Manuel Álvarez (1796-1856). Un leonés en el oeste americano. Thomas E. Chavez
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Manuel Álvarez (1796-1856). Un leonés en el oeste americano - Thomas E. Chavez страница 3
En Nuevo México, sin embargo, tras la anexión, los extranjeros parecían gozar de una situación de privilegio. En el Camino de Santa Fe estaba Manuel Álvarez cuando el coronel Stephen Watts Kearny enviaba a sus mil seiscientos voluntarios a través de esta ruta desde Fort Leavenworth a Santa Fe. Además de los soldados que comandaba, llevaba bajo su protección una caravana de más de cuatrocientas carretas de comerciantes que iban a hacer negocios a Santa Fe y a Chihuahua. Antes de cruzar el río Arkansas, Kearny decidió reagrupar a todas sus unidades en el Fuerte Bent que se encontraba en una zona del territorio estadounidense adquirido con la compra de Luisiana. Chávez menciona en repetidas ocasiones este fuerte erigido en 1833 por los hermanos Bent en cooperación con Ceran St. Vrain, todos ellos amigos de Manuel Álvarez y figuras relevantes en la transición política que estaba viviendo Nuevo México en esa época, y las múltiples funciones que desempeñó como lugar de intercambio de comercio, refugio de tramperos, cazadores indios y comerciantes e incluso como base de operaciones militares estadounidenses.
Lavin narra cómo desde el Fuerte Bent, Kearny anunció a Armijo que traía órdenes del gobierno de su país de tomar el territorio del que él era gobernador (116). Por medio de unos espías mexicanos a los que capturó en su campamento, Kearny hizo saber a los ciudadanos de Santa Fe que si le planteaban batalla, serían considerados enemigos de los Estados Unidos. Esta expedición debía continuar en parte hasta San Diego, donde se reunirían con las fuerzas navales del comodoro Robert Stockton y en parte hacia el sur de la provincia de Chihuahua, siempre y cuando los nuevomexicanos no opusieran resistencia. A pesar de que las crónicas señalan al comerciante James Magoffin como artífice de esta pacífica transición, Álvarez se constituyó en figura clave, una vez más y sus siempre acertadas intervenciones hicieron el paso del coronel Kearny más dificultoso pero más pacífico de lo que hubiera sido sin la colaboración de nuestro leonés en las conversaciones que tuvieron lugar entre las personalidades relevantes de Santa Fe y los emisarios de Kearny. Las negociaciones de Magoffin con el gobernador Armijo y los posibles sobornos a este último de los que la historia se ha hecho eco tuvieron su relevancia en este acontecimiento pero no resultaron extremadamente decisorios. Ni un solo disparo salió de las armas del ejército estadounidense, salvo para saludar a su bandera. La bandera de las barras y estrellas fue izada en el palacio de los gobernadores de Santa Fe el 18 de agosto de 1846 a la vez que se hacía pública la toma de Nuevo México como territorio de los Estados Unidos de América. Esta toma pacífica de Santa Fe no significa, como bien ilustra Chávez a través de Manuel Álvarez, que no surgieran revueltas y levantamientos contra el nuevo gobernador estadounidense, quien, de hecho, fue asesinado en su propia casa de Taos frente a su familia por un grupo de locales sublevados que temían perder sus tierras a manos de los nuevos conquistadores. El propio Álvarez fue herido en estos enfrentamientos aunque salió mejor parado que muchos de sus amigos estadounidenses que fueron asesinados en la revuelta.
Manuel Álvarez se encuentra, por tanto, en el centro de acontecimientos fundamentales para el futuro de los EEUU. Precisamente durante los años centrales de su vida tiene lugar el establecimiento definitivo de las fronteras norte, sur y oeste del país en el que desarrolló sus actividades comerciales. El sueño y propósito del Destino Manifiesto puritano se va a cumplir al ser alcanzado el límite del Océano Pacífico tras el Tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado en 1848. Ya mediante el Tratado de Oregón en 1846, se había asentado el reparto definitivo del territorio al norte del paralelo 49 que iba a determinar la frontera actual entre Canadá y los EEUU.
Por otro lado, la frontera sur actual de Nuevo México se estableció ya en 1854 como consecuencia de la Ley Orgánica de septiembre de 1850, por la que el antiguo Departamento de Nuevo México se convirtió, bajo el dominio de los Estados Unidos de América, en el Territorio de Nuevo México, cuyos límites abarcaban todo territorio al sur del paralelo 39 comprendido entre California y Texas o lo que es lo mismo: a este territorio pertenecían además del hoy Nuevo México, Arizona, parte del sur del Colorado, Utah y una parte del sureste de Nevada. La población en estos años, en gran parte debido a la fiebre del oro de California, se incrementó considerablemente: los sesenta y un mil habitantes con que el territorio contaba en 1850 se convirtieron en noventa y tres mil en 1860. Hasta 1863, con la creación del Territorio de Arizona, no se producirían más cambios sustanciales en los límites geográficos de Nuevo México. Chávez explica ampliamente el tipo de gobierno que se instauró para este territorio en 1851, en el que Manuel Álvarez también participó, así como las frecuentes confrontaciones que sus asambleas parlamentarias tuvieron con el gobierno central de los Estados Unidos. Durante la legislatura territorial, el gobierno estaba compuesto de una serie de representantes electos procedentes de las distintas partes de Nuevo México. Entre estos representantes había uno que asistía como delegado a las sesiones del congreso, sin capacidad de voto.
La importancia de estos acontecimientos se encuentra íntimamente ligada a la actividad profesional de Álvarez, el comercio, que alcanzó en esta época una expansión sin precedentes dentro y fuera de las nuevas fronteras norteamericanas. En aquellos años, la ciudad de St. Louis, Missouri representaba la puerta principal de entrada hacia el Oeste. Esta “Gateway to the West” está situada en la confluencia de los ríos Mississippi y Missouri convirtiendo la ciudad en el puerto principal de llegada de mercancía desde el este del país. La población que se concentraba en St. Louis se puede tildar claramente de multicultural con un alto índice de inmigrantes que convivían en armonía con los ciudadanos locales. Los inmigrantes seguían la Ruta de Comercio de Santa Fe desde St. Louis hasta Independence, Missouri, donde comenzaba la Ruta o Camino de Oregón “The Oregon Trail”. Otra ruta particularmente transitada era la de California, que conducía desde el hoy Estado de Idaho, situado en la Ruta de Oregón, hasta la Bahía de San Francisco aunque aún pertenecía a México.
Chávez aprovecha la figura de Manuel Álvarez, por tanto, para ilustrar con su vida y sus negocios la importancia que tuvo el Camino de Santa Fe, no sólo en las transacciones comerciales sino también en los acontecimientos políticos que marcaron la zona y los años centrales del siglo diecinueve. De hecho, la primera oficina consular de los Estados Unidos en Santa Fe, que el propio Álvarez ocuparía años más tarde, se abrió en el año 1825, debido a la importancia que estaba adquiriendo el comercio entre los dos países en esta zona. El origen de esta ruta comercial, como el propio Chávez narra, se sitúa en la expedición del capitán William Becknell, un veterano de la guerra de 1812, quien quiso aprovechar la apertura del gobierno mexicano hacia las transacciones comerciales con extranjeros. Así, se adentró a través de las llanuras en la tierra prácticamente inexplorada del Camino de Santa Fe desde Independence, Missouri, por territorios que hoy corresponden a los Estados de Oklahoma y Texas hasta alcanzar Nuevo México y Santa Fe como destino final, donde obtuvo amplios beneficios por la venta de su mercancía. El éxito de esta expedición animó a otros muchos a llevar mercancías por esta ruta hasta Taos y Santa Fe. Desafortunadamente, también fueron muchos los intrépidos viajeros que perdieron la vida en el camino por las estampidas de animales o los asaltos de los indios. Gracias a esta actividad en crecimiento, la transformación de Nuevo México sería radical, convirtiéndose Santa Fe en un nuevo centro neurálgico de las operaciones comerciales entre Estados Unidos y el norte de México entre los años 1833 y 1844.
La Ruta de Comercio de Santa Fe también fue testigo, según cuenta Henderson en Una derrota gloriosa (A Glorious Defeat), de la expedición texana de 1841. Los hechos sucedieron porque, Mirabeau B. Lamar, uno de los presidentes que tuvo la República