La transición española. Eduardo Valencia Hernán
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Sin duda, el punto de inflexión de esta actividad unitaria en Cataluña fue la constitución en 1969 de la CCFPC sobre la base de un programa que ofrecía una alternativa democrática a la dictadura y que era favorablemente aceptada por organizaciones tan diferentes a ella, efecto que condujo posteriormente a la creación de un proyecto superior de organización unitaria que llevaría por nombre la Asamblea de Cataluña.
Esta plataforma fue concebida como un posible marco de diálogo, de confluencia y coordinación de esfuerzos, no solo de los partidos sino también de los movimientos sociopolíticos de oposición y de todas las organizaciones, entidades y personas interesadas en el cambio democrático prefigurado en el programa de alternativa de la propia Comisión.
Por otra parte, la CCFPC buscó y mantuvo formas de relación bilateral y multilateral con partidos y grupos de la oposición que no estaban en ella, como la Federación Catalana del PSOE (FSC-PSOE), el Partit Socialista d’Alliberament Nacional (PSAN), los carlistas, los monárquicos, la Organización Comunista de España. Bandera Roja OCE (BR), el Partido Comunista de España (marxista-leninista) PCE (m-l), etc., a la vez que se esforzó por relacionarse y debatir con los partidos y grupos de la oposición democrática de las demás tierras de España. Con este fin, representantes de la CCFPC se desplazaron a Madrid, Valencia, Canarias, Baleares, Zaragoza, Galicia, País Vasco, Sevilla y otras partes de España para establecer relaciones con organismos unitarios o de coordinación de la oposición antifranquista, intentándose concluir en un pacto entre toda la oposición española para crear formas de coordinación a escala nacional.
La visión que se tenía desde la oposición no identitaria del significado y el impacto popular ejercido por la CCFPC sobre la clase trabajadora y estudiantil fue más bien negativa y de escasa atracción sobre estos, por lo que no fue nada sorprendente que posteriormente la Comisión abriese el abanico a todos los entes y personas que se pronunciaban contra la Dictadura y que deseaban luchar por su eliminación487.
También fue a partir de ese momento cuando comenzó a tener protagonismo una nueva plataforma unitaria surgida de la famosa «tancada de Montserrat», fruto de las protestas realizadas contra el Proceso de Burgos, a finales de 1970. Era la llamada Asamblea de Intelectuales, una organización que llegó a tener una influencia muy intensa en la Asamblea a lo largo de su existencia, incluso su aportación llegó a ser decisiva en la propuesta del texto de la I Sesión de la A. C. referida a los cuatro puntos programáticos donde los apartados dirigidos a: las libertades, el acceso del pueblo al poder político y económico y, lo referente a la polémica sobre la vía al derecho de autodeterminación, provenía de ellos.
Sorprendentemente, esta organización que estaba formada en gran parte por una amplia representación del elitismo cultural catalán y, pese a su carácter burgués, fue también solidaria con el movimiento obrero, ayudando económicamente en numerosas ocasiones a trabajadores que estaban en huelga o encarcelados.
Decididamente la Asamblea fue la culminación de ese proceso unitario deseado por la mayoría de los antifranquistas en Cataluña y, a la vez, una rica experiencia innovadora en la lucha contra el régimen. Desde su gestación se intentó agrupar a toda la oposición democrática catalana en un sólido marco de convergencia en el que era posible, sin abdicar sus participantes de ninguno de sus objetivos a largo plazo, encontrar unos fines políticos inmediatos y comunes que pasaban por conducir y catalizar las luchas contra el franquismo y, por consiguiente, posibilitar el tránsito hacia un sistema democrático. Por otro lado, también se quiso estar abierto a cualquier organización política, sindical, social, legal o clandestina afín a sus principios fundacionales con el fin de mantener y, eventualmente, desarrollar una actividad contra la dictadura franquista, reconociendo la opresión a la que se estaba sometido488.
En definitiva, está demostrado por los argumentos hasta ahora presentados la importancia que tuvo la Asamblea en el desarrollo político y social de Cataluña y de España. Una afirmación que está avalada por diferentes razones históricas que acreditan a este organismo como el germen de muchas de las iniciativas políticas que continuaron tras su desaparición, incluso el desarrollo del propio Estatuto de Cataluña surgieron de las propuestas y conclusiones que cristalizaron dentro de esta plataforma unitaria en un teórico espíritu de diálogo abierto y no excluyente que era en esencia la premisa para participar en este organismo aunque a lo largo de este trabajo veremos que la realidad fue otra.
Hasta la publicación de este trabajo de investigación, la única tesis doctoral sobre la Asamblea de Cataluña fue la realizada por Ricard Bernad.
En sus escritos Bernad afirmaba que el catalanismo popular antifranquista definía a la Asamblea y que el PSUC ejercía su hegemonía sobre ella, mientras que la presencia de otros partidos provenientes de una raíz socialista estatal, como el Moviment Socialista de Catalunya (MSC) junto con la Federación Catalana del PSOE (FSC-PSOE), era testimonial y de escasa incidencia.
A este respecto, cabe decir en primer lugar que no parece acertado considerar al MSC como un partido socialista de raíz estatal, sobre todo si consideramos las fuertes discrepancias existentes entre este y la Federación Socialista Catalana que representaba al PSOE en Cataluña. Este razonamiento se confirma de nuevo cuando el Moviment Socialista, ya transformado en Convergencia Socialista de Catalunya (CSC), intenta formar parte de la Conferencia Socialista Ibérica y es vetada su incorporación por el PSOE, o más claramente cuando se ponen de manifiesto dentro de la Asamblea las contradicciones entre ambos proyectos socialistas: por un lado la apuesta de CSC favorable al Estatuto de Cataluña y a la transversalidad identitaria inherente a la Asamblea desde su inicio; y por el otro, la FSC-PSOE, que era contraria a esta posición, pues mientras el primero lo consideraba esencial para la lucha democrática y socialista, el segundo simplemente lo contemplaba como desfasado.
En segundo lugar, tampoco es razonable aceptar que la influencia y el protagonismo de ambas organizaciones socialistas dentro de la Asamblea fuese algo más que testimonial ya que entraría en contradicción con la constante participación de sus representantes en ella aunque fuese evidente que muchas de las propuestas aportadas a la Asamblea, sobre todo por la Federación Socialista, eran sistemáticamente derrotadas y no tenidas en consideración en el órgano de dirección de la Comisión Permanente de la Asamblea de Cataluña (CPAC), pues existía lógicamente una disparidad de criterio