La transición española. Eduardo Valencia Hernán
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213. FRC, AJR, «Comissió Coordinadora de Forces Polítiques de Catalunya», Carpeta 104/21-22, 1-5-1971.
La convocatoria frustrada de la I Sesión de la Asamblea de Cataluña
La Comisión Preparatoria de la Asamblea de Cataluña decidió convocar la I Sesión de la Asamblea de Cataluña la mañana del domingo 23 de mayo de 1971 en la parroquia barcelonesa de Cristo Rey situada en la plaza de los Jardines de Elche. Francesc Vila-Abadal, en su condición de canónigo, era el encargado de buscar un lugar adecuado para la reunión, mientras que Vicenç Ligüerre y Arturo Fernández fueron los responsables de seguridad del acto214. Todo parecía preparado para el gran acontecimiento, el día tan deseado había llegado y, sin embargo, nadie podía imaginar el desenlace tan infortunado que tendría aquella reunión.
A pesar de la dudosa fuente sobre el origen de la información, parece ser que la policía y también la Falange conocían de antemano el lugar de la convocatoria, probablemente mediante confidentes, que consiguieron información a través de algunos de los principales activistas de la Asamblea: Juan Colominas Puig, Josep Andreu Abelló, Joan Reventós, Mariano Vila-Abadal y Antonio Gutiérrez Díaz, ya que estos, a su vez, estaban siendo vigilados desde hacía tiempo en su lugar de reuniones sita en la calle Balmes, n.º 349215; no obstante, el plan siguió adelante.
En la reunión asamblearia estaba previsto el primer encuentro de representantes de todos los sectores políticos y sociales adheridos a la plataforma, efectuándose la convocatoria a través de la difusión de diez mil octavillas por toda Cataluña; sin embargo, debido a las causas antes mencionadas, el primer intento resultó fallido al presentarse la policía216. Según el atestado de la Brigada de Investigación Social (BIS), la convocatoria oficial fue en la Plaza Sanllehí, a las doce y cuarto del mediodía. Los convocados iban acudiendo con el número extraordinario dedicado a China de la revista Agermanament donde cada uno llevaba una contraseña personal. En la plaza de los Jardines de Elche, la policía detectó al abogado Agustí de Semir junto con los clérigos Jordi Llimona y Josep Mª Vidal Aunós, lo que aseguró a las fuerzas del orden el lugar del encuentro. Ante la sorpresa y estupor, los allí reunidos, al menos los que pudieron, se dispersaron rápidamente sin plantear resistencia, dejando un nuevo intento para más adelante. No obstante, tres personas tuvieron que quedarse escondidas durante seis horas, rodeadas por la policía, en la parroquia de Cristo Rey, según comentó Xirinachs, y solo cuando desapareció el peligro pudieron salir tranquilamente.
Otras versiones sobre lo acontecido lo amplían más al detalle los propios participantes del encuentro. Así, por ejemplo, Antonio Gutiérrez, que estuvo presente en el acto, nos explica:
«En el intento de la Primera Asamblea que se habría de hacer en la parroquia de Cristo Rey (Sant Andreu-Meridiana), aquí nos ayudó mucho el futuro obispo auxiliar, Mossén Joan Carrera Planas, ya que yo tenía una hernia discal e iba cojo. No me detuvieron por suerte porque el rector me escondió en su casa cuando la policía nos rodeaba.»217
Sin embargo, la versión de Francesc de Borja Aragay arroja algunas dudas sobre los hechos:
«A las 7:45 horas de la mañana del 25 de mayo de 1971 se encontraban en la gasolinera de la Meridiana, al otro lado de la iglesia de Cristo Rey, Antoni Gutiérrez Díaz y Francesc de B. Aragay (pienso que decía la verdad: hasta aquel momento, únicos conocedores del lugar) para enviar desde allí los que iban a los lugares de contactos previos de los convocados. También estuvieron dos miembros de UDC, Albert Vila y otra vez Aragay los que a las 13:30 recogieron, previa cita, en un bar de la Plaza de la Sagrada Familia los siete miembros de Justicia Democrática que habían de asistir al acto, jueces, fiscales, secretarios de juzgado que por el alto riesgo de ser reconocidos entrarían últimos en la reunión y saldrían los primeros. El propio fiscal de guardia de aquel domingo, José María Mena Álvarez, abandonó su servicio para asistir a la constitución de la asamblea. Que infortunio tuvieron al aparcar unos coches de la policía a su lado en el lugar donde los habían dejado para comprobar que incidencia dificultaba el paso según los sistemas preestablecidos.»218
El socialista de la FSC-PSOE, Francisco Parras, complementa la información añadiendo:
«La mayoría de los convocados fueron alertados de esa eventualidad, entrando en el Canódromo de la Meridiana, soportando más de una sesión de carreras de galgos hasta ver el horizonte policial despejado (al parecer otros tuvieron la misma idea, entre ellos Miquel Sellarés). La reunión estaba prevista hacerla en la parroquia de Cristo Rey de San Andrés-Meridiana, local que había facilitado el hoy obispo Joan Carrera Planas.»219
Para otro socialista, Joan Reventós, representante de CSC, el acto fallido se debió a una falta de valoración rigurosa por la utilización de un local muy frecuentado por los movimientos obreros, hecho que había sido presentado por los socialistas como rechazo al lugar del encuentro. Al darse la orden de dispersión, fue quemada toda la documentación disponible en el local de la iglesia; después, poco a poco, y cada uno por su lado, se fue reuniendo el núcleo central de la Comisión Preparatoria en el restaurante de la Font de les Orenetes (dels Ocellets según Batista) en Pedralbes, donde se comentaron los hechos.
Las represalias habituales no se hicieron esperar, pues el 29 de mayo fueron detenidos: Claudi Martí Plá, Josep Casanovas Guitart, Lluís Mª Sunyer Vilar, Josep Mª Anglada d’Abadal y Carles Caussa, todos ellos en la plaza de Narcís Oller; y al poco tiempo corrieron la misma suerte Isabel Saló, Evaristo Manzano Pérez, José Ríos Conejero, José Espar Ticó, Marià Vila-Abadal y su hermano Francesc, Joan Colominas Puig y Josep Andreu i Abelló. Esta vez los detenidos tuvieron suerte y, tras un breve espacio de tiempo, todos fueron puestos en libertad excepto Evaristo Manzano. Lo curioso del caso fue que, entre los que pudieron escapar de la convocatoria, se encontraba José Mª Mena, representante de Justicia Democrática, que como fiscal de guardia, tendría que haber efectuado las primeras diligencias sobre los anteriores detenidos220.
Pasado algún tiempo, la Comisión Preparatoria se reunió de nuevo con ánimos renovados y con una serie de cambios producidos en la organización, participando esta vez representantes de la CCFPC, CC.OO., Taula Rodona, Representantes de Ambientes Cristianos, intelectuales, estudiantes, Comisión de Solidaridad, Comunidades Cristianas, PSAN, Bandera Roja (BR), que expresó sus reservas sobre el contenido ideológico del programa, la Federación Socialista de Cataluña-PSOE (FSC-PSOE) y otras organizaciones profesionales, médicos, ingenieros, licenciados, abogados, profesores numerarios de la Universidad; también estuvieron presentes algunos representantes de la payesía, Comisiones de Barrio de Barcelona, completándose la asistencia con hombres y mujeres del ámbito regional catalán, de Lérida, de Tortosa, Reus, Tarragona, Manresa, Garraf, Alto Panadés, Mataró, Sabadell y del Vallés Oriental.
La reunión transcurrió con normalidad y, tras un intenso debate se acordó por unanimidad dar prioridad de nuevo a la realización de la I Sesión de la Asamblea, ya que, dada la situación política, se aconsejaba su aceleración en vista a la estructuración de un proceso unitario amplio que permitiera intensificar las acciones contra la represión mediante la solidaridad y el trabajo responsable, de esta forma la cuenta atrás se ponía en marcha aunque las precauciones y la vigilancia no fuera la misma.
Por otro lado, la actividad política antifranquista había continuado en los meses sucesivos con un ritmo acelerado, llevando la Comisión Coordinadora en cierta manera la iniciativa reivindicativa basada en aquellos días sobre las próximas elecciones a Cortes. A tal efecto, la Comisión propuso la abstención a los comicios mediante un eslogan al efecto, «Abstenció. No voteu», con la esperanza de que el silencio popular aislara al régimen. A decir verdad, el gobierno no sentía la mínima preocupación y siguiendo la rutina estival ya se había concedido el merecido descanso, paralizando su actividad política, incluso la represora, hasta la llegada del otoño.
A comienzos