmytryk, 1958), producidas respectivamente por Paramount Pictures y Twentieth Century Fox, a años luz del tándem Donati-Carpentieri. De ahí daría el gran salto oceánico, pero para casarse con el actor y cantante estadounidense Sammy Davis Jr. y poner un súbito fin a su carrera profesional.

      Rabal comprobaría a su regreso a España que a él no le esperaba ningún cambio profesional. Revelación abundaba en las mismas lacras que las celebradas películas nacionales de la época, pero no sería ni mucho menos alabada por la prensa oficialista en su tardío estreno:

      El inicio de este extracto revela la temprana ingenuidad del actor español. El cambio de estudios se debía en realidad a la pesadilla administrativa que se estaba viviendo en aquellos momentos por incumplimientos en los pagos de la productora italiana ACES Films; la española Yago Films, que había cumplido con su parte, no tenía más remedio que esperar. Como contó décadas después un mucho más experimentado Rabal (Hidalgo, 1985: 52): «Los productores españoles se confiaron porque en la productora italiana había un cura, y resulta que estos italianos eran unos chorizos y no pagaban». Él ya estaba acostumbrado a vivir situaciones de impago en su país, pero en Italia la resolución era más drástica: no se iniciaba el rodaje hasta que se hubieran satisfecho las cantidades demandadas. Rabal llevaba en Roma desde el 14 de julio, y dos semanas después empezaba a mostrar su impaciencia ante la paralización del proyecto sin saber muy bien qué hacer salvo curtirse en estos menesteres:

      No se había entregado el dinero ni el guión traducido necesario para establecer unos fundamentos sobre el proceso creativo

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