La transición española. Eduardo Valencia Hernán

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del Baix Camp, siendo disuelta la anterior AFD del Baix Camp; la constitución de la AD del Besós-Maresme y la Asamblea del Alt Camp integrada por: PSUC, PSAN, Partido Carlista, RSDC, Unió de Pagesos, CC.OO, y Juventudes Comunistas.

      Por los datos aportados, era evidente que las AD aumentaban el nivel específico dentro de la plataforma a la vez que compartían el protagonismo con el secretariado e incluso con la propia CPAC. La AD de Tarragona fue una de éstas y en su visita a Barcelona, sus representantes −Ricard Ros, Enrique de Gracia, Jordi Tiñena y Jesús Figueres− explicaron que en la actualidad, la organización estaba formada por grupos independientes: CC.OO, CSC, MCC, PSAN, PTE, Partido Carlísta, PSUC, FNC, y que PSOE y ERC solicitaban su ingreso. Se debatieron los acontecimientos de Vitoria y Basauri, tras los cuales murió en Tarragona el 14 de marzo el obrero Juan Gabriel Rodrigo al caer desde una azotea al intentar escapar de la policía durante una manifestación en protesta por los asesinatos de Vitoria, asistiendo a su funeral miembros de la Asamblea a título individual. Los representantes de la AD de Tarragona también expusieron entre sus logros la aprobación por unanimidad del Ayuntamiento de Tarragona de los cuatro puntos de la Asamblea, recordando a los componentes del estamento municipal la voluntad de que la ruptura democrática se realizase de forma pacífica y ordenada. Por el contrario, la AD de Arenys de Mar se mostraba disconforme con la actuación del consistorio local al declararse incompetente para tratar el tema de la amnistía, aunque se solidarizaba ante el comunicado de la XIV CPAC.

      En conclusión, la campaña por los ayuntamientos democráticos demostró dos cosas: la primera fue la poca efectividad legal que se produjo en los consistorios, ya que las mociones no implicaban más que una voluntad de cambio y, por otro lado, se demostró la eficacia de las resoluciones de la Asamblea y su puesta en práctica, dando la imagen de un organismo bien coordinado hasta el momento. Por último, el informe elaborado por la Asamblea finalizó con el mandato de enviar un telegrama de salutación a la recién creada República Democrática del Sahara.

      En otro ámbito de actuación, se reunió la VI Assemblea d’Intelectuals Catalans con más de trescientos participantes. La valoración de las manifestaciones en Tarragona en protesta por los asesinatos en Vitoria y el Congreso de la Cultura Catalana fueron los temas principales debatidos, aunque también se trató la situación del periodista del diario Tele/expres, Josep Mª Huertas Clavería, que estaba preso en la cárcel Modelo desde el 22 de julio de 1975 por injurias al Ejército según constaba en el acta de su proceso, asistiendo entre otros: Jordi Carbonell, Pere Portabella, Jaume Fuster, Ramon Moragas, Ramon Torrent, Xavier Folch, Joan Senent, Pere Calders, Maria Antonia Oliver, Josep Benet, Jordi Llimona, Antoni Serra, Guillermina Motta, Joan Brossa, Maria Aurelia Capmany y Jaume Vidal Alcover.

      El 21 de marzo de 1976 se reunió la XV CPAC con la asistencia de 106 representantes de 75 delegaciones. Como era de esperar, los debates seguían con la misma tónica en torno a los ayuntamientos democráticos. Sin embargo, los diálogos aumentaron en intensidad cuando empezó a tratarse la política reformista del gobierno Arias, haciendo suya la declaración del SCPAC del pasado 6 de marzo en su slogan: ¡No a la repressió, sí a la llibertat!

      A principios de abril de 1976, los tres diarios matutinos barceloneses −Mundo Diario, El Correo Catalán y La Vanguardia− convergieron sus titulares en torno a la crisis del gobierno por la incoherencia de sus actuaciones, situación que beneficiaba la estrategia planificada por la Asamblea, que iba dirigida a la petición de dimisión de los consistorios municipales franquistas, aunque dicho sea de paso, el interés de la ciudadanía tenía en aquellos días su preferencia fijada en el seguimiento del secuestro y posterior asesinato del político, Ángel Berazadi, cometido por ETA después de veinte días agónicos. Éste era el pago cotidiano de una vida a manos de unos iluminados cada vez más lejos de la realidad.

      En Barcelona hizo su presentación en la sala/discoteca Bocaccio, la revista Cuadernos para el Diálogo. Su director, Pedro Altares, presentó el acto destacando la falta de uno de sus colaboradores, José Maria Huertas Clavería, que continuaba en prisión desde hacia algunos meses. También por esas fechas vió la luz el diario Avui y se proyectó por primera vez la película El Gran Dictador, dirigida por Charles Chaplin en 1940. Mientras tanto, en Madrid fueron puestos en libertad algunos de los famosos detenidos días atrás en diversas manifestaciones, entre los que destacaban Juan Antonio Bardem, Ramón Tamames y Francisca Sauquillo. Sin embargo, la nota emotiva vino a cargo del retorno a Zaragoza del escritor Salvador de Madariaga, ausente de España desde la guerra civil.

      El 14 de abril, un día muy señalado para la oposición franquista, se constituyó la comisión para el estudio del Régimen Especial para Cataluña, redactado por el gobierno Arias. Entre las personalidades elegidas por el gobierno para formar parte del equipo de trabajo se hallaban Carlos Sentis, Pau Roig Giralt, Gabriel Ferratè Pascual, Juan Sardà Dexeus, Gomìs Martì y Joan Botanch. La noticia de esta comisión debería haber tenido un amplio alcance informativo; sin embargo, ésta quedó absolutamente eclipsada por el acontecimiento que tuvo lugar al día siguiente en la cárcel de Segovia, cuando un numeroso grupo de presos políticos y terroristas, 31 en total, se fugaron expectacularmente.

      El seguimiento periodístico de los escapados fue intenso, sospechándose que al menos cuatro de los seis reclusos que habían cruzado la frontera pertenecían a ETA. Sin embargo el activista del MIL, Oriol Solé Sugranyes, no lo consiguió, siendo abatido por las fuerzas de seguridad. Cuando el cadáver llegó a Barcelona, fue recibido, entre otros, por su tío, Josep Solé Sabarís.

      En la homilía del funeral celebrado el 9 de abril, Josep Mª Xirinachs consideró al fallecido como una de las victimas del absurdo retraso de la amnistía, añadiendo estas palabras:

      El 13 de abril de 1976, fue puesto en

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