Sombra roja. Rodrigo Castillo

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Sombra roja - Rodrigo Castillo Poesia

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epítome.

      El acabóse.

      (Por debajo de estas frases debe olerse el tufo que deja tras de sí el viento horizontal).

      Supongo que sólo con el tiempo se volvieron así.

      Con hombres y, a veces, sin ellos, besaban

      labiodentalmente.

      Y se mudaban de casa y se cambiaban los calcetines

      y preparaban arroz.

      Y bajaban las escaleras y tomaban taxis y no sentían

      compasión.

      Decían: Este es el viento que todo lo limpia.

      Y pronunciaban la palabra. Enfáticas. Tenaces.

      Pre-humanas.

      Tajantes. Sí. Con frecuencia.

      Conmovedoras más que alucinadas. Sibilinas más

      que conscientes. Subrepticias más que críticas.

      Hipertextuales. Claridosas.

      Estoy segura de que ya mencioné que eran brutales.

      Fumaban de manera inequívoca.

      Cambiaban de página con la devoción y el cuidado

      minimalista de las enamoradas.

      Siempre andaban enamoradas.

      En los días sequísimos del Santa Ana elevaban

      los rostros y se dedicaban a ver (podían pasar horas

      así) esas aves que, sobre sus cabezas, remontaban

      lúcidamente el antagonismo del aire.

      Y el Santa Ana (y aquí debe escucharse una y otra vez la palabra) (una y otra vez) despeinaba entonces sus vastas cabelleras ariscas. Sus cruentas pestañas (una y otra vez).

       XV

       todas son cosas que pasan

      (Ésta no es la palabra «tacto».)

      La Ex-Muerta se sienta sobre cojines de colores y, expeliendo anchas bocanadas de humo, dice: «no existo».

      Le pido que lo pruebe.

      (Afuera resplandece el sol de octubre. Una ave canta al lado de la ventana. El aire pasa.)

      Me ve con los ojos entornados y, como si aceptarael reto, me da la espalda.

      Dice: Hace mucho, un Ser-de-Ojos-Amarillos también me decía lo mismo.

      Dice: En una pesadilla.

      (Entre «Dice» y «Dice» guarda un silencio largo lleno de más silencio.)

      Pregunta: ¿Así que esta es la Ciudad-sin-Nombre?

      Respuesta: No, esta es mi casa.

      (Entre «Pregunta» y «Respuesta» el exterior ilumina el interior donde, efectivamente, para mi asombro y horror combinados, yace en ruinas un hecho urbano al que nunca nadie le puso nombre.)

      (Entre «Pregunta» y «Respuesta» el Ser-de-Ojos-Amarillos me señala el cuerpo.)

      (Entre «Pregunta» y «Respuesta» se hace frente a mí, fosforescente, la palabra «tacto».)

      Afirmación: Esta no es la palabra «Tacto».

      Negación: Esta es la palabra «Tacto».

      (Entre la «Afirmación» y la «Negación» una mano se lanza al vacío.)

      (Entre la «Afirmación» y la «Negación» el vacío se vuelve mano.)

      (Todo puede ocurrir entre la «Afirmación» y la «Negación».)

      Pregunta: ¿Así que no existes?

      Respuesta: Estoy bajo el agua. La salvia me sabe

      amarga. ¿Sabes qué es el luto?

      (No hay nada entre esta «Pregunta» y esta «Respuesta».)

      (No hay nada, sino sus ojos amarillos, entre esta «Pregunta» y esta «Respuesta».)

      El recuerdo de un hombre rubio que corre por un pasillo estrechísimo abriendo puertas de madera que se cierran, sin remedio, a su paso.

      El estruendo.

      El recuerdo de una mujer que toma pastillas de colores mientras observa nubes inconmovibles del otro lado de la ventana.

      El recuero de la boca violeta, destrozada.

      El recuerdo de un auto a toda velocidad justo cuando encuentra el único árbol del camino.

      Un beso.

      Todas son cosas que pasan.

      Lo que supongo: el luto es el desarrollo del significado a través del tiempo.

      [retrocederá…]

       XVI

       el lecho iridiscente

      (el pronombre, el texto, la primera despedida).

      La mujer crea un bosque (de oyameles) (bajo las nubes) (en las laderas del volcán).

      La mujer entra en el bosque. Lo circunda. Lo penetra.

      (Hanzel y Gretel se preparan, de su mano y sin saberlo, para un filicidio o para una errancia.)

      La mujer se pierde y se abandona dentro del bosque.

      Y dentro del bosque se despide.

      (El momento es tan largo que casi parece la traducción de un bosque.)

      La mujer prescinde de la Tercera Persona. La Triplicada Santísima Trinidad. La Agnes-Lucina-Nombre-Oculto-que-Nunca-se-Sabrá. La Amaranta Caballero-Abril-Castro-Maggie-Triana.

      La mujer conoce el Yo

      (el momento es tan poco momento que casi parece una eternidad).

      Y el Yo sólo sabe doler

       It cannot be helped, on earth

      el Yo es una astilla que se clava en la yema del dedo índice del Yo

      el

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