Contra la corriente. John C. Lennox
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Si este es el caso, la protesta de Daniel fue en esencia una protesta contra la cosmovisión idólatra de los babilonios: una cosmovisión que moldeó el paradigma de base para su sistema educacional. Él estaba determinado a no contaminarse con esto. Sin duda, no es difícil para nosotros relacionar esto. En el mundo occidental, la academia está dominada por la idea de que el ateísmo es la única cosmovisión respetable desde un punto de vista intelectual, lo que exige protesta por parte de aquellos de nosotros que creemos que eso es falso.
Pero, ¿cómo se hace esto? Daniel nos narra cómo él y sus amigos respondieron ante esta situación. Por supuesto, no nos enseña cómo debemos aplicar lo que ellos hicieron a nuestro contexto. A primera vista, su cultura parece muy diferente a la nuestra, por lo que debemos proceder con cuidado y tratar de razonar nuestro camino a través de los sucesos que ocurrían en Babilonia, y luego ver si existe algún paralelo con nosotros en la actualidad.
CAPÍTULO 6
LA COSMOVISIÓN DE BABILONIA
Daniel 1
Nuestra primera tarea en esta etapa es descubrir un poco más sobre la cosmovisión babilónica, contra la cual Daniel protestaba, y ver cómo se contraponía a la suya.
Dios, los dioses y el universo
Tomemos, por ejemplo, la cuestión de los orígenes. Daniel creía que había un Dios verdadero, Creador del cielo y de la Tierra. Por el contrario, los babilonios creían en muchos dioses, y los conocemos por la literatura con la que él seguramente tenía contacto; por ejemplo, la famosa epopeya babilónica de la creación, la Enuma Elish, un mito que relata los orígenes del universo y de los dioses (cosmogonía y teogonía), y que detalla la guerra entre ellos por la supremacía, la cual provocó que Marduk reemplazara a Enlil como el dios más alto del panteón mesopotámico.
El poema cuenta que los dioses surgieron de una especie de combinación primordial de Apsu, el agua dulce eterna delos ríos, y Tiamat, el agua salada del océano. Leemos en sus primeras líneas:
Cuando arriba los cielos no habían sido nombrados, la tierra firme abajo no había sido llamada con nombre; nada sino el Apsu primordial, su progenitor, Mummu y Tiamat, la que los dio a luz a todos, sus aguas, como un solo cuerpo, confundían; los desechos del junco no se habían hacinado, el carrizal no había aparecido; cuando cualesquiera de los dioses no habían sido traídos al ser ni llamados con nombre, no destinados sus destinos entonces sucedió que los dioses fueron formados en el seno de ellas. Generaciones de dioses Lahmu y Lahamu fueron producidos, con nombre fueron llamados. Luego de que crecieron en estatura y en edad, Anshar y Kishar fueron formados, que sobrepasaron a los otros. Hicieron largos los días, añadiéronles los años…8
En esta descripción poética vemos que los dioses babilónicos formaban parte de la sustancia (material) básica del universo, aunque en la mitología babilónica los comienzos están envueltos en la neblina de tiempos remotos, anteriores a Nammu, a quien llamaban la señora de los dioses, la madre del universo.
Los griegos tenían ideas bastante similares. Hesíodo compuso su Teogonía alrededor del siglo VII a. C., aunque probablemente se basó en fuentes más antiguas. Veamos unas líneas:
Elevando su voz sagrada, celebran primero la raza de los dioses venerables a quienes, en su origen, engendraron Gea y el anchuroso Urano; porque de éstos nacieron los dioses… [líneas 64-66].
Decidme estas cosas, Musas de moradas olímpicas, y cuáles de entre ellas fueron las primeras en un principio.
Antes que todas las cosas fue Caos; y después Gea la de amplio seno, [líneas 164-66], asiento siempre sólido de todos los Inmortales que habitan las cumbres del nevado Olimpo y el Tártaro sombrío enclavado en las profundidades de la tierra espaciosa; y después Eros, el más hermoso entre los dioses inmortales… [líneas 169, 171-172].
Werner Jaeger (1967, pág. 16-17) señala la abismal diferencia entre la cosmovisión griega y la hebrea:
Si comparamos la hipóstasis griega del Eros creador del mundo con el Logos del relato hebreo, observamos una abismal diferencia en la perspectiva de ambos pueblos. El Logos es una sustanciación de una propiedad intelectual o un poder del Dios creador, que está por encima del mundo y que lo trae a la existencia por su decreto y voluntad personal. Los dioses griegos habitan en el mundo; son descendientes del cielo y de la Tierra… generados por el vigoroso poder de Eros, quien también pertenece al mundo como una fuerza primitiva que lo engendra todo. Así que están sujetos a lo que llamamos leyes naturales. Cuando el pensamiento de Hesíodo finalmente dio paso al pensamiento filosófico, lo divino se buscó dentro del mundo, no fuera de él, como lo expresa la teología cristiana judía del Libro del Génesis.
La afirmación clave es: «Los dioses griegos habitan en el mundo.» No debemos pensar que la única diferencia entre la cosmovisión hebrea y la griega es que los hebreos redujeron el número de dioses a uno solo. El monoteísmo hebreo no es una versión reducida del politeísmo pagano. El Dios de los hebreos está fuera del mundo. Esta es una diferencia absoluta de categoría, no una simple diferencia de rango. También es por eso que, como ya hemos señalado, el Dios de los hebreos da sentido al mundo, mientras que los dioses paganos no lo hacen. El significado del sistema no se encuentra en el propio sistema.
Así queda demostrado un defecto argumentativo cada vez más popular del ateísmo. Cuando se dirigen a los creyentes del Dios bíblico, señalan: «Ustedes, respecto a Artemisa, Baal, Diana, Odín, Zeus y miles de otros dioses, son ateos al igual que nosotros. Solo que nosotros tenemos uno más en el listado.»
Tal argumento deslumbra a algunos debido a su astucia aparente, pero no aborda la cuestión que ya hemos abordado con anterioridad: el Dios de la Biblia no es «uno más» en el panteón de todos los dioses conocidos. Todos ellos son productos del cielo y de la tierra; pero el Dios que revela la Biblia creó los cielos y la Tierra. Esta diferencia es profunda y echa por tierra el argumento ateo.
Pudiéramos resumir estas antiguas filosofías de la siguiente manera:
• La materia es eterna y existía antes que los dioses.
• En su estado primigenio, la materia era un caos sin forma, sin orden y sin límites.
• Algún dios ordenó y dio forma a la materia básica del universo (cosmos), y tal proceso es lo que entendemos por creación.
• Este dios, como todos los demás, surgió de la materia original, y es parte de la materia, o una de las fuerzas del universo.
• Todo en el universo emana de él, como los rayos del sol, y así, de alguna manera, todo es dios.
Según dicho punto de vista, la materia es el compuesto primigenio del universo; los dioses y todo lo demás derivan de ella. En efecto, a la señora de los dioses, Nammu, mencionada con anterioridad, a veces se le describía como un mar primitivo de donde salieron los dioses. ¡Claramente la idea de una sopa primigenia no es nada nuevo! En ese sentido, su filosofía era, en esencia, naturalista; de hecho, materialista. Muchos de sus dioses eran deificaciones de las fuerzas e instintos básicos que se encuentran en la naturaleza. Así que su cosmovisión era del todo opuesta a la bíblica, que sostiene que la materia no es eterna ni autónoma sino Dios, que es Espíritu. Dios no deriva de nada. Él creó la materia; no la materia a Dios. De Él derivan la materia y todo lo demás.