La democracia de las emociones. Alfredo Sanfeliz Mezquita

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La democracia de las emociones - Alfredo Sanfeliz Mezquita Directivos y líderes

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para respirar al aire libre fuera de las viviendas y centros de trabajo era imprescindible contar con los «permisos de respiración» concedidos por las empresas concesionarias explotadoras de AR.

      Con ello y con el paso del tiempo, en todas las instituciones de la sociedad, el intercambio mercantil, la fijación de precios y la concepción del funcionamiento del mundo se encontraban anclados en el sistema de AER€OS. Al igual que ocurre hoy con los recursos naturales como el agua, la pesca, las minas e incluso el viento y el sol, cuyo uso y explotación se encuentran sujetos a concesión, nadie podía explotar el AR ni respirarlo libremente de la atmósfera sin contar con la correspondiente concesión. Solo dentro de las viviendas de cada uno el uso o respiración del aire era libre.

      Así, las concesiones y la gestión de los AER€OS se fueron concentrando en manos de poderosos y la acumulación de AER€OS se fue convirtiendo en el «leit motiv» para muchos airis. que veían en el incremento de sus cuentas corrientes de AER€OS una fuente de seguridad, reconocimiento, estatus y poder. Sin darse cuenta, la colonia de airis había creado todo un sistema socioeconómico basado en la ficción y la regulación, que, paradójicamente, se había convertido en la gasolina para su propio funcionamiento.

      Las dinámicas de sostenimiento de la actividad social y de creación de riqueza basadas y medidas en el complejo sistema de AER€OS y su correspondiente contabilidad provocaron el nacimiento de una nueva clase social gestora de los AER€OS. En paralelo surgía también un descontento derivado de las diferencias y de la frustración de observar que, siendo un bien excedente, su uso se encontraba regulado y limitado. Muchos airis con pocos recursos no podían apenas salir de sus casas pues no tenían AER€OS para comprar su derecho a respirar el aire de la calle. Estas limitaciones, además de mucha insatisfacción social, generaban un freno al desarrollo de otras actividades creadoras de riqueza y de bienes y servicios verdaderamente disfrutables. Los AER€OS en su momento habían sido verdaderamente valiosos por permitir respirar, y propiciar el desarrollo de un sistema motivador para encontrar soluciones que permitieran a más y más personas sobrevivir tras la caída del gran meteorito. Pero recuperada la respirabilidad del aire, su permanencia como moneda de cambio con todo el sistema regulatorio financiero e intereses creados en torno a ellos se convirtió en una verdadera lacra. La regulación modulaba todo el sistema de las relaciones sociales y económicas dentro de la comunidad, pero se había convertido en un freno para la mejora del bienestar social, que ya no dependía del AR.

      A pesar de que el AR era accesible a todos y excedentario, el mundo de los airis ya no era capaz de darse cuenta de ello y no podía concebir su funcionamiento sin AER€OS. Los ciudadanos no eran capaces de observar la estúpida espiral a la que la sociedad se encontraba sometida y tanto los más establecidos en el poder como los empresarios se resistían a verlo y al cambio por su natural lógica de protección de sus privilegiados intereses construidos sobre el sistema de AER€OS. No eran capaces de hacerse conscientes de ello al estar anclados en arraigadas visiones que preservaban sus privilegios.

      Las diferencias, insatisfacciones y fricciones en la sociedad fueron agravándose, provocando más y más malestar, y frenando una feliz evolución y desarrollo de la sociedad para encajarse felizmente en el nivel de desarrollo alcanzado. La sociedad estaba distraída en luchas internas derivadas del reparto de AER€OS excedentarios, lo que provocaba grandes limitaciones para enfrentarse a los nuevos retos, dificultades y amenazas que la evolución y el desarrollo social alcanzado habían traído a la sociedad. Los AER€OS y su sistema de administración, que a lo largo de siglos había sido fundamental para desarrollar tecnología y mecanismos que permitieran respirar a más y más personas, comenzaron a ser el gran lastre para una satisfactoria evolución de la sociedad adaptada a los tiempos y al excedentario nivel de aire respirable alcanzado.

      Tras mucho muchos años de dudas y fricciones internas se iba haciendo claro el cambio de era. Con el paso del tiempo esa falta de consciencia para abandonar una vida secuestrada por la búsqueda y acumulación de AER€OS provocó una progresiva degradación de la convivencia y la satisfacción social que afectó a su población, dividida y confrontada. A pesar de lo destructivo de la situación, el anclaje de unos y otros en marcos mentales ya obsoletos dificultaba una nueva mirada a la realidad. Además, aun cuando más y más airis iban observando lo absurdo del sistema, la falta de concepción de otras alternativas de ordenación de la convivencia hacía difícil vislumbrar el abandono de la predominancia de un sistema social guiado, movido y ordenado en clave de AER€OS. ¿Cómo poner valor y precio a las cosas si no era en AER€OS? ¿O cómo remunerar a los trabajadores?

      No fue capaz la sociedad en su conjunto de cambiar sus paradigmas sin pasar por su casi total destrucción. Solo unos pocos airis que habían despertado y tomado conciencia de ello consiguieron sobrevivir iniciando con valentía su marcha de la comunidad para empezar una nueva era. Y solo estos, con mayor consciencia y coraje, caminaron y caminaron en la difícil búsqueda de la Tierra del Sentido, donde esperaban encontrar y crear el equilibrio entre el espíritu y la riqueza en un nuevo y pleno entorno de bienestar.

Illustration

      En unas páginas retomaremos la historia de los airis supervivientes tras conocer la fábula de «Los habitantes de la Gran Laguna».

      Lo que escasea en nuestra sociedad hoy no es riqueza sino otras cosas, pero nos cuesta verlo

      Cada época de la historia se encuentra anclada en determinadas visiones y paradigmas que de alguna forma condicionan o limitan la visión de la realidad y llevan a quienes en ella viven a tener miradas e interpretaciones muy restringidas del funcionamiento del mundo. La acumulación de años mirando y pensando de una determinada forma nos hace creer que las cosas no pueden funcionar de otra manera y las inercias, la excesiva implicación, el miedo al cambio y la falta de pausa y perspectiva para la reflexión nos impiden observar fenómenos que son claramente visibles desde perspectivas no implicadas y cegadas con el paradigma, tal y como les ocurría a los airis en la época de nuestra fábula.

      Nuestra privilegiada sociedad occidental se encuentra actualmente sometida a la limitadísima visión que se deriva de su alto nivel de riqueza, de la gran financiarización de nuestra economía y de lo que me gusta llamar analfabetismo emocional de Occidente. El dinero, las finanzas y nuestros sistemas de medir la rentabilidad y el reconocimiento social comparten en gran medida las reflexiones y fenómenos que se dieron con los AER€OS en la tierra de los airis. Desde fuera hoy no nos cuesta observar el secuestro en el que se encontraba la sociedad de los airis sometida por un sistema que, si bien fue una gran fuente de valor y riqueza durante muchos siglos, llevó finalmente a su total degradación y desaparición.

      Hoy Occidente no tiene problemas de riqueza, como tampoco tenían problema de aire respirable los airis en los últimos tiempos. Pero, sin embargo, las instituciones y fuerzas que mueven el mundo declaran casi por encima de cualquier otra prioridad la necesidad de promover el crecimiento del PIB y la rentabilidad y productividad de las empresas. Aunque sorprenda escucharlo, nuestra riqueza es excedentaria y nuestros problemas no provienen de la insuficiencia de la misma. Es difícil ya disfrutar de más riqueza, si bien confundimos el disfrute de riqueza con el disfrute de los privilegios, diferencias y estatus que nos procura la acumulación de dinero, como antaño se les procuraba a los airis la acumulación de AER€OS.

      Como pensaban los airis en relación con el aire respirable, hoy en Occidente creemos que crear y acumular más riqueza nos procurará mayor bienestar. Asociamos bienestar a cantidad de riqueza material e incluso financiera. Pensamos que es la riqueza lo que es escaso, cuando lo que es escaso es la capacidad para administrarla disfrutando verdaderamente de ella. Y muy relacionado con ello resalta la escasez de trabajo digno y acoplado a las circunstancias y perfiles de cada uno y en la medida de lo posible con un acoplamiento amable a la trayectoria vital de las personas. Pero, por más claro que ello sea, el mundo no es capaz de verlo, como tampoco vieron

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