Una historia del movimiento negro estadounidense en la era post derechos civiles (1968-1988). Valeria L. Carbone
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17 Dorothy Roberts, Fatal Invention: How Science, Politics and Big Business Re-Create Race in the Twenty First Century (New York: The New Press, 2011), x.
18 Dorothy E. Roberts, en Jenée Desmond-Harris, “The Biggest Lie about Race? That it’s real”, The Root, 26 July 2011, http://www.theroot.com/articles/culture/2011/07/lies_about_race_dorothy_roberts_and_fatal_invention.htm (consultado en 19 Mar 2014).
19 Dorothy Roberts, Fatal Invention, op. cit., 5.
20 Michel Omi y Howard Winant, “Racial Formations”, en Michel Omi y Howard Winant, Racial Formation in the United States: From the 1960s to the 1990s (New York: Routledge, 1994), 10-12.
21 Barbara J. Fields, “Ideology and Race in American History”, en J. Morgan Kousser y James M. McPherson (eds.), Region, Race and Reconstruction: Essays in Honor of C. Vann Woodward (New York: Oxford University Press, 1982), 150-151.
22 Eugene Genovese, “Interpretaciones de Marx sobre el Sur esclavista”, en B. J. Bernstein, at alia., Ensayos inconformistas sobre los Estados Unidos (Barcelona: Ediciones Península, 1976), 101-156, 112.
23 Manning Marable, “La historia y la conciencia de los negros: la cultura política de la población negra”, en Huellas de Estados Unidos: Estudios, Perspectivas y Debates desde América Latina, n° 2, Feb. 2012, 46. http://www.huellasdeeua.com.ar/ediciones/edicion2/articulo%203.pdf (consultado en 9 Dic 2012).
24 Eugene Genovese, “El Sur esclavista: una interpretación”, en Eugene Genovese, La economía política de la esclavitud (Barcelona: Editorial Península, 1970), 28.
25 Edmund Morgan, Esclavitud y libertad en los Estados Unidos: de la colonia a la independencia (Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2009).
26 Barbara J. Fields, “Slavery, race…”, op. cit., 102.
27 Richard S. Dunn aborda el debate historiográfico relacionado con la sustitución masiva de mano de obra servil por mano de obra esclava y afirma que “Morgan argumenta que para los plantadores de Virginia el trabajo servil resultó más ventajosa [que el trabajo esclavo] hasta la rebelión de Bacon (1676). Yo diría, por el contrario, que los plantadores virginianos se vieron excluidos del comercio de esclavos hasta 1680 porque, siendo menos acaudalados que los de Barbados, no podían permitirse el lujo de comprar grandes remesas de esclavos; y porque los traficantes de esclavos africanos preferían mantenerse alejados del continente, siempre y cuando pudieran vender sus esclavos en forma expeditiva en las islas. (…) fue la dramática expansión del comercio de esclavos después de 1689 la que dio a los virginianos su oportunidad”. Richard S. Dunn, “American Slavery--American Freedom: The Ordeal of Colonial Virginia by Edmund S. Morgan”, en The William and Mary Quarterly (33), n° 4 (Oct 1976), 671.
28 Ira Berlin, “Tiempo, espacio y evolución de la sociedad afroamericana en Nueva Inglaterra”, en Víctor A. Arriaga, et. Al. Estados Unidos visto por sus historiadores (I) (México: Instituto Mora, Universidad Autónoma Metropolitana, 1991), 103-151, 140.
29 Edmund Morgan, op. cit., 369-370.
30 Los funcionarios coloniales y la elite terrateniente diseñaron políticas para apropiarse de las tierras fértiles en la zona costera. Los siervos libres se vieran obligados a arrendar tierras a los terratenientes (y de ese modo continuar trabajando para su enriquecimiento) o radicarse en las zonas fronterizas, alejadas del transporte de agua y expuestas a las represalias de los indígenas, quienes resentían esa nueva usurpación de los que los habían expulsado de las costas. Barbara J. Fields, “Slavery, Race…”, op. cit., 105.
31 Según la “Declaración del Pueblo de Virginia”, los rebeldes (“blancos pobres y negros libres y descontentos”) exigieron la expulsión de los indígenas de la frontera, así como el fin del “corrupto” y “tirano” gobierno de Berkeley: un gobierno que se negaba a adoptar medidas para proteger a los colonos de los ataques nativos, tenía capitales e intereses invertidos en el comercio de pieles indígenas, y cobraba impuestos coloniales excesivos e injustificados. Nathaniel Bacon, “Declaration of Nathaniel Bacon in the Name of the People of Virginia, July 30, 1676”, en Massachusetts Historical Society Collections (9), 4th Ed. (1871), 184–87, Van Pelt Library, UPENN.
32 Edmund Morgan, op. cit., 319.
33 Dorothy Roberts, Fatal Invention, op. cit., 10-11.
34 Edmund Morgan, op. cit., 375.
35 Mientras que Morgan rastrea los orígenes del racismo estadounidense en las colonias inglesas de América del Norte del siglo XVII, otro clásico de la historiografía, Reginald Horsman, afirmó que aunque el concepto de una raza anglosajona distinta y superior, con una dotación innata que la capacitaba a alcanzar la perfección en sus instituciones gubernamentales y el predominio mundial, fue producto de la primera parte del siglo XIX (período de la expansión hacia el oeste), las raíces de esta idea se remontan a los siglos XVI y XVII. Si bien el autor no analiza cómo esta ideología fue utilizada para proteger los intereses de una clase o grupo dentro de la sociedad estadounidense, sino que se enfoca específicamente en “cómo afectó el curso de la expansión norteamericana”, resulta relevante exponer brevemente su argumento para comprender los orígenes del anglosajonismo racial norteamericano. Según Horsman, entre 1530 y 1730 se creó una visión mítica del buen gobierno y del pasado inglés absorbida, naturalizada y reproducida por los colonos ingleses. Esta visión mítica era un “consenso general en que la Inglaterra de los anglosajones había sido un país cuyos ciudadanos estaban protegidos por buenas leyes y en que habían florecido las instituciones representativas y el juicio por jurados”, una visión de una heroica Inglaterra sajona, democrática, amante de la libertad y donde prevalecían los derechos naturales del hombre. Según el autor, esta idea se vio reconfigurada en la segunda mitad del siglo XVIII siguiendo un nuevo mito racial: la noción de que características raciales superiores eran el origen de instituciones poderosas, y que – por ende – características raciales inferiores eran la razón de instituciones débiles.