Revistas para la democracia. El papel de la prensa no diaria durante la Transición. AAVV
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En estas circunstancias, los apoyos internacionales son de gran relieve (Díaz, 2012: 9, 161). Además de Le Monde, tiene mucha relevancia que The Washington Post, recientes los ecos de su victoria sobre el presidente norteamericano Richard Nixon en el caso Watergate, dedique un editorial a Cambio 16. La editora Katharina Graham, que lo es también de Newsweek, aprovecha una visita a España por esos mismos días para ir a la redacción de la revista, que ya se presenta como la quinta de esas características, después de Time y Newsweek, la alemana Der Spiegel y la francesa L’Express.31
El estupor y la decepción con que se recibe el nombramiento por el rey de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno, en España y en el extranjero, dejan paso a una expectativa sobre lo que pueda hacer. Reconociendo muy pronto su voluntad reformista, Cambio 16 le muestra un apoyo pragmático acompañado de una crítica vigilante y un apoyo visible a la actividad creciente de la oposición. La amnistía «dentro de un orden», que Arias se había negado a considerar, fortalece a ese Gobierno «nacido con mal pie».32 «Suárez pasó la prueba»,33 pero se le reclama una gestión más eficaz de la desarticulación del terrorismo de ETA y los GRAPO, así como un cambio en las fuerzas de orden público, tras las 30 víctimas mortales –cifra que irá creciendo– acumuladas en pocos meses y dos oleadas de bombas sin explicaciones.34 Hay que cambiar de arriba abajo la política de orden público, reformar la policía y la Guardia Civil,35 así como acabar con la «guerra civil larvada» que se desarrolla en el País Vasco, con semillas de hace 40 años y la extrema derecha campando descontrolada.36
Terrorismo, policía e, indirectamente, ejército conforman una línea de crítica abierta y sostenida de la acción del Gobierno que la revista hace compatible con el impulso y aplauso del progreso de la reforma política. La disolución de la Brigada Político Social hace desear que salga bien la reforma de unas fuerzas de orden público muy marcadas por su pasado dictatorial y represor.37 La atención prestada a las salpicaduras españolas de los sobornos militares de la empresa aeroespacial norteamericana Lookheed permite dar un toque de atención al Ejército.38 Con la crítica también clara a la esterilidad de las instancias unitarias de la oposición, que causan cansancio e irritación,39 la revista se siente autorizada a pedir al Gobierno que acoja las propuestas razonables que se le hacen.40
La posición ante el referéndum de la reforma no puede ser otra que favorable: tiene razón el Gobierno porque se trata de acabar con la dictadura, también la oposición que pide la abstención porque no se ha podido debatir libremente, pero «nadie puede encogerse de hombros».41 Tras una votación marcada por el extraño secuestro del presidente del Consejo de Estado, Antonio María de Oriol y Urquijo, la «gran derrota del franquismo en las urnas» empuja al Gobierno hacia delante y carga de responsabilidad a la oposición.42 El balance de 1976 es que ha sido un año duro pero lleno de esperanza, con poco avance jurídico, pero mucho político y social, con el Rey fiel al discurso de la Corona. Buenos augurios, pero mucho camino por hacer.43
Ante la aplicación de la Ley de Reforma Política y la preparación de las elecciones previstas para junio de 1977, Cambio 16 insiste en la unión de Gobierno –que no puede con todo sin la transformación de los aparatos del Estado– y oposición, necesidad acentuada por el encadenamiento de los secuestros y atentados terroristas de los primeros meses, con los diez muertos de Madrid por la extrema derecha y la extrema izquierda, en apenas una semana. Tras el editorial conjunto de los diarios de Madrid del 29 de enero, Cambio 16 lanza un doble mensaje: «De paso atrás, nada» y «Lealtad»44 como requisito básico, con la calma de todos, para ganar la batalla contra la monarquía democrática. Y subraya el papel de la prensa, que «hizo lo que pudo en favor de la paz con una unanimidad probablemente inédita en el periodismo mundial».
La sospecha de una mano oculta que mueve las acciones del misterioso GRAPO se refuerza tras la resolución policial de los secuestros de Oriol y del presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar, Emilio Villaescusa, lo que acentúa la necesidad de cambios en la policía, «cambiar de verdad».45 Una sospecha que, en cuanto a la extrema derecha, se señala en los aledaños de Fuerza Nueva y del sindicalismo falangista, «el sindicato del crimen». La bienvenida crítica y esperanzada a la legalización del PCE, con la desaparición simultánea del Movimiento y de la censura de prensa implícita en el artículo 2 de la Ley Fraga, son «dos enormes zancadas hacia la normalidad».46 El aplauso de la candidatura electoral de Suárez como garantía ante el retorno de los «brujos» Fraga y Arias47 es acompañada de la denuncia de la ceguera del Gobierno ante un «Euskadi en llamas». Con este sabor agridulce, Cambio 16 saluda los resultados electorales ya comentados con el deseo de «enterrar la guerra civil y volver los fantasmas a sus tumbas».
Ese relato crítico del proceso de cambio, con un apoyo al Gobierno acompañado de permanentes reproches, se complementa con una tribuna de opinión abierta de forma destacada a la oposición de izquierda, principalmente a las diversas formaciones socialistas, en menor grado a comunistas y a algunas formaciones de extrema izquierda. En cuanto al Partido Socialista Obrero Español, destacan tres artículos de Felipe González,48 otros tres de Julio Feo,49 cuatro de Ignacio Sotelo50 y dos de Pablo Castellano,51 uno en nombre de la Unión General de Trabajadores, además de artículos de Luis Solana,52 Luis Yáñez-Barnuevo,53 Enrique Barón,54 Luis Gómez Llorente55 y Enrique Múgica Herzog,56 así como uno firmado conjuntamente por Virgilio Zapatero, Francisco Bustelo y Ciriaco