Sal. Rebecca Manley Pippert

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Sal - Rebecca Manley Pippert

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Pero aceptar nuestra debilidad es más que reconocer nuestras limitaciones. Es experimentar un poder mucho más grande que el nuestro y rendirnos a él. Como dijo [el teólogo alemán del siglo XX] Eberhard Arnold: ‘Esta es la raíz de la gracia: el desmantelamiento de nuestro poder [...] En mi opinión, esta es la idea más importante para entender el reino de Dios’” (citado en Marva J. Dawn, Powers, Weakness, and the Tabernacling of God, p. 62).

      Apúntate esta gran verdad: a Dios le agrada usarnos tal y como somos, con las preguntas que no podemos responder, con nuestros miedos y fracasos pasados.

      Debemos seguir recordando lo que el Señor dijo a Pablo: “Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9). Tendemos a olvidar (o tal vez elegimos no recordar) que Dios siempre ha usado a los débiles para cumplir sus propósitos. Pensamos que Dios no puede usarnos porque no somos lo suficientemente inteligentes, lo suficientemente buenos o lo suficientemente seguros, y no conocemos suficientes versículos bíblicos. O pensamos que nos utilizará solo cuando seamos todas esas cosas. Pero Dios siempre ha elegido usar a los débiles.

      Abraham adoraba a la luna, que no era precisamente la mejor característica para convertirse en el padre de Israel. David era un pastorcillo tan infravalorado que a su padre ni siquiera se le ocurrió presentárselo al profeta Samuel; sin embargo, se convirtió en el mayor rey que ha tenido Israel. La mujer samaritana de Juan 4 tenía un pasado y un presente turbios, pero se convirtió en la primera cristiana y, casi inmediatamente, en la primera evangelista de su comunidad.

      GLORIA EN LA DEBILIDAD

      Jesús no nos descalifica por nuestros fracasos confesados o promesas rotas. Quiere usarnos ahora, donde estamos, tal como somos. ¿Por qué podemos salir al mundo en debilidad, pero confiando en la fuerza de Dios? Porque Jesús, el Señor de señores y el Rey de reyes, vino a nuestro planeta en debilidad. ¡El Señor del universo, con toda su inmensidad, se convirtió en la forma de vida más pequeña! No solo se hizo hombre, o bebé o feto. ¡El Señor del universo, el Rey de gloria, se convirtió en un embrión!

      Como dijo el pastor y autor neoyorquino Tim Keller en un precioso sermón, Jesús estuvo dispuesto a descender tan bajo para levantarnos: levantarnos de la ciénaga de nuestro pecado y llevarnos a una gloriosa relación con Dios. Jesús nos ofrece su fuerza, su poder y su sabiduría porque, aunque vino en debilidad, ahora reina en el cielo.

      Y quiere usarnos para ser sus testigos.

      Hazte a un lado, Becky

      Dios se ha glorificado en mi debilidad. Mi fe ha crecido a lo largo de los años mientras aprendía a confesar a Dios mi debilidad y mi total dependencia de él. Una y otra vez he visto que Dios sabe cómo llegar a mis amigos escépticos, incluso cuando yo no sé.

      Cuando Dick y yo nos establecimos en el Reino Unido para poder servir en Europa, los tres primeros años vivimos a las afueras de Belfast, en una ciudad llamada Holywood. Después vivimos tres años en Oxford y pasamos gran parte del último año en Londres. Al final de nuestro segundo año en Holywood, pedí hora para hacerme la manicura el día antes de volar a Michigan para el verano.

      De camino al salón de manicura, empecé a pensar en la chica que me había atendido durante esos dos años. Heather era una joven encantadora, pero sin interés alguno en la fe. Solo le interesaba la belleza y la moda. Había empezado a abrirse y a contarme su vida, pero cuando yo mencionaba la fe, ella siempre cambiaba de tema. Así que, mientras iba de camino, oré: “Señor, lo he intentado todo para despertar la curiosidad de Heather por el evangelio, pero no está interesada. Si hay una manera de llegar a ella, tendrás que ser tú quien lo haga, porque yo no puedo”.

      En el salón había un estante con un montón de revistas apiladas una encima de la otra. Fui a coger la revista que estaba arriba, cuando de repente sentí la necesidad de tomar la del medio. ¡Era casi como si hubiera una gran flecha apuntando hacia ella! Entonces fui a la mesa de Heather para hacerme la manicura.

      Cuando empezó a arreglarme una mano, con la otra me puse a pasar las páginas hasta que de repente me detuve y miré fijamente una foto. Seguí pasando páginas, pero de vez en cuando volvía atrás a mirar aquella foto. Heather finalmente preguntó: “¿Por qué demonios sigues regresando a esa página? ¿Qué hay?”.

      “Es por la foto de una mujer muy guapa y elegante. Lleva un magnífico abrigo y un sombrero, pero no se le ve bien la cara”, dije. “Es tan extraño… Es como si la conociera. Pero eso es imposible”.

      Entonces caí en la cuenta. Le dije a Heather: “¡Ya sé quién es! ¡Es Jenny Guinness! Esta foto fue portada de la revista Vogue hace años, cuando era una conocida modelo. Más tarde se casó con mi buen amigo Os Guinness”.

      Heather dijo: “¿Conoces a una modelo que salió en la portada de la revista Vogue?”. Mientras yo asentía, se volvió hacia toda la gente que había en el salón y dijo: “¿Sabéis qué? ¡Becky conoce a una modelo que salió en la portada de la revista Vogue!”.

      Y entonces empecé a contarle a Heather que, durante su carrera como modelo, Jenny empezó a sentir que su vida estaba vacía y eso la llevó a una búsqueda espiritual. Los ojos de Heather se abrieron de par en par: “Becky, ¿conoces la historia de Jenny? ¡Porque me encantaría escucharla!”.

      GLORIA EN LA DEBILIDAD

      En ese instante me di cuenta de lo que Dios había hecho. La moda y la belleza eran los temas de Heather. Escuchar sobre la vida de una modelo le fascinaba. Así que le conté sobre la búsqueda de sentido de Jenny, cómo eso la llevó a Cristo, y por qué el evangelio había tenido tanto sentido para ella.

      Heather escuchó embelesada. Luego me preguntó si tenía algún libro sobre la fe cristiana que pudiera leer. Antes de salir para el aeropuerto a la mañana siguiente, pasé por el salón y dejé algunos libros escritos para personas que están buscando.

      ¿Qué nos dice esta historia? El Señor del universo, el Creador del cielo y de la tierra, anhela apasionadamente que su creación lo conozca, y eso incluye a una manicurista de 21 años cuyo principal interés es la moda. Había entrado al establecimiento donde trabajaba diciéndole al Señor: “No puedo llegar a ella, así que tienes que ser tú”. Y fue como si el Señor me dijera: “Hazte a un lado, Becky, ¡que te voy a mostrar cómo lo hago!”.

      C. S. Lewis, citando un poema de Francis Thompson, a veces se refería a Dios como el “Sabueso del Cielo”, por la forma en que le había perseguido. En su gracia y misericordia, Dios desea que colaboremos con él para llevar a la gente la buena noticia de Jesús. Su Espíritu puede empujarnos a elegir la revista adecuada porque sabe que esa revista será el catalizador que nos permitirá compartir el evangelio con esa persona en particular. ¡¿Hay algo más emocionante que estar en las manos del Dios vivo?!

      Cuando volvimos a Belfast en otoño, me enteré de que Heather se había mudado inesperadamente a otro país. Dios sabía lo que yo no sabía: que aquella cita iba a ser la última vez que la vería. Le había pedido a Dios que me diera la oportunidad de compartir el evangelio, ¡y lo hizo! Así que confié a Heather al cuidado amoroso de Dios, pidiéndole que trajera a su vida a otro cristiano que, en la gracia y en los maravillosos tiempos de Dios, pudiera algún día llevarla a Cristo.

      Esta es la verdad que debemos aprender de memoria: ¡Dios usa a los débiles para revelar su gloria! Sí, somos incapaces, ¡pero también estamos trabajando con el Dios vivo! Y eso lo cambia todo, porque es un Dios que se complace en obrar a través de los límites de nuestra humanidad. Lo que se requiere de nosotros no es que nos sintamos capaces o autosuficientes, sino

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