Enigmas de las Américas. Kris Lane

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Enigmas de las Américas - Kris Lane Enigmas de las Américas

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seguiría otro más importante, el fuerte Sancti Spiritu, que se convertiría en la primera fundación en actual territorio argentino, en las cercanías de la ciudad de Rosario, en la confluencia de los ríos Coronda y Carcarañá (Imagen 2).

      Mientras realizaba esta importante exploración fluvial hacia el interior, con sorpresa apareció Diego García de Moguer, quien estaba al mando de otra empresa con fines comerciales. Este sobreviviente de la expedición de Solís, que había conseguido importante apoyo en La Coruña, quiso disputar con Caboto los derechos de exploración de dicho territorio, aunque desconocía que la capitulación del genovés era cinco meses más antigua que la de él y, por lo tanto, sus pretensiones en el Río de la Plata no eran legales.14 Sin embargo, la supuesta legitimidad de la empresa de García de Moguer se sustentaba en que tampoco Caboto había cumplido su plan original, que se enmarcaba inicialmente en Asia y no en el Nuevo Mundo.

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      Ante la imposibilidad de imponer sus fuerzas uno sobre otro y ante la necesaria mediación que habría que hacer en España decidieron ambas expediciones continuar la exploración río arriba, navegando por el río Paraguay. Fue de este modo como descubrieron en 1529 el río Pilcomayo. Lamentablemente para las dos empresas, no se pudo concretar el objetivo central, que consistía en arribar a las riquezas de las míticas Sierras de la Plata, y para agravar el fracaso, al retorno a Sancti Spiritu se constató que un ataque indígena había destruido esta primera fundación, con la consiguiente pérdida de las vidas de quienes habían quedado a cargo del emplazamiento.15

      Por otra parte, antes de dicho episodio, Caboto, ante la imposibilidad de llegar por vía fluvial a las montañas andinas, había enviado otras expediciones terrestres de exploración hacia diversos puntos; una de estas fue liderada por el célebre Francisco César, quien salió con 15 hombres en busca de las Sierras del Plata. César y sus gente nunca arribaron al Perú, aunque cuando retornó poco menos de la mitad del grupo, los sobrevivientes mencionaron maravillas que habían visto en las regiones interiores, entre ellas “indios ricos” y “hombres blancos”, lo que por el tiempo y la distancia recorridos debieron haber correspondido a la región de Córdoba del Tucumán o a Cuyo. Si bien César sobrevivió, su apellido dio origen al famoso mito de la Ciudad de los Césares, imaginario que con el correr del tiempo se fue desplazando geográficamente hacia tierras magallánicas, puntualmente a la idea de la existencia de una ciudad con enormes riquezas, poblada por hombres blancos que se mezclaron con nativos del lugar.16

      Mientras tanto Caboto, que para entonces ostentaba el cargo de Piloto Mayor de la Casa de Contratación17, regresó a España en 1530, no sin antes tener una serie de disputas con parte de sus colaboradores, lo que al retorno le significó fuertes cuestionamientos por dejar inconcluso el proceso de asentamiento y exploración, así como por abandonar a su suerte a una parte de sus hombres, que quedaron en la región del Río de la Plata.18

      Tras una breve deportación en Orán, posteriormente permaneció en Sevilla hasta 1547, cuando regresó a Inglaterra donde continuó sirviendo con sus navegaciones durante los años siguientes. Sin embargo, fue durante su permanencia en España, sirviendo a dicha Corona, cuando realizó su famoso Mapamundi, que data de 1544. Los cartógrafos plasmaron en sus mapas los resultados de esta expedición, representaron el Río de la Plata con su gran complejidad fluvial, registrando desde entonces el aporte de Caboto al conocimiento cabal de dicho espacio geográfico (Imagen 3).

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      Con esta empresa, Caboto y su expedición cerraron este primer gran enigma del sur de América, ya que descartaron definitivamente la existencia de un paso al norte del estrecho de Magallanes, que para entonces ya había sido descubierto, y al mismo tiempo dimensionaron de mejor forma el entorno de la región rioplatense, la que sin estar totalmente explorada se abrió como un mundo que había que continuar explorando y fortaleciendo, principalmente por su condición fronteriza con los dominios portugueses del norte y porque su riqueza fluvial podía ser la conexión con los territorios andinos recién conquistados.

      Tras las trágicas circunstancias en las que terminaron la expedición de Solís, la de Alejo García y los conflictivos asentamientos de Caboto y de su competidor García de Moguer, quedaba ya resuelto el enigma del gran río, el mismo que algunos años antes, específicamente el 12 de enero de 1520, Hernando de Magallanes había recorrido en su camino al anhelado estrecho. A propósito de este episodio, el célebre cronista Antonio de Pigafetta recordaba la aventura de esta forma:

      Este río forma siete islas pequeñas, en la mayor de las cuales, llamada cabo de Santa María, se encuentran piedras preciosas. Anteriormente se había creído que es agua no era de un río sino un canal por el cual se pasaba al Mar del Sur; pero se vio bien pronto que no era sino un río que tiene diecisiete leguas de ancho en su desembocadura. Aquí fue donde Juan de Solís, que andaba como nosotros descubriendo nuevas tierras, fue comido con sesenta hombres de su tripulación por los caníbales, en quienes se había confiado demasiado19.

      Magallanes y sus hombres habían pasado por el lugar, aunque sin saber acerca de la trascendencia histórica que tendría; sin embargo, dejaron para la posteridad un topónimo relevante que se incorporó a la geografía rioplatense, y que dos siglos más tarde daría lugar al emplazamiento urbano más importante de la banda oriental del río Uruguay: Montevideo.

      Finalmente, fue a partir de la fundación de Buenos Aires, en febrero de 1536, a cargo de la sufrida expedición de Pedro Mendoza, y a partir de la construcción de fuertes fundados en el Coronda, en el Carcarañá y luego en río Paraguay (entre ellos Nuestra Señora de la Asunción en 1537), cuando se inició una nueva y larga etapa de consolidación de la presencia hispana en el Río de la Plata. Se trató de un largo proceso, lleno de dificultades y vicisitudes, a partir del cual la importancia geográfica quedaría reflejada en la gran riqueza cartográfica que comenzó a florecer desde la segunda mitad del siglo XVI hasta llegar a las magníficas representaciones de los siglos XVII y XVIII (Imagen 4).

      NOTAS

      1 Verlinden, Charles y Florentino Pérez – Embid. Colón y el descubrimiento de América. Madrid: Rialp, 2006: p.112.

      2 Vespucio, Américo. “El Nuevo Mundo, Carta de Américo Vespucio a Lorenzo Pier Francesco de Medici, 1503”. En El Nuevo Mundo, Viajes y documentos completos. Madrid: Akal, 1985: p. 55.

      3 El mapamundi de Waldseemüller fue realizado en coautoría con el humanista y tipógrafo Mathias Ringmann en Saint-Dié-des-Vosges, Lorena, lugar donde también había llegado una copia de la referida carta del florentino Vespucio. Arciniegas, Germán. Amerigo y el Nuevo Mundo. Madrid: Alianza Editorial,

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