La transición española. Eduardo Valencia Hernán

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La  transición española - Eduardo Valencia Hernán

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después de haberse celebrado el II Congreso de los comunistas catalanes en 1965 en el que se dieron pasos serios hacia la unidad de las fuerzas políticas antifranquistas, desplegándose una actividad persistente y organizada dirigida a lograr la unidad de toda la oposición española. Esta estrategia unitaria también fue asimilada por los integrantes del Moviment Socialista de Catalunya (MSC), en el que uno de sus dirigentes, Joan Reventós, tenía especial protagonismo486. Así pues, desde el principio se acordó entre todos los miembros que participaban en ese proyecto unificador el crear los medios materiales y políticos para el comienzo de un diálogo basado en la convergencia y no sobre la confrontación de ideas y fines políticos con el objetivo de asumir, bajo una acción unitaria, la posibilidad de articular la oposición contra el régimen, llegando a la conclusión de convocar una asamblea representativa de toda entidad que se moviera en Cataluña con un sentido democrático y antifascista, aunque, en ese sentido cabe decir que las fuerzas políticas catalanas habían dado pasos importantes en la coordinación de su acción y ocupaban un lugar de vanguardia en la búsqueda del acuerdo general de la oposición española que los comunistas denominaban Pacto para la Libertad. Bastaba recordar que para apreciar esos progresos alcanzados tendríamos que remitirnos de nuevo a las resoluciones del Congreso del PSUC en donde se hacía un llamamiento a todos los partidos y grupos de oposición catalana para elaborar juntos un proyecto de programa de alternativa política a la dictadura. En dicho informe se afirmaba que, desde hacía años, el PSUC mantenía relaciones amistosas con el MSC, el Front Nacional de Catalunya (FNC) y otros grupos políticos y, como consecuencia de esos contactos, poco tiempo transcurrió hasta la creación en Barcelona de la Taula Rodona que funcionó como una Comisión Cívica abierta en la que se encontraban dirigentes y personalidades de la más diversa significación.

      Sin duda, el punto de inflexión de esta actividad unitaria en Cataluña fue la constitución en 1969 de la CCFPC sobre la base de un programa que ofrecía una alternativa democrática a la dictadura y que era favorablemente aceptada por organizaciones tan diferentes a ella, efecto que condujo posteriormente a la creación de un proyecto superior de organización unitaria que llevaría por nombre la Asamblea de Cataluña.

      Esta plataforma fue concebida como un posible marco de diálogo, de confluencia y coordinación de esfuerzos, no solo de los partidos sino también de los movimientos sociopolíticos de oposición y de todas las organizaciones, entidades y personas interesadas en el cambio democrático prefigurado en el programa de alternativa de la propia Comisión.

      Por otra parte, la CCFPC buscó y mantuvo formas de relación bilateral y multilateral con partidos y grupos de la oposición que no estaban en ella, como la Federación Catalana del PSOE (FSC-PSOE), el Partit Socialista d’Alliberament Nacional (PSAN), los carlistas, los monárquicos, la Organización Comunista de España. Bandera Roja OCE (BR), el Partido Comunista de España (marxista-leninista) PCE (m-l), etc., a la vez que se esforzó por relacionarse y debatir con los partidos y grupos de la oposición democrática de las demás tierras de España. Con este fin, representantes de la CCFPC se desplazaron a Madrid, Valencia, Canarias, Baleares, Zaragoza, Galicia, País Vasco, Sevilla y otras partes de España para establecer relaciones con organismos unitarios o de coordinación de la oposición antifranquista, intentándose concluir en un pacto entre toda la oposición española para crear formas de coordinación a escala nacional.

      También fue a partir de ese momento cuando comenzó a tener protagonismo una nueva plataforma unitaria surgida de la famosa «tancada de Montserrat», fruto de las protestas realizadas contra el Proceso de Burgos, a finales de 1970. Era la llamada Asamblea de Intelectuales, una organización que llegó a tener una influencia muy intensa en la Asamblea a lo largo de su existencia, incluso su aportación llegó a ser decisiva en la propuesta del texto de la I Sesión de la A. C. referida a los cuatro puntos programáticos donde los apartados dirigidos a: las libertades, el acceso del pueblo al poder político y económico y, lo referente a la polémica sobre la vía al derecho de autodeterminación, provenía de ellos.

      Sorprendentemente, esta organización que estaba formada en gran parte por una amplia representación del elitismo cultural catalán y, pese a su carácter burgués, fue también solidaria con el movimiento obrero, ayudando económicamente en numerosas ocasiones a trabajadores que estaban en huelga o encarcelados.

      En definitiva, está demostrado por los argumentos hasta ahora presentados la importancia que tuvo la Asamblea en el desarrollo político y social de Cataluña y de España. Una afirmación que está avalada por diferentes razones históricas que acreditan a este organismo como el germen de muchas de las iniciativas políticas que continuaron tras su desaparición, incluso el desarrollo del propio Estatuto de Cataluña surgieron de las propuestas y conclusiones que cristalizaron dentro de esta plataforma unitaria en un teórico espíritu de diálogo abierto y no excluyente que era en esencia la premisa para participar en este organismo aunque a lo largo de este trabajo veremos que la realidad fue otra.

      Hasta la publicación de este trabajo de investigación, la única tesis doctoral sobre la Asamblea de Cataluña fue la realizada por Ricard Bernad.

      En sus escritos Bernad afirmaba que el catalanismo popular antifranquista definía a la Asamblea y que el PSUC ejercía su hegemonía sobre ella, mientras que la presencia de otros partidos provenientes de una raíz socialista estatal, como el Moviment Socialista de Catalunya (MSC) junto con la Federación Catalana del PSOE (FSC-PSOE), era testimonial y de escasa incidencia.

      A este respecto, cabe decir en primer lugar que no parece acertado considerar al MSC como un partido socialista de raíz estatal, sobre todo si consideramos las fuertes discrepancias existentes entre este y la Federación Socialista Catalana que representaba al PSOE en Cataluña. Este razonamiento se confirma de nuevo cuando el Moviment Socialista, ya transformado en Convergencia Socialista de Catalunya (CSC), intenta formar parte de la Conferencia Socialista Ibérica y es vetada su incorporación por el PSOE, o más claramente cuando se ponen de manifiesto dentro de la Asamblea las contradicciones entre ambos proyectos socialistas: por un lado la apuesta de CSC favorable al Estatuto de Cataluña y a la transversalidad identitaria inherente a la Asamblea desde su inicio; y por el otro, la FSC-PSOE, que era contraria a esta posición, pues mientras el primero lo consideraba esencial para la lucha democrática y socialista, el segundo simplemente lo contemplaba como desfasado.

      En segundo lugar, tampoco es razonable aceptar que la influencia y el protagonismo de ambas organizaciones socialistas dentro de la Asamblea fuese algo más que testimonial ya que entraría en contradicción con la constante participación de sus representantes en ella aunque fuese evidente que muchas de las propuestas aportadas a la Asamblea, sobre todo por la Federación Socialista, eran sistemáticamente derrotadas y no tenidas en consideración en el órgano de dirección de la Comisión Permanente de la Asamblea de Cataluña (CPAC), pues existía lógicamente una disparidad de criterio

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