Revistas para la democracia. El papel de la prensa no diaria durante la Transición. AAVV
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En cuanto al Partido Comunista de España, hay sendos artículos de Pilar Brabo Castells,64 Ramón Tamames,65 Jaime Ballesteros66 y Santiago Carrillo,67 este último después de legalizada su residencia en España. Más a la izquierda, hay un artículo de Jaime Pastor,68 de la Liga Comunista Revolucionaria. En cuanto a formaciones nacionalistas, hay artículos de Ramón Trías Fargas69 de Esquerra Democràtica de Catalunya, del abogado de la izquierda vasca Juan María Bandrés70 y de Carlos Garaicoechea71 del Partido Nacionalista Vasco.
En la atención dedicada permanentemente al mundo laboral, Cambio 16 publica diversas tribunas de dirigentes de los sindicatos de izquierda en las que aparecen tres artículos de Nicolás Redondo72 y el ya citado de Castellano por la Unión General de Trabajadores, dos de Marcelino Camacho73 y dos de Julián Ariza74 por Comisiones Obreras, dos de José María Zufiaur75 y uno de Manuel Zaguirre76 por la Unión Sindical Obrera, uno de José Luis Fernández Naves77 de Plataformas Anticapitalistas y uno de Juan Gómez Casas78 de la CNT.
INTERVIÚ, REMOVIENDO LASTRES Y FALSOS CONSENSOS
Al igual que Cambio 16, la revista Interviú huyó siempre de los dos modelos al uso entre los semanarios de la España del final del franquismo y comienzos de la democracia: ni revista política al estilo de Triunfo; ni semanario del «corazón» o de sociedad, como las muy leídas Hola o Lecturas. Si acaso, se inscribe formalmente en el grupo de las llamadas «revistas ilustradas», como Gaceta Ilustrada o Sábado Gráfico, que puede considerarse como su verdadero precedente, salvo por que los fundadores de Interviú quisieron buscar su nicho de mercado en una orientación hacia temas «sociales» y «sucesos» de impacto, preferiblemente con un tratamiento que roza el sensacionalismo y unas portadas, también atrevidas, que cultivan el desnudo femenino.
Si nos atenemos a la filosofía que se proclama desde el editorial de presentación del primer número de la revista, el 22 de mayo de 1976, la opción queda meridianamente clara: «Lo de cumplir una misión social informando y orientando a la opinión púbica [...] ya no lo hace nadie [...] la actualidad es el conjunto de golpes que nos lanzan a la cara, al hígado o al corazón un consumado boxeador de completísima e imprevisible técnica que se llama la vida».79 He ahí todo un proyecto editorial centrado en la búsqueda del impacto. La fórmula tuvo tanto éxito que Interviú se convirtió durante muchos años en la revista más vendida y leída y con una notable influencia en aquello que podríamos denominar, con Gerard Imbert (1990), «los imaginarios sociales» de la Transición.
Al haber visto la luz el 22 de mayo de 1976, Interviú no puede dar cuenta del proceso de desaparición física del dictador, la proclamación del rey Juan Carlos ni los primeros pasos del Gobierno «aperturista» de Arias-Fraga. Pero ese primer número contiene la crónica de los sucesos de Montejurra,80 que da cuenta de la agresión ultraderechista contra la tradicional concentración del carlismo, recientemente convertido al socialismo por su jefe de filas Don Carlos Hugo, en ese lugar de Navarra. La acusación de connivencia del aparato del Estado con las fuerzas de seguridad se acompaña de alarmantes fotografías de los pistoleros y los heridos.
Esta primera pieza marca un poco la tónica de la revista en el futuro: denuncia valiente e imágenes escabrosas. Pero también, inequívoco posicionamiento democrático: para dejar las cosas claras, la firma del director, Antonio Álvarez Solís, que funcionará en adelante cuasi como artículo editorial, descalifica por continuista la política del tándem Arias-Fraga y condena la detención de miembros de la llamada Coordinación Democrática, el órgano unitario de la oposición. Otra pieza de gran despliegue en este primer número es la referida al fraude de la comercialización de aceite adulterado con connivencia de la Administración. Por último, y de forma también representativa de las opciones temáticas de la revista, aparece un reportaje sin firma bajo el título de «La rebelión de los homosexuales» y un expresivo subtítulo, «No debemos ocultar nuestro amor», que, aunque referido a Estados Unidos, expresa bien el compromiso «social» que mencionamos más arriba.
Este número inicial de la revista anticipa, pues, todas las claves de la fórmula de éxito de Interviú: erotismo en portadas y desplegables, enfoque sensacionalista, denuncia de las pervivencias franquistas, fotos impactantes o truculentas y atención a «temas olvidados» o realidades marginales. O, como lo definiría en su día Vázquez Montalbán (27 años de colaborador), una especie de «cesta de navidad o un cuerno de la abundancia del que salen todas las provocaciones a la curiosidad humana» (Montero, 2013). Pero lo cierto es que la revista se implicaba en algunos de los temas que el resto de la prensa tocaba con un exceso de cautelas: los horrores de la represión franquista, las fosas y desaparecidos, el mundo de la prostitución o la droga, el hampa y las redes criminales, la miseria y el atraso, la violencia sexual, los derechos de gais y lesbianas, conflictos obreros, las reminiscencias franquistas en el aparato del Estado o los ayuntamientos, etc., siempre nichos de escándalo, abordados con una mirada morbosa y un tratamiento gráfico discutible, aunque también, con un enfoque investigador del que carecían los demás medios y una mirada crítica o insumisa hacia las realidades brutales de la injusticia o la corrupción.
El estilo periodístico era, desde luego, mucho más libre e incisivo de lo acostumbrado en la prensa de la época. Al no obligarse a un seguimiento constante de los temas de la actualidad, la revista se permite un abanico temático extremadamente amplio y variado, lo que aumenta el atractivo popular de la publicación. Todo ello aderezado con abundante material erótico, portadas y desplegables de mujeres desnudas que, a veces, se legitimaban como una apuesta por la liberalización de las costumbres y la moral. La política de firmas de prestigio fue siempre una de las bazas de la publicación. Daba cabida a colaboraciones de un espectro ideológico tan amplio como contradictorio: desde Emilio Romero y su franquismo descreído, hasta el propio Vázquez Montalbán, comunista reconocido. Desde Manuel Martín Ferrand hasta Francisco Umbral.
La apuesta