Más allá de las palabras. AAVV

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Más allá de las palabras - AAVV

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utilizado para contrarrestar tan extraordinaria personalidad, ya que tal vez la imagen de mujer «invencible» podría provocar un distanciamiento en su público lector –formado en su mayoría por mujeres– al considerar dicha imagen como realmente inexistente. Además no solo se trata de ofrecer cierta vulnerabilidad, sino que también este tipo de confesiones públicas sobre un asunto tan privado como puede ser la pérdida de una hija son percibidas como muestras de sinceridad y autenticidad. Al hacernos partícipes de su vida más íntima, los novelistas hoy en día son tratados por los medios de comunicación más bien como celebridades, ya que la temática que incluyen en sus entrevistas y declaraciones es común a la que se les atribuye a los famosos en la industria musical y cinematográfica. Según la crítica Frances Bonner: «the stress is overwhelmingly on relationships, consumption and leisure, and work is quite minor. This is part of the establishment of a form of parasocial intimacy with the celebrity» (Bonner, 2005: 65). Es decir, el trabajo pasa a un segundo plano para dar más relevancia a otros temas como pueden ser las relaciones sentimentales, qué consumen y/o cómo disfrutan de su tiempo libre. En el caso de Allende, incluso esta imagen de sinceridad y autenticidad se ve reforzada al presentar su escritura como algo «natural» que emana de una experiencia personal1 y que por lo tanto requiere mínimo esfuerzo: «Al contrario, siempre la tendencia es volver a escribir sobre lo que conozco mejor, sobre lo que no tengo que investigar porque lo siento adentro» («Estoy entre los fanatizados», 2004).

      Es así como Allende acorta la distancia entre realidad y ficción, y su novela de corte autobiográfico Paula es sin duda el mejor ejemplo de ello y tal vez la clave de su éxito. De modo paralelo, esta imagen de sinceridad y autenticidad tan característica de sus declaraciones en la prensa también enturbia la distancia existente entre la Allende escritora y la «verdadera» Allende, mujer, madre y esposa.

      Pero esta naturalidad con la que escribe, basada en lo personal, es en ocasiones puntualizada por declaraciones que resaltan el esfuerzo que supone también el proceso de escritura. Dichas puntualizaciones tal vez tengan como función minimizar el impacto negativo que puede tener en términos de valor literario el que Allende escriba de modo «natural»: «El que la obra esté situada en el siglo XIX ha supuesto para Isabel Allende […] un verdadero esfuerzo de documentación histórica y trabajar doce horas diarias durante siete meses para lograr sacar a la luz su nueva novela» («Plaza Janés inagura», 1999). O, igualmente, en alguna ocasión se hace referencia a su ética de trabajo con estas palabras: «Trabaja de manera metódica, con una disciplina espartana y a un ritmo de ocho a doce horas diarias. Incluye una hora de cierre, como en su época de periodista» (Delano, 2003).

      Al presentar su escritura como un trabajo arduo, que exige disciplina y preparación, Allende está apelando al público lector que ve la lectura como modo de acrecentar su «capital cultural» (Bourdieu, 1984) y que por tanto valorará encontrar elementos como una acertada contextualización histórica.

      Entonces, aunque Allende persigue por un lado que sus lectores conozcan quién realmente es y que la consideren como una persona común y corriente, por otra parte, dicho acercamiento nos desvela una realidad que no es tan común como parece ser a simple vista. Es decir, si personajes como Clara del Valle o Alexander Cold acaban mostrándose extraordinarios en las novelas, esto nos lleva a pensar que en realidad las personas y el mundo que rodean e inspiran a la escritora son también extraordinarios y no tan comunes como se nos quiere hacer pensar en un principio.

      3. LA ACTIVISTA POLÍTICA

      Otro de los elementos importantes que emerge al analizar los discursos sobre Allende en los medios de comunicación en lengua española es la relación de Allende con la política. Uno de los aspectos que se resalta y que a la vez recuerda al lector la relación estrecha entre la autora y la historia política de Chile es su apellido, Allende. No estamos hablando de cualquier escritora chilena, estamos hablando de Isabel Allende, cuyo padre era primo carnal de Salvador Allende. De hecho, probablemente parte del éxito inicial que tuvo La casa de los espíritus en España –y posiblemente en otros países también– se deba a esta conexión, presente en todo momento a lo largo de su carrera. Es más, en casi todas sus entrevistas se menciona a Salvador Allende y a Augusto Pinochet. Incluso la conexión con este último se reavivó una vez terminada la dictadura en Chile y con motivo del arresto domiciliario del dictador en Londres en 1998 y posterior fallecimiento en 2006.

      Cabe destacar que el vínculo familiar que une a la autora con Salvador Allende hace que, a su vez, la autenticidad de la que hablaba anteriormente también pueda aplicarse a la versión que ofrece la escritora de la historia chilena presente tanto en su narrativa como en sus intervenciones mediáticas. No obstante, llevar el apellido Allende ha hecho que en numerosas ocasiones se asocie su popularidad con su apellido, asociación que la autora ha rechazado: «Si alguien puede vender algo, cualquier cosa, porque se llama Allende durante 20 años, es una cosa ridícula» («Isabel Allende defiende», 2002).

      Se ha dicho que he vendido porque mi apellido es Allende: a ver como si el apellido vendiera algo en alguna parte. Algunos creen que el marketing es una varita mágica. Si fuera por eso, los editores harían marketing de cada libro. Y no es así. Yo vendo mis libros porque a la gente le gusta leerlos (Delano, 2003).

      Con declaraciones como estas, la escritora intenta quitarle importancia al impacto que pueda tener el apellido Allende. Estos argumentos son, a mi modo de ver, hasta cierto punto válidos, pero también habría que reconocer su peso e importancia sobre todo al principio de su andadura literaria en España.

      Otros aspectos que destacan los medios de comunicación son las opiniones políticas de la escritora con respecto a numerosos asuntos, dejando claro que se trata de una mujer activa y comprometida políticamente. En numerosas entrevistas más recientes, Chile ha pasado a un segundo plano para dar protagonismo a temas que afectan a los Estados Unidos, ya que la autora lleva residiendo en California desde 1989. Por ejemplo, Allende ha sido explícita en sus declaraciones en relación con el expresidente George W. Bush: «Bush es un tejano que piensa en términos de petróleo y nos va a llevar a una guerra, mundial tal vez, por el petróleo. No me hablen de Bush, por favor» («Isabel Allende critica», 2003). Así como muestra abiertamente su desagrado por Bush, de igual modo ha declarado su simpatía hacia Barack Obama: «La elección de Obama fue una cosa fascinante […] pero hay mucho racismo subliminal, oculto en este momento en Estados Unidos en la oposición contra Obama» («Hay mucho racismo», 2009).

      Incluso en una visita en 2011 a Alcalá de Henares para recibir el Premio Ciudad de Alcalá de las Artes y las Letras, la autora ofrece su opinión respecto a las protestas de los indignados diciendo que «…espera que cundan como una oleada mundial…» porque «los jóvenes no tienen nada que heredar en estos momentos más que un desastre. Si no toman el poder, no tienen vida futura» (Mendoza, 2011). Este despliegue de opiniones y comentarios sobre asuntos de corte político por un lado sirven de contrapunto a la «naturalidad» que caracteriza a su persona y narrativa, que, como he dicho anteriormente, emana de experiencias personales de la autora. No obstante, esta nueva faceta podría interpretarse como un intento de llegar a un público más amplio y dar a entender que sus novelas no solo tratan de historias familiares, sino que también incluyen temas considerados «serios», como pueden ser la política y la historia.

      4. ISABEL ALLENDE: SU AMBIGUA RELACIÓN CON EL MUNDO ACADÉMICO Y EL CANON LITERARIO

      La crítica sitúa la obra de Allende dentro del conocido postboom latinoamericano; tal vez por ello, y durante años, no se la ha dejado de comparar a Gabriel García Márquez y, en concreto, La casa de los espíritus con la renombrada Cien años de soledad. Algo parecido ocurre en los medios de comunicación, donde la producción literaria de Allende se presenta como «deuda literaria» con un progenitor, García Márquez, en vez de ser juzgada y valorada por sus propios méritos. Por otro lado, este vínculo tan estrecho que en un principio se estableció entre Allende y García Márquez puede haber sido beneficioso a lo largo de los años para la propia autora, ya que automáticamente

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