Salud del Anciano. José Fernando Gomez Montes

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Salud del Anciano - José Fernando Gomez Montes страница 21

Salud del Anciano - José Fernando Gomez Montes LIBROS DE TEXTO

Скачать книгу

suponer una longevidad extraordinaria. En esta sociedad sin escritura, los ancianos conservaron su papel tradicional de archivos vivientes y formaban un consejo informal en cada tribu que guiaba al monarca. Todos los ancianos eran cuidados por la comunidad.

      En Colombia, existe información de tres grandes culturas prehispánicas: los muiscas y los quimbayas. Entre los muiscas del altiplano Cundiboyacense, parece que la actitud hacia los ancianos no era tan considerada, pues cuando los padres llegaban a la ancianidad, los hijos los echaban de sus casas. Los ancianos, hombres y mujeres, iban de pueblo en pueblo, convertidos en hechiceros y agoreros. Sin embargo, el dios civilizador, Bochica, quien llegó del oriente para dar a los hombres normas de comportamiento y enseñanzas sobre agricultura y tejidos, era un anciano que vivió más de cien años. Este dios, junto con otros caciques, expresa las ideas de sabiduría, poder y experiencia, unidas a la representación de la vejez.

      Los quimbayas, famosos orfebres llamados los maestros del oro, habitaron la región del Eje Cafetero, y se encuentran numerosas crónicas que narran historias de ancianos de edades avanzadas que lucían grandes cantidades de joyas, las figuras de ancianos y los rostros surcados de arrugas aparecen en el material arqueológico de estas tribus, al igual que en las culturas de Tumaco y San Agustín, tienen numerosas representaciones de viejos desdentados o barbados de expresión socarrona y, curiosamente, se encuentran, especialmente en San Agustín, numerosas representaciones de ancianos con imágenes viriles que no se acomodan a la tradicional consideración que asocia la vejez con la decadencia sexual.

      Aunque en las sociedades industriales se acrecienta el desprestigio de la vejez por el descrédito de la experiencia frente a las nuevas tecnologías, al aumentar el número de ancianos su presencia se ha convertido no solo en fenómeno demográfico, sino en asunto político y económico, y es hoy una de las más urgentes preocupaciones en los estamentos gubernamentales. La vejez, hasta ahora asunto esencialmente privado y familiar, se transforma en fenómeno social de envergadura. Con el cambio en la pirámide poblacional, en la sociedad actual el anciano adquiere representatividad social. Sin embargo, el siglo XXI no es ajeno a las paradojas y a las ambigüedades de siglos anteriores, prueba de ello es el vocabulario: adulto mayor, retirado, tercera o cuarta edad, anciano, en todo caso no “viejo”, término actualmente proscrito. Además, algunas denominaciones se elaboran sobre actitudes más o menos optimistas de la vida, por ejemplo, la edad dorada o edad de oro, que sustituyen a otras más pesimistas como el ocaso de la vida. No se puede olvidar que las palabras traducen y construyen procesos sociales. Esta cuestión de la denominación de los ancianos es la expresión de conflictos y de desafíos sociales.

      La vejez y el envejecimiento son construcciones históricas y culturales. Cada sociedad tiene los ancianos que merece. Cada tipo de organización socioeconómica y cultural es responsable del papel y de la imagen de sus ancianos. La historia occidental, desde la antigüedad, está marcada por las fluctuaciones del rol social y político de los ancianos. No hay una evolución lineal ni de la vejez ni de su estatus, es una evolución con altibajos, pero con una tendencia general a la degradación, a la exclusión. Muy temprano en la sociedad se impuso una imagen de una escala de edades como un arco, que se inicia con el nacimiento, con un apogeo en la edad adulta y decae hacia una vejez devaluada. Esta imagen ha afectado profundamente la representación de los ancianos y de la vejez y ha contribuido a la interiorización de la imagen de degradación y de pérdida, fortalecida actualmente con las tendencias antienvejecimiento.

       Capítulo 2

       Historia de la gerontología y la geriatría

      El interés por la vejez y los procesos de envejecimiento se ha producido a lo largo de toda la historia de la humanidad, aunque no siempre ha tenido un carácter científico. Los seres humanos de todas las épocas se han preocupado por prolongar su vida con la intención de luchar contra la muerte y alcanzar la eterna juventud. La imagen y las representaciones de la vejez y de los ancianos son casi tan antiguas como el mundo mismo, en cambio, el estudio científico del envejecimiento surgió después de la Segunda Guerra Mundial, por tanto, es más joven que su objeto de estudio. Sin embargo, desde tempranas épocas en la historia de la humanidad, se encuentran algunos intentos de explicación que pueden ser considerados como antecedentes de la geriatría. Por otra parte, la gerontología como disciplina científica es aún más joven que la geriatría, como se verá más adelante. La gerontología hace referencia al estudio de la vejez y el envejecimiento y la geriatría da cuenta de la salud y las enfermedades de los ancianos.

      En las sociedades primitivas prevalecía el mito sobre toda forma de conocimiento, sin embargo, como se mencionó en el capítulo anterior, el papiro de Ebers (1550 a. C.) contiene la primera explicación sobre el envejecimiento y la cultura china es la primera que diferencia entre envejecimiento y enfermedad.

      En la sociedad griega y luego en la romana, la medicina asentó las primeras descripciones de los padecimientos más comunes del anciano, es decir elaboró una geriatría, aunque todavía no diferenciada de la medicina general, y esto siguió hasta bien avanzado el siglo XIX. Hipócrates es quien refleja el ideal de la gerontología y geriatría actuales, puesto que el método hipocrático insistía en la cuidadosa observación de la apariencia del anciano, su conducta, su función, su forma de vida, su estado emocional y el medio ambiente que incluía el clima y las costumbres. Así mismo, las primeras referencias a las edades de la vida fueron elaboradas en el ámbito de la cultura griega, algunos textos hablan de siete edades, en otros se hace referencia solamente a dos (juventud y vejez) y allí nace el concepto de tercera edad, formulado por Aristóteles posteriormente, quien diferencia en la vida humana la juventud, la plenitud vital y la vejez.

      Como ocurre en otras disciplinas, es en la filosofía donde se encuentran claros antecedentes de la gerontología. Platón presenta una visión individualista e intimista de la vejez, resalta la idea de que se envejece como se ha vivido y de la importancia de cómo habría que prepararse para la vejez en la juventud. Así pues, Platón es un antecedente de la visión positiva de la vejez, así como de la importancia de la prevención y la profilaxis.

      Por el contrario, Aristóteles presenta una imagen negativa del anciano, establece unas etapas de la vida del hombre: la primera es la infancia, la segunda es la juventud, la tercera, la más prolongada, es la edad adulta, y la cuarta, la senectud, que equivale a deterioro y ruina. Considera la vejez como una enfermedad natural y una etapa de debilidades, digna de compasión social e inútil socialmente. Además, según él, los ancianos se caracterizan por ser desconfiados, inconstantes, egoístas y cínicos. Aristóteles fue el primero en elaborar une teoría del envejecimiento, la del envejecimiento como pérdida, que lo considera como la consecuencia de la disipación progresiva de un capital dado al nacimiento. Así, el envejecimiento se debe a la disipación progresiva de un stock de calor inne o “animal” con el cual nace todo ser viviente.

      Estas visiones antagónicas sobre la vejez de Platón y Aristóteles, mencionadas en el capítulo anterior, se continúan y matizan a lo largo de la historia. Son, además, las responsables de muchos de los estereotipos tanto positivos como negativos presentes en la sociedad actual. Así, por ejemplo, Cicerón sigue la idea positiva de Platón, mientras que Séneca sigue la línea de pensamiento de Aristóteles.

      Más adelante Galeno toma los elementos de la teoría de los cuatro elementos hipocráticos y la concepción aristotélica del envejecimiento y postula que la combinación variable de

Скачать книгу