La transición española. Eduardo Valencia Hernán
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«Franco ha muerto, el tirano ha desaparecido, pero no la tiranía. Esta, los herederos del franquismo intentarán perpetuarla con la maniobra continuista de Juan Carlos (…) Ciudadanos: Esta es una hora histórica, una hora trascendental. Es la hora de demostrar que nuestro pueblo es capaz de restablecer por vía pacífica la democracia y las libertades nacionales y sindicales (…) La Asamblea, declara que es posible establecer por vía pacífica un régimen democrático en Cataluña y en todos los pueblos del Estado español. El pueblo de Cataluña llama a preparar la gran movilización popular pacífica que ha de hacerlo posible, bajo la consigna de ¡POR LA CONQUISTA DE LA DEMOCRACIA!»470
La reacción internacional ante el primer discurso del rey fue positiva. Tanto fue así, que acto seguido, desde el día 25 se recibieron telegramas de adhesión junto con peticiones de amnistía, sospechándose en los medios informativos que ya existía un borrador con el decreto de indulto. Finalmente, aunque no resultó lo esperado, el día 26 de noviembre se decretó el primer indulto real, donde todas las penas de muerte fueron conmutadas, llegando la gracia a la extinción total de las condenas de hasta tres años y parcialmente las superiores.
Ante este nuevo aire de apertura, el comunicado oficial proveniente de las Cortes franquistas ponía cada cosa en su sitio, dando a entender las dificultades que se habrían de superar: «No se inicia un nuevo régimen, sino una nueva etapa bajo la Monarquía»471.
Los conflictos laborales y universitarios continuaban su curso ascendente en toda España como un síntoma inequívoco de que el cambio político no afectaba, al menos a corto plazo, a los problemas económicos del país. En Santander, una semana después de la muerte del Caudillo, cuatro mil trabajadores de la empresa General Española del Caucho, seguían encerrados472. Y, mientras tanto, la crisis del Sahara Español iba entrando en la fase terminal. En efecto, el 28 de noviembre las tropas marroquíes entraron en la ciudad de Smara precipitando la ocupación, y el 12 de diciembre ya estaban en El Aaiún. El general Gómez de Salazar, responsabilizando en cierta forma al Frente Polisario, pronunció una de sus últimas frases gloriosas: «España tiene la conciencia tranquila»473.
Después de la proclamación del rey, tanto la política oficial y de oposición aceleraron sus procesos. El 3 de diciembre Torcuato Fernández Miranda fue nombrado presidente de Las Cortes mientras la rumorología acostumbrada proponía nuevos candidatos al primer gobierno del rey. Este se decidió por la continuidad y Carlos Arias Navarro fue confirmado como jefe del gobierno. Sin embargo, antes de la publicación del nuevo gabinete, ya se anunciaba el nuevo síntoma de freno a la evolución democrática, indicando que no habría reforma administrativa. El día 12 se presentó la lista de los nuevos ministros. Estos eran: Carlos Arias Navarro (presidente); teniente general Fernando de Santiago y Díaz de Mendíbil (vicepresidente para Asuntos de la Defensa); Manuel Fraga Iribarne (vicepresidente, Interior y Gobernación); Juan Miguel Villar Mir (Economía y Hacienda); José Mª Areilza (Asuntos Exteriores); Antonio Garrigues y Díaz Cañabate (Justicia); teniente general Félix Álvarez-Arenas y Pacheco (Ejército); almirante Gabriel Pita Da Veiga (Marina); Antonio Valdés González Roldán (Obras Públicas); Carlos Robles Piquer (Educación); José Solís Ruiz (Trabajo); Carlos Pérez de Bricio (Industria); Virgilio Oñate Gil (Agricultura); teniente general Carlos Franco Iribarnegaray (Aire); Leopoldo Calvo Sotelo y Bustelo (Comercio); Adolfo Martín Gamero (Turismo); Francisco Lozano Vicente (Vivienda); Alfonso Osorio García (Presidencia); Rodolfo Martín Villa (Relaciones Sindicales) y Adolfo Suárez (Secretaria General del Movimiento)474.
Las primeras declaraciones del nuevo gobierno hablaban del objetivo de llegar a la libertad sin ruptura bajo el perfeccionamiento constante del sistema institucional, de la convivencia con las tendencias que aceptasen un orden democrático justo y del reconocimiento institucional de las regiones y de las autonomías locales.
La valoración del nuevo gabinete por la Asamblea no fue positiva, criticando de antemano la insuficiencia en el indulto proclamado por el rey, pese a que se abrían ciertos canales de esperanza dada la tolerancia del régimen con arbitrarias discriminaciones. Por otro lado, la pretensión de saldar la cuestión catalana, que venía respaldada por la implantación del Estatut de 1932, con un régimen especial para las cuatro provincias catalanas, daba una impresión de democracia controlada y limitada.
El 27 de diciembre de 1975, tuvo lugar la XII reunión de la CPAC. Esta, fue distinta a las demás, pues por primera vez se presentó la Asamblea al público mediante ruedas de prensa y comentarios de todo tipo en los diarios principales. Los acuerdos llegados en la reunión fueron dados a conocer a los medios de comunicación por los principales representantes de la Permanente: Jordi Carbonell, Josep Benet, Vicenç Ligüerre, Pere Portabella, Rafael Ribó y Miquel Sellarés. En líneas generales, el comunicado anunciaba el inicio del diálogo con el Consell de Forces Polítiques de Catalunya (CFPC) constituido en aquellos días, e invitarlo a incorporarse como tal a la Asamblea; continuar trabajando para asumir un movimiento unitario con todas las fuerzas políticas e instancias del Estado español, especialmente del País valenciano y de las Islas Baleares; y mantener el contacto con el presidente de la Generalitat de Cataluña en el exilio, Josep Tarradellas, en la futura perspectiva de constitución de un gobierno provisional475.
La protesta y el clamor en la calle ante la nueva situación política era cada vez más intenso, exigiendo libertad y amnistía. El 28 de noviembre en una manifestación proamnistía en Madrid fueron detenidos actores famosos de la televisión de aquella época: Aurora Bautista, Juan Diego y María Luisa San José, entre otros. Al día siguiente en Barcelona, en cumplimiento del indulto limitado, 158 presos salieron de la cárcel Modelo. El 1º de diciembre, Marcelino Camacho y los que quedaban del Proceso 1001, junto a otros presos como Vilá Reyes, también quedaron en libertad, aunque por poco tiempo, ya que Camacho fue nuevamente detenido siete días después en una manifestación donde se efectuaron más de cien detenciones.
Lo cierto fue que no hubo día en todo el mes de diciembre donde los periódicos dejaran de anunciar conflictos laborales de todo tipo, desde la construcción, metal, sector del automóvil, taxista, red ferroviaria, etc., finalizando el último día del mes con el paro de mil doscientos mineros en HUNOSA. Mientras tanto, el nuevo gobierno, en su esfuerzo de cambiar su imagen, continuaba con los indultos, siendo esta vez los afectados los antiguos funcionarios del Estado separados de la Administración Pública por cuestiones políticas impuestas por la Ley de 10 de febrero de 1939.
En Cataluña, la apuesta de Xirinachs por la amnistía y las libertades seguía protagonizando la lucha de oposición. Después de habérsele prohibido el 8 de noviembre una conferencia en Orense, dos días después volvió de nuevo al protagonismo informativo con la huelga de hambre que llevaba a cabo desde el 30 de noviembre en Montserrat, apuntándose a la huelga un quinto recluido en el monasterio. El día 11, en Sabadell se presentó un manifiesto democrático firmado por 95 jóvenes. Desde Francia, la Generalitat en el exilio también hizo sentir su voz, dirigiendo el primer día de diciembre un mensaje al pueblo catalán, señalando el camino para llegar a la democracia basado en la amnistía, el restablecimiento de la Generalitat de Cataluña y sus instituciones, y las elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal.
También en Montserrat, como símbolo del catalanismo histórico, el día 7 hubo una concentración de más de dos mil quinientas personas476. Bajo la lluvia se realizaron manifestaciones y cánticos hasta el mediodía, y posteriormente se desplegó la bandera catalana y un cartel que pedía amnistía. La Guardia Civil detuvo a una persona por lanzar octavillas mientras la manifestación acababa con un mitin por representantes de la Asamblea; Xirinachs, que estaba de vigilia, no apareció.
Ese mismo día, Jordi Pujol, el político de las terceras vías, pronunció una conferencia en la Aliança del Poble Nou, en la cual dijo:
«El nacionalismo catalán se fundamenta en el sentido personalista de la explicación de la