Johannes Kepler. Max Caspar
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Cuando la presente biografía se publicó en 1948, Caspar poseía ya un exhaustivo conocimiento del itinerario biográfico e intelectual de Kepler, sustentado no solo en el dominio de la obra de Kepler ya editada y en la traducción alemana de las grandes obras, sino también en el conocimiento de su correspondencia, cuya edición crítica –en los volúmenes XIII-XVIII de las Gesammelte Werke– corrió a cargo de Caspar desde la publicación en 1945 del primer volumen,1 pero de la que Caspar y van Dyck habían publicado en 1930 una primera edición incompleta en traducción alemana. A todo ello hay que unir el conocimiento del legado manuscrito de Kepler, custodiado en el observatorio de Pulkowo (San Petersburgo) tras su adquisición, en el siglo XVIII, por la emperatriz Catalina la Grande siguiendo el consejo de Leonhard Euler, legado del que la Kepler Kommission poseía una reproducción fotográfica con vistas a su edición en el marco de las Gesammelte Werke.
La biografía publicada en 1948 estaba construida sobre el conocimiento profundo de todo ello y el lector encontrará que la presentación de la vida y obra de Kepler está abonada con múltiples y constantes citas y referencias a obras, correspondencia y legado (Nachlass) manuscrito. Caspar, sin embargo, no daba la localización precisa de sus citas y referencias por lo que el lector que deseara profundizar y el investigador que quisiera acceder a las fuentes originales se veía abandonado a sí mismo (véase cuanto dice Caspar mismo sobre este punto en el Prólogo del autor, infra pp. 28 s.).
La presente biografía fue traducida al inglés por la eminente estudiosa Clarisse Doris Hellman, autora famosa de una clásica investigación sobre el cometa de 1577 que Kepler dice haber observado de la mano de su madre cuando apenas tenía 6 años.2 En el prólogo a su traducción, Hellman constataba la dificultad que la ausencia de referencias a las fuentes ocasionaba al lector interesado en profundizar en el conocimiento de la vida y obra de Kepler, por lo que añadió unas pocas notas aclaratorias. Pero fue la reedición de 19933 lo que puso remedio a estos inconvenientes, transformando así la biografía de Caspar en una vía plenamente abierta y fácilmente transitable a la obra de Kepler. Owen Gingerich y Alain Segonds identificaron con precisión todas las referencias de Caspar a las diferentes obras de Kepler y a su correspondencia, así como a otras fuentes, en un Apéndice de «Bibliographical Citations» (pp. 398-431) que después se incorporó a las nuevas ediciones alemanas y que aparece en esta traducción española bajo el epígrafe «Índice de fuentes» (infra, pp. 419-480). A Gingerich se debe también la sección de «Bibliographical References» (pp. 391-397) que constituye la base de la «Bibliografía» recogida en la presente traducción (infra, pp. 481-492).4
La biografía de Caspar, con anterioridad incluso al imprescindible complemento aportado por Gingerich y Segonds, mostró su utilidad y riqueza en los estudios sobre el pensamiento cosmológico y astronómico de Kepler que aparecieron en los años inmediatamente posteriores: es el caso del amplio estudio que dedica a Kepler –sin duda mejor que los dedicados a Copérnico y Galileo– Arthur Koestler en su obra The Sleepwalkers: A History of Man’s Changing Vision of the Universe (1959)5 y para quien «la única biografía moderna seria es la de Max Caspar»; es también la opinión de Alexandre Koyré en su lucidísimo estudio de Kepler en su obra La révolution astronomique: Copernic, Kepler, Borelli, Hermann, París, 1961 (reedición en Les Belles Lettres, París, 2016), donde es calificada de «excelente» y se remite a ella «para todos los detalles biográficos». Ninguna obra posterior ha pretendido ocupar el puesto de la biografía de Caspar y todos los estudios históricos y científicos hasta el día de hoy siguen apoyándose en ella como autoridad indiscutible y obra de conjunto fundamental, a pesar de los indudables enriquecimientos que nuestro conocimiento de la obra y contexto intelectual de Kepler ha experimentado en el último medio siglo como consecuencia de las aportaciones de estudiosos de diversas nacionalidades y lenguas.
La reedición de esta traducción castellana del Johannes Kepler de Max Caspar, cuya primera edición apareció en 2003 (editorial Acento, Madrid), es una feliz iniciativa de Publicacions de la Universitat de València que, sin duda alguna, contribuirá a mantener vivo y a estimular el interés por la vida de Kepler y su ingente obra entre el público hispanohablante; y ello tanto en el ámbito de un público general movido por la sana curiosidad y el deseo de conocer como en el de los estudiosos de la revolución científica y filosófica a la que Kepler contribuyó de manera decisiva. A ambos grupos de lectores la presente obra de Caspar ofrece un riquísimo cuadro del itinerario biográfico e intelectual de Kepler en su más amplio contexto –familiar, social, religioso, filosófico y científico– en la convulsa sociedad alemana y europea de finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII, con la Guerra de los Treinta Años como conclusión trágica que arrastró consigo a Kepler. Así, el relato que Caspar hace de su muerte, en noviembre de 1630 en Ratisbona, a donde había llegado desde su retiro en Sagan (Silesia) en el empeño infructuoso de cobrar unas deudas que aliviaran la penosa situación económica familiar, no podrá ser leído por el lector sin un vivo sentimiento de compasión y piedad.6
Las razones de la peculiar excelencia de esta biografía quedan de manifiesto en las mismas palabras de Caspar en el Prólogo del autor. Allí nos dice (p. 29) que su trabajo está construido sobre el conocimiento y la cita explícita de los «documentos [cartas y Nachlass manuscrito] y las obras publicadas por el propio Kepler. [...] Aunque el libro que nos ocupa satisface las demandas del rigor científico, he evitado cubrirlo con el manto de una ostentación docta para atribuirle un crédito mayor. [...] Pero como no he escrito la obra tan solo con fines eruditos, quise presentarla sin interrumpir constantemente la lectura con notas de aclaraciones críticas [...] Por la misma razón, tampoco aparecen las referencias de las innumerables citas textuales en las que cedo la palabra al propio Kepler. Estas se reproducen, eso sí, con la mayor fidelidad posible, de manera que se puede confiar en su legitimidad». La obra, pues, está construida mediante el uso de toda la documentación kepleriana, inédita y publicada, conocida en el momento y responde a las exigencias de la investigación científica. Pero, dado que va dirigida no solo a «los especialistas» en Kepler, sino al mucho más amplio «círculo de sus simpatizantes» (p. 27), Caspar decidió omitir las referencias eruditas a las fuentes para aligerar la obra del peso farragoso de «la abundancia de erudición» (p. 29) y llevar a cabo una exposición fundada pero ágil y viva, capaz de conseguir ante un amplio público de lectores cultos, pero no especialistas en la disciplina de historia de la ciencia, lo que Caspar sabe que ocurre a todos aquellos que se acercan a la figura de Kepler, a pesar de las grandes dificultades que plantea la complicada escritura latina de sus obras –obstáculo que entorpece el acceso a sus textos, frente a la mayor facilidad de la obra, en gran medida escrita en lengua vulgar, de contemporáneos como Galileo y Descartes–: