Jerónimo Muñoz. Víctor Navarro Brotons
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Para la latitud máxima y mínima de la Península da 44º 20’ (Punta de Estaca de Bares de 43º 45’ de latitud) y Tarifa de 36º (correcta). Para la longitud da como puntos extremos el Cabo de Cascais, 2º 19’ desde el meridiano de las Canarias, y Cabo de Creus, 17º 20’, con lo que la Península, entre estos dos extremos, abarcaría 15º 10’, cuando en realidad comprende algo menos de 13º.76
Figura 11
Proyección cordiforme, según Muñoz. (Astrologicarum et Geographicarum institutionum libri sex., copia de Francisco Juan Rubio, Bayerische Staatsbibliothek)
2.3. MUÑOZ Y LA GEOGRAFÍA DESCRIPTIVA: LA DESCRIPCIÓN DE ESPAÑA77
Jerónimo Muñoz fue un erudito inserto plenamente dentro de los parámetros del humanismo; un aspecto que adquiere un especial relieve a la hora de afrontar el estudio de la geografía. No es este el lugar para recordar los acertados comentarios de Eugenio Garin (1981) y de Paul Oskar Kristeller (1982) acerca de la importancia del humanismo y del primer Renacimiento en la reconstrucción de la geografía como disciplina. Por otro lado, en un trabajo anterior ya destacamos la importancia de la recuperación humanista de la geografía de Ptolomeo, un texto al que los estudiosos medievales no habían tenido acceso.78 El interés hacia la geografía respondía a varias motivaciones. Una de ellas, de sesgo más cultural, hunde sus raíces en el intento humanista de recuperación del mundo clásico, en el que una de sus tareas fue la de reconstruir el espacio en que se movieron sus gentes, buscando su pervivencia a través del establecimiento de correspondencias entre los topónimos antiguos y modernos. El modelo lo puso Petrarca con su vocabulario o diccionario De montibus, silvis, fontibus, lacubus, fluminibus, stagnis seu paludibus et de nominibus maris. Así, esta línea de trabajo les alejaba incluso del modelo marcado por los grandes autores clásicos, ya que el objetivo principal era la confección de un minucioso inventario de topónimos a través del estudio sistemático de los textos griegos y latinos. Como vemos, una labor al mismo tiempo historicista y descriptiva, más propia de un cartógrafo que de un geógrafo, en contraste con las amplias descripciones que nos dejaron de los pueblos y lugares relatados los grandes autores clásicos, como sería el caso de Estrabón, quien abarcó tanto las cuestiones descriptivas como las humanas y económicas.79
Pero, por otro lado, el afianzamiento de las monarquías nacionales llevó a una ampliación importante de las fronteras nacionales, y el conocimiento del territorio por parte del poder se convirtió en una necesidad aún mayor si cabe de lo que lo había sido en épocas pretéritas. La cosmografía se tornó una herramienta fundamental para el funcionamiento del nuevo Estado moderno, y en consecuencia las expectativas que había de cubrir eran distintas, aunque no opuestas, a las que intentaban satisfacer los inventarios humanistas. Ahora, lo que hacía falta era obtener un conocimiento lo más amplio y preciso posible de los territorios que quedaban bajo el dominio de un señor y, por lo tanto, no resultaba tan importante conocer cuál podría ser el posible origen de una población como saber su denominación, situación, número de habitantes, fuentes de riqueza, etc. Estas fueron algunas de las preguntas que intentaron responder las famosas Relaciones ordenadas por Felipe II.
La complementariedad de ambos acercamientos se aprecia claramente en el gran monumento cartográfico de la Europa del siglo XVI: el Theatrum Orbis Terrarum de Abraham Ortelius, que alcanzó 42 ediciones entre 1570 y 1612.80 Ciertamente, la función de una obra de estas características era la de ofrecer un acercamiento a la realidad universal del siglo XVI, manifestada en su preocupación por incorporar representaciones de espacios tan alejados como la China o Filipinas, cuyos mapas consiguió Ortelius gracias a los desvelos de su amigo Arias Montano: «Membra suum in corpus, pulchro ast digesta reponens / Ordine, victuris seu dedit unam animam».81 Es decir, «poniendo en orden las partes del mundo y con ello restituyendo a los hombres una sola alma», o, de otro modo, su idéntica dignidad espiritual, premisa de una sola religión, como querían los miembros de la Familia del Amor, a la que pertenecía Ortelio.82 Pues bien, en esta obra, de carácter totalmente contemporáneo, vemos aparecer en el mapa de Valencia topónimos como Durias flumen para referirse al Turia, siguiendo el topónimo de Pomponio Mela. También se denomina a la desembocadura del Palancia: Turulis flumen Ptolomaeus, mientras que en la cabecera se nombra como Morvedre flumen, y al referirse a las Baleares indica: Formentera insula olim Ophiusa y Yvica insula olim Ebisus.
Estas funciones de la geografía fueron asumidas plenamente por Jerónimo Muñoz. Muñoz llevó a cabo una importante labor en el ámbito de la geografía práctica y particularmente en la descripción de España y del País Valenciano. En la obra que comentamos y en otros trabajos, Muñoz se refiere a estas actividades, y a las que al parecer realizó en Francia e Italia. Así, en el contexto de sus críticas a Ptolomeo en la descripción de la Galia, dice: «Igualmente (Ptolomeo) describió muy mal la Galia, pues a Narbona le adscribió 43g. de latitud, cuando tiene casi 44g., y todo lo que está entre Narbona y Montgenebre, que nosotros describimos mediante ángulos de posición, en la medida en que los galos nos lo permitieron, fue descrito por él muy mal» (69r). Asimismo, en sus críticas a la descripción de Italia por Ptolomeo, se refiere también a sus trabajos cartográficos en este país, algunos de ellos realizados acompañando al cardenal Poggio «desde Zaragoza a Roma» (69v), como hemos comentado anteriormente.
Con relación a España, en una carta ya citada de Muñoz a Hagecius de 1574 le decía que en 1549 trabajaba ya en su «descripción», es decir, en la determinación de las coordenadas geográficas de los lugares. Muñoz fue citado en su época como una autoridad en cuestiones de geografía por autores como Escolano, que se refiere varias veces a su Lectura geográfica, de la que menciona a veces el libro y el capítulo, referencia que no se ajusta al texto manuscrito de la Introduccion a la Astronomía y la Geografía.83 También Diago cita varias veces a Muñoz como autoridad, aunque no menciona ninguna obra.84 Por otra parte, su discípulo Pedro Ruiz menciona una Descripción de España de Muñoz de la que sacó una tabla de latitudes, que no figura en ninguna de las dos copias conservadas del manuscrito de la obra que comentamos.85 Esta tabla la utilizaron después autores como Tornamira.86 De todo ello cabe presumir que Muñoz compuso un tratado de geografía descriptiva diferente y acaso más amplio que incluía una «Descripción de España».
De la labor realizada por Muñoz en Francia e Italia no nos queda más que lo que dice en el texto que comentamos. De la realizada en España, se conserva la tabla de latitudes citada y reproducida por Pedro Ruiz y el mapa de la Península y la descripción incompleta y sumaria de España, también incluida en la Introduccion a la Astronomía y la Geografía, sobre la que volveremos. Esta obra contiene un capítulo dedicado al antiguo Reino de Valencia, sobre el que tenemos también otro trabajo de Muñoz, transcrito por M. Dánvila Collado, dedicado a la Descripción de los términos del Reino de Valencia según los nombres de agora y según este tiempo, en el qual la Governación de Orihuela es del reyno. Este texto proporciona datos de las distancias entre lugares y va acompañado de un censo de habitantes de todas las poblaciones del entonces reino.87 A ello hay que añadir los mapas y trabajos para la determinación de los límites municipales y el mapa para determinar la demarcación de los límites del Reino de Valencia hasta la Sierra Negrete.
Para ofrecer un primer análisis de conjunto y una evaluación de la labor geográfica y cartográfica de Muñoz referida a España y al País Valenciano, comenzaremos presentando su tabla de latitudes de localidades