Salud del Anciano. José Fernando Gomez Montes

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Salud del Anciano - José Fernando Gomez Montes LIBROS DE TEXTO

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href="#ulink_3609d23f-53d1-5b6d-8ab8-b52047b825d8"> 3. Reserva cognoscitiva

      El concepto de reserva cognoscitiva hace referencia a las diferencias en la manera como los individuos son capaces de compensar las alteraciones por deterioro cognoscitivo en las redes cerebrales. Así, existe variabilidad entre los individuos en su capacidad de compensar los cambios cognoscitivos que se presentan con la edad. Esto se ha propuesto debido a que ancianos con patología cerebral similar, frecuentemente difieren en la presentación clínica de la enfermedad y en su capacidad funcional.

      Los ancianos con más alta reserva cognoscitiva tienen una mayor habilidad para compensar los efectos del envejecimiento y la demencia. Por lo que es probable que los ancianos con menos reserva cognoscitiva evidencien deterioro clínico más temprano ya que tienen pocos recursos para mantener un envejecimiento normal.

      Varios factores se han relacionado con la consecución de esa reserva cognoscitiva, el más importante de ellos es el nivel educativo alcanzado en la infancia, también son relevantes los altos niveles de actividad intelectual durante la vida, que hacen tener una reserva cognoscitiva importante al envejecer, y alto nivel socioeconómico. De la misma manera, se ha sugerido que estilos de vida comprometidos activamente, que enfaticen la actividad mental, tienen un impacto positivo en la función cognoscitiva al envejecer.

      La atención se define como la capacidad de enfocarse y concentrarse en un estímulo dado por un periodo de tiempo sostenido. La atención es un proceso complejo que le permite a un individuo filtrar un estímulo del medio ambiente, mantener y manipular información y responder de manera adecuada. La atención constituye un prerrequisito para el funcionamiento adecuado de la memoria, puesto que es necesaria para codificar información para una futura recuperación.

      La atención sostenida o concentración tiene que ver con atender a un tipo de información en un periodo de tiempo. Después de controlar el tiempo de reacción y los cambios sensoperceptuales, la atención sostenida y las estrategias para mantener la concentración no parecen cambiar con la edad. A su vez, la atención selectiva, capacidad de dirigir y mantener la atención hacia un asunto o suceso aislado, mientras que al mismo tiempo se ignora información irrelevante, es similar entre jóvenes y ancianos; pero cuando se requiere filtrar la información ajena, dividir la atención en múltiples tareas (atención dividida) o cambiar rápidamente la atención de un aspecto a otro, se deteriora con la edad, dado que la eficacia y la selección y control dinámico del flujo de información en la memoria operativa parecen deteriorarse. También, la atención está estrechamente relacionada con la velocidad del procesamiento.

      Aún no es claro si los cambios se deben a la lentificación en la realización de tareas o a reducción de la disponibilidad de los recursos cognoscitivos. El paradigma de la doble tarea (ver capítulo 25) reposa sobre la hipótesis que dos tareas realizadas simultáneamente interfieren si utilizan sistemas funcionales o cerebrales idénticos, es decir, si comparten (compiten por) recursos a través de funciones ejecutivas y atención, como sucede en un trancón en una autopista, todos quieren salir de él.

      El anciano hace una tarea tan bien como una persona joven, pero cuando se requiere la realización de más de una al mismo tiempo, se sobrecarga y la ejecución se deteriora. Los ancianos se distraen fácilmente ante abundante información, puesto que no logran diferenciar y descartar aquella que es innecesaria, lo cual dificulta su procesamiento. Además, los procesos inhibitorios de la atención están más comprometidos que los facilitadores, lo cual interrumpe el balance requerido para una atención selectiva y origina aún mayor distractibilidad. La pérdida de la atención también puede deberse a ansiedad o aumento de la tensión ante el temor a cometer errores.

      No obstante lo anterior, los ancianos prestan más atención a la ejecución y realizan una sola actividad, lo que los lleva a hacerla con mayor precisión, aunque se demoren más tiempo.

      La velocidad de procesamiento cognoscitivo se refiere a cuán rápido una persona puede ejecutar las operaciones mentales necesarias para completar una tarea manual. La velocidad de procesamiento se expresa por el tiempo de reacción que se define como el tiempo requerido para recibir un estímulo, procesarlo y dar una respuesta. Existe una lentificación del tiempo de reacción del 20% entre los 20 y los 60 años, principalmente para tareas que requieren un procesamiento rápido de estímulos y activación de programas motores apropiados. Los ancianos responden 1,5 veces más lento que las personas jóvenes.

      Responder rápidamente es esencial para la ejecución de una serie de actividades de la vida diaria tales como cruzar una calle antes de que cambie el semáforo, entrar o salir de un ascensor o usar algunos electrodomésticos en la cocina, sin embargo, la calidad del proceso como tal no se ve afectada. La lentitud de las respuestas de los ancianos hace que ellos “no sintonicen con la gente o con el medio”, el anciano va a un ritmo muy diferente al del resto del mundo en una sociedad de ritmo rápido y orientada en función del tiempo, como es la sociedad actual.

      Varios factores influyen en esta lentificación: edad, capacidad cognoscitiva, capacidad funcional, estado de salud, experiencia anterior en la ejecución de determinada tarea y la tarea en sí misma. Existen algunas hipótesis biológicas para explicarla: pérdida neuronal, deterioro sensoperceptual, lentificación de la conducción nerviosa, fallas en la neurotransmisión o retraso en la reacción muscular al impulso nervioso. No obstante, la magnitud del déficit en la velocidad de procesamiento depende de la actividad, los ancianos se desenvuelven peor en tareas psicomotoras complejas que en tareas que exigen acciones simples, por ello su rendimiento es mucho peor cuando se les exige completar una secuencia de diversas etapas antes que una sola. Además, al aumentar la complejidad de la tarea se requiere un mayor razonamiento y, a medida que se envejece lo que más se reduce es la velocidad del “tiempo para razonar” frente al “tiempo para actuar”.

      Otro motivo por el cual los ancianos se toman mayor tiempo en la ejecución de actividades es el temor al error, debido a las consecuencias que puede traer el cometerlos: sensación de inutilidad, inseguridad y ansiedad, lo que lleva a que el anciano responda solo cuando está seguro. En algunas ocasiones gasta la energía disponible en el temor y no en la realización de la tarea.

      No obstante, existen una serie de factores que actúan como modificadores de la velocidad de procesamiento: tipos de presentación de los estímulos desencadenantes, multiplicidad y claridad en las informaciones, grado de complejidad de las situaciones, estructura de personalidad, capacidad de rendimiento intelectual, nivel educativo y experiencia profesional.

      El tiempo de reacción es fundamental en la vida diaria del anciano, por tanto, es necesario revisar y adecuar elementos de uso cotidiano como las puertas de los ascensores, semáforos, electrodomésticos, entre otros. Cada día toma más fuerza la hipótesis del tiempo de reacción como medida de la integridad del sistema nervioso central; a mayor lentificación, mayor posibilidad de deterioro y cuanto más deteriorado está físicamente un individuo de edad avanzada, más decisiva es la influencia del mundo exterior.

      La mala memoria es la queja que personifica la vejez.

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