Enigmas de las Américas. Kris Lane
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Enigmas de las Américas - Kris Lane страница 3
Entonces, la definición de América como un nuevo continente fue un reto, un nuevo paradigma que desafiaba el antiguo paradigma ptolemaico sobre las tres partes que conformaban el mundo, tal vez por esto se entiende que por tanto tiempo haya persistido la discusión sobre si era realmente un nuevo continente o una isla. Este debate se mantuvo por largo tiempo y la cartografía jugó un rol definitivo al comprobar en forma irrevocable la realidad de un continente y no de una isla, y la imposibilidad de que se tratara de una extensión de Asia.
En el año 1526 se publicó la Carta Universal de Juan de Vespucio, sobrino de Américo y piloto de la Casa de Contratación. Se trata de una carta portulana muy decorada, una representación de la costa atlántica de América y también del Pacífico. La innovación más importante es la información sobre la costa de Florida, resultado de las tempranas expediciones españolas de Lucas Vásquez Ayllón (1525), que había llegado hasta la bahía de Chessapeake. Esta carta, producida para la Casa de Contratación, recoge el conocimiento español de algunas expediciones que se habían desarrollado para descifrar las incógnitas geográficas del nuevo continente, así lo refleja la explicación geográfica referente al estrecho de Magallanes como “Estrecho de Santanton que descubrió Hernando de Magallanes”9 (Imagen 5).
Imagen 5: Carta Universal, Juan Vespucio, 1526, The Hispanic Society of America, New York.
Es así como la primera interrogante se fue resolviendo, se aceptaba que las Indias de Colón en realidad eran un continente, una nueva parte del mundo hasta entonces desconocida para los europeos. Precisamente el mapa de Diego Gutiérrez (1562), formaba parte del Padrón Real, recogía la información oficial recibida por los expedicionarios en la Casa de Contratación e incorporaba ya la existencia de la cuarta parte del mundo, su título refleja tal realidad (Imagen 6).
Imagen 6: Americae sive quartae orbis partis nova et exactissima descriptio, Diego Gutiérrez, 1562, cortesía Library of Congress (LOC). Este es un mapa de edición póstuma (1562) refleja el conocimiento de la geografía americana (loros, monos, sirenas, caníbales brasileros, gigantes patagones, un volcán en erupción en México, el Amazonas y otros ríos, y todas las alegorías propias de la época.
Si bien ya se había aceptado que se trataba de una nueva masa continental, esta realidad generó nuevas interrogantes sobre su geografía, por ejemplo
Los colonizadores ingleses de Virginia, a principios del siglo XVII, creían que podrían llegar al Mar del Sur (Pacífico) marchando por tierra, también los primeros navegantes del Mississippi esperaban que el gran río desembocara en un mar que bañaba China10.
Es así como surge la segunda gran incógnita planteada por este Nuevo Mundo al Viejo Mundo, la posibilidad de la existencia de un pasaje que conectara el Atlántico con el Pacífico.
Precisamente la posibilidad de un paso que permitiera a las naciones europeas llegar al Asia fue la razón que motivó a la mayoría de las expediciones europeas a explorar aquel nuevo continente. La inagotable búsqueda de un paso que comunicara los dos océanos fue el móvil que llevaría a descifrar los nuevos enigmas que la geografía americana planteaba a los europeos. La búsqueda de un paso por el Sur, la posibilidad de un gran río que permitiera atravesar el nuevo continente y un paso por el Norte fueron algunos de los enigmas geográficos que las expediciones de la era del descubrimiento se aventuraron a resolver.
La era del descubrimiento incluía la búsqueda de algún paso que permitiera a los europeos atravesar este nuevo continente para así llegar a las islas fantásticas del Pacífico, que escondían especies y productos exóticos, riquezas y promesas que por tantos siglos los viajeros habían anhelado poseer; y por qué no, también la posibilidad de encontrar un quinta parte del mundo, un gran continente que ofreciera el equilibrio físico y las riquezas añoradas.
Entonces poco a poco se iban presentando los enigmas que la geografía especulativa del nuevo continente develaba a los expedicionarios que se aventuraron a resolverlos. Cada una de estas expediciones aportaba más certezas e información, pero también imaginarios, mitos, sueños e ilusiones que con celeridad plasmaron los cartógrafos en los mapas a partir de la era del descubrimiento.
La fascinación de los europeos con el Nuevo Mundo los llevó a explorarlo y por supuesto a registrar la información en los mapas de la época; por todo esto, a partir del siglo XVI la historia habla del inicio de la era del descubrimiento. Precisamente la producción cartográfica de diversas naciones europeas buscaba captar la información de las expediciones y fue así como se reprodujeron los mapas que plasmaron las realidades e ilusiones propios de una época de exploraciones e impresionantes descubrimientos.
Es imposible negar el gran impacto que a partir del siglo XVI tuvo el extraordinario intercambio de bienes, cultura, gente, conocimiento, ciertamente con implicaciones ecológicas y demográficas nunca antes vistas. Estas exploraciones marítimas tuvieron importantísimas consecuencias para la navegación, la geografía, las ciencias en general y la comunicación, y causaron cambios significativos y duraderos en todas las culturas que se pusieron en contacto.
Precisamente, en este libro se compilan una serie de artículos que abordan, desde distintas perspectivas, algunos de los enigmas que aquella geografía especulativa planteó a los expedicionarios, que buscaron resolverlos con sus sorprendentes viajes, en los que se conjugaban los intereses, ambiciones, ilusiones, imaginarios, mentiras y conocimientos que con tanto cuidado luego fueron registrados en los maravillosos mapas producidos a partir del siglo XVI.
Cada artículo de este libro refleja lo que es la cartografía, la convergencia de disciplinas, miradas e interpretaciones de académicos, que desde sus trincheras y perspectivas (historia, antropología, geografía e historia del arte) reconstruyen aquella dinámica interacción entre enigmas geográficos, expediciones y mapas, que permitió, entre los siglos XVI y XIX, definir con más precisión lo que fue América: “el continente aun (sic) sin descubrir sobre cuya existencia corrían rumores entre los geógrafos desde los tiempos en que Pitágoras y Aristóteles postularan por primera vez su existencia ...”11.
¿LOS MAPAS MIENTEN?
El mapa es un indicador sensible de los cambios en los pensamientos del hombre, y poco de su trabajo, parece ser un excelente espejo de cultura y civilización.12
Mapa puede ser toda clase de representación de espacios a escala. La palabra deriva del latín mappa, que significa tela, pero también se utiliza la palabra carta, que en latín significa documento13. La palabra cartografía fue utilizada desde mediados del siglo XIX para referirse al estudio de los mapas antiguos, hoy cartografía también se aplica para el arte y ciencia de construir mapas contemporáneos14.
Los mapas son fuentes históricas, que representan conocimientos, cuentan historias, además se convierten en historia; son