La transición española. Eduardo Valencia Hernán
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Respecto al derecho de autonomía, no se comprometían más allá del restablecimiento del estado de derecho y fue por eso por lo que las diferentes resoluciones iban encaminadas en la defensa de los derechos humanos partiendo de una amnistía total, aunque cabe decir que el reconocimiento del hecho nacional catalán fue esencial y aceptado mayoritariamente para abrir vías y solucionar este problema que pasaba por el derecho de autodeterminación. En cuanto al marco geográfico de la asamblea, se partió de un ámbito exclusivo en Cataluña sin renunciar a nuevas expectativas.
Es importante señalar que todas las propuestas presentadas por los grupos políticos respecto a lo anteriormente tratado fueron tomadas en consideración, aunque, honestamente, las que defendían posiciones diferentes a la línea marcada fueron relegadas en su totalidad del acuerdo final. En este sentido, Miquel Sellarès202, representante del sector «pujolista» y posteriormente convergente, señalaba que en los primeros contactos entre los partidos existía un cierto clima de desconfianza entre los grupos participantes en la Asamblea, como así lo señala en una conversación con Jordi Pujol semanas antes del 7 de noviembre de 1971:
«Bien, ¿dinos que actitud hemos de tener con la Asamblea de Cataluña? No podemos seguir en la indefinición. ¿Participamos, sí o no? Jordi Pujol: Bien, si tú lo crees, sigue. Pero, por ahora, no digas a quien representas o si representas alguna cosa. ¿No estás en la Asamblea Democrática de la Sagrada Familia? Pues ves con esta representación. Observa y después veremos que hacemos.»203
Sin embargo, es en su artículo titulado «El Pujolisme i L’Assemblea», donde Sellarés expresa con sinceridad su participación en la Asamblea y la implicación de su propio partido:
«La verdad —dice Sellarés— es que el pujolismo no tuvo interés en la Asamblea de Cataluña y toda su participación podría reducirse a mi actuación y a un pequeño grupo de militantes de CDC que me ayudaron, ya que el pujolismo histórico tenía miedo de ser instrumentalizado por comunistas y las fuerzas populares más dinámicas (…). Miquel Esquirol, juntamente conmigo, fuimos de los primeros detenidos antes de la I Sesión Plenaria (…). También es de reconocer el soporte recibido de algunos hombres del catalanismo popular, de los grupos de comarcas de Convergencia, principalmente los de El Masnou, Manresa, Mataró con los que se constituyó dentro del partido el equipo de Instàncies Unitàries (1976) que coordinaba a todos los representantes de las asambleas locales.»204
De nuevo, Miquel Sellarés destaca en sus comentarios a compañeros como Jaume Camps, Miquel Roca i Junyent y Francesc Gordo. Para él, en aquel grupo de cuatro o cinco mil primeros militantes fue donde radicó la verdadera corriente nacionalista y no en lo que fue en 1981, un partido de centro-derecha sin negar sus claros contenidos autonomistas. Por otro lado, según cuenta Sellarés, los primeros contactos con los comunistas fueron con Rosa Flos y Antoni Gutiérrez Díaz, ambos del PSUC, a través del abogado laboralista Josep Solé Barberà. Sin embargo, estas relaciones provocaron en Sellarés una cierta incomprensión por parte de sus compañeros de partido, que le tacharon de «submarino de los comunistas», ya que desde su visión los objetivos configurados por la asamblea eran vistos como irrealizables, debido a que de momento no se percibía ni una rápida decadencia del franquismo ni un nivel reivindicativo importante en la población, que según Jordi Pujol era bastante bajo. No obstante, sorprendió que dentro de la samblea, la relación de confianza entre responsables comunistas y representantes convergentes, llegase hasta el punto de establecer relaciones personales directas, hecho que rompió la desconfianza ideológica de lo que ellos representaban tanto en el exterior como en el interior, aunque esta situación no contradecía que Jordi Pujol tuviera claro que era necesario salir de lo que representaba la Asamblea para comenzar a potenciar la idea de participar activamente en un posterior Consell de Forces Polítiques de Catalunya (CFPC), en detrimento de la propia Asamblea.
Jordi Pujol no participó en ningún acto de la Asamblea, evitando además asistir a cualquier tipo de reunión en la que asistiesen los comunistas, decisión que causó cierto desasosiego en Miquel Sellarés, que al participar en la I Sesión de la Asamblea de Cataluña, se planteó sus primeros interrogantes ideológicos por sentirse más cercano a los compañeros de los diversos sectores populares que a los de su propio partido; no obstante, su labor dentro de la Asamblea y sus contactos con otras organizaciones políticas estatales en representación de su partido no fueron desdeñables, pues sus contactos con dirigentes del País Vasco como Jon Ajuriaguerra, Santi Brouard y la colaboración con Josep Benet en la tarea de la lucha unitaria del pueblo de Cataluña no pasó desapercibida. Miquel Sellarès comenzó siendo el representante de los denominados «núcleos del entorno de Jordi Pujol», y después de CDC. Su primer contacto con la Asamblea fue en el año 1970 a través de la Assemblea Democrática del Barri de la Sagrada Familia, aunque desde 1968 estaba trabajando clandestinamente a través del Centre d’Informació, Recerca i Promoció (CIRP), ligada a Jordi Pujol para ayudar a construir el país; dicha organización desapareció en 1972. También colaboró con el Grup Català a l’Escola, Cristians Catalunya (CC) y en el entorno de Josep Pallach205.
La visión democristiana sobre los inicios de la Asamblea la aporta el militante de UDC, Francesc de Borja Aragay206. Sus contactos con el movimiento asambleario se basaron en la línea de actuación de su partido, que buscaba la apertura y el entendimiento sin exclusiones entre las fuerzas políticas, incluyendo las comunistas. Entre febrero y marzo de 1968 tuvo su primer encuentro formal con el socialista Joan Reventós en su residencia de Can Carner (El Vendrell); allí trabajaron sobre los siete puntos básicos del borrador del documento base de la Comisión Coordinadora que entre otros aspectos establecía el principio de autoexclusión, o sea, solo resultaría ausente quien no quisiera participar, ratificado en el Consell Nacional de UDC en el otoño de 1968. Con la detención a principios de 1969 de Miquel Coll i Alentorn, Ferran Camps, Jaume Padrós, Llibert Cuatrecasas y otros, se tuvo la impresión por algunos miembros del partido de que se había llegado demasiado lejos en el nuevo proyecto de colaboración; sin embargo, pese a las discrepancias internas, se siguió publicando la revista Determini, órgano difusor del partido, y asistiendo a las reuniones de la Coordinadora. La representación de la UDC en la CCFPC recaía en Francesc de Borja Aragay, en alternancia con Joan Vallvé y, a veces, con Albert Vila.
En estas circunstancias de desavenencias internas, entre 1970 y y 1971, y a propuesta del PSUC, la Comisión Coordinadora lanzó la idea de ir hacia la Asamblea en vista de la experiencia que la Taula Rodona tuvo con la Caputxinada; sin embargo, tras las detenciones de compañeros en la frustrada I sesión de la Asamblea del 25 de mayo de 1971, se produjo un intenso debate interno entre los democristianos, concluyendo la situación con la retirada momentánea de UDC de la Comisión Preparatoria aunque un día antes del acto fundacional de la Asamblea, la UDC se reincorporase de nuevo a la Comisión en el domicilio de Pere Fages en la Gran Vía, n.º 700 de Barcelona. Al día siguiente, figuraron dos representantes de Unió en la presidencia de la reunión histórica celebrada en la iglesia de San Agustín de Barcelona: Albert Vila y Francesc de Borja Aragay. Se presentó un comunicado a la mesa y se hizo saber que aquel día se cumplía el XL aniversario de su fundación, el 7 de noviembre de 1931, realzando el sentido democrático, antifranquista, y el reencuentro y la afirmación de la personalidad nacional de Cataluña.
El mes de marzo de 1971 no destacó precisamente por las detenciones políticas efectuadas, pues solo es necesario repasar la hemeroteca y observar día sí, día no, las actuaciones represoras efectuadas por las fuerzas del orden en todo el país. Uno de los afectados fue el sociólogo Amando de Miguel que fue procesado y condenado por supuestas injurias al Ejército, al parecer detectadas en un artículo suyo que fue publicado