La vida a través del espejo. Iván Zaro
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Tal es el impacto que el hito de la indetectabilidad está teniendo en nuestra sociedad que comienza a utilizarse la expresión «soy indetectable» para hacer referencia al estado serológico. Esta realidad supone una alianza para combatir el estigma ya que elimina de un plumazo cualquier posibilidad de transmisión. Tímidamente las personas indetectables comienzan a ser más visibles en sus respectivos entornos y campos de influencia. La puerta del armario del VIH parece entornarse y todo augura a que el tiempo de la oscuridad y el silencio está llegado a su fin. Recuerden, indetectable es intransmisible. Repítanlo como un mantra.
Otros avances en la historia reciente del VIH se basan en estrategias preventivas como los geles microbicidas que actuarían como profiláctico evitando nuevas transmisiones o la futura vacuna dirigida a personas seronegativas. El tratamiento antirretroviral también ha tenido un gran impacto en las personas seronegativas gracias a la Profilaxis Preexposición (PrEP). Es una reciente herramienta para la prevención del VIH en grupos de personas seronegativas especialmente vulnerables para adquirir la infección. Consta de dos fármacos antirretrovirales (Tenofovir Disoproxilo Fumarato y Emtricitabina) que reducen considerablemente el riesgo de transmisión en prácticas sexuales desprotegidas. La eficacia de la PrEP ha sido sobradamente demostrada por diversos estudios; de hecho, el primero de ellos, realizado en 2014 en Reino Unido denominado PROUD, concluyó anticipadamente debido a la alta efectividad mostrada por el tratamiento como prevención del VIH. Idéntica tendencia encontramos con el estudio IPERGAY, llevado a cabo entre Francia y Canadá, que reafirmó cómo la PrEP era altamente eficaz para la prevención del VIH.
A medida que la ciencia ha demostrado la eficacia de la PrEP para la prevención del VIH, muchos países han ido aprobando la dispensación del tratamiento entre personas seronegativas. Algunos de ellos son Estados Unidos, Francia, Noruega, Reino Unido, Bélgica, Portugal, Brasil o Noruega, entre otros. En España aún no ha sido aprobada16, pero confío en que cuando estén leyendo este libro la PrEP ya se encuentre disponible dentro de la cartera de servicios sanitarios de su localidad. Deseo que pueda ser una alternativa real, algo que sea abiertamente dialogado con su profesional sanitario y sea una entre otras muchas opciones para la prevención del VIH. Esto pondrá fin al mercado negro existente a través de internet y a los peligros que supone la automedicación sin supervisión médica.
El principal miedo entre los pacientes que se plantean tomar la PrEP radica en los efectos que el tratamiento antirretroviral puede causar en su organismo. Sobre los efectos secundarios derivados del uso prolongado de PrEP en personas seronegativas no hay estudios disponibles. Aunque se conoce que la tolerancia es buena y que los efectos adversos son escasos, es necesaria la puesta en marcha de estudios longitudinales que prueben la seguridad a largo plazo del tratamiento como prevención. Otra preocupación inicial que plantean los pacientes interesados en tomar la PrEP es el temor ante el desarrollo de posibles resistencias al tratamiento. Sin embargo, diversos estudios han demostrado que el riesgo al desarrollo de resistencias es muy bajo.
La PrEP conlleva un fuerte nivel de compromiso por parte de los pacientes ya que requiere una correcta adherencia así como una supervisión médica que garantice que el tratamiento está siendo eficaz y detectar precozmente cualquier posible ITS. Este tratamiento no tiene por qué ser crónico; es decir, una persona puede elegir tomar PrEP durante un periodo de tiempo determinado. Se puede elegir esta respuesta entre otras alternativas para prevenir el VIH, ninguna de ellas es excluyente. La evidencia científica afirma que la PrEP es una herramienta eficaz para la prevención del VIH e integrar esta estrategia entre las diversas respuestas para la prevención de la infección contribuirá a reducir futuras transmisiones del VIH. Conviene recordar que la PrEP no previene de otras ITS y, por tanto, la promoción del preservativo debe seguir estando dentro de las acciones preventivas de los gobiernos y las agencias de salud públicas.
Tanto el hito de la indetectabilidad como el de la PrEP parecen jugar un papel relevante en el descenso de los nuevos diagnósticos en diferentes grandes urbes de países occidentales. Esta realidad nos lleva a reflexionar sobre las respuestas que debemos ofrecer para la prevención así como la erradicación del estigma del VIH. Debemos combatir el anacronismo, tratando de evitar ofrecer en 2019 las mismas respuestas que dábamos en 1999.
Tal vez el VIH sea una de las patologías en las que clínicamente más se ha avanzado en menor tiempo en la historia de la humanidad y de la medicina. Desafortunadamente los progresos a nivel social no han seguido la misma trayectoria ni velocidad. La invisibilidad con la que se vive el VIH hace que la sociedad carezca de referentes o modelos. No existen personalidades famosas o conocidas en España que hayan salido del armario del VIH. ¿Acaso no hay famosos con VIH en España? Por supuesto que los hay, pero el temor al escarnio y a la pérdida de oportunidades laborales ganan el pulso a cualquier compromiso por luchar contra la discriminación de las personas seropositivas. Sin embargo, es más frecuente ver cómo personalidades famosas hacen público su diagnóstico de cáncer para concienciar a la sociedad frente a esta enfermedad.
Una persona que hoy sea precozmente diagnosticada y correctamente tratada tiene una esperanza de vida muy similar a la población seronegativa. Es justo recordar que, desde los primeros casos aparecidos en 1981 hasta la actualidad, se estima que 76 millones de personas han adquirido la infección. Y que, desde entonces, el sida y las enfermedades relacionadas con él han acabado con la vida de 35 millones de seres humanos. Es una de las pandemias más letales y con mayor carga de prejuicios sociales de la historia reciente de la humanidad.
Este capítulo nos traslada a uno de los momentos más íntimos que una persona puede experimentar. Aquel que jamás deseó protagonizar, ese instante en el que atraviesa el espejo para introducirse en un mundo extraño y diferente. El universo donde se expulsan a las personas que son condenadas por comportamientos desviados, merecedores de la cruz que a partir de entonces llevarán sobre sus hombros. Y todo ello a pesar de los avances científicos que han hecho del VIH una patología crónica, de la cantidad ingente de información y de las campañas realizadas. En ese preciso momento aparece el miedo a la muerte, a la pérdida de salud, a la humillación y a la soledad. Porque todo cuanto hemos vivido, aquellos mensajes que hemos ido adquiriendo sobre la infección y las imágenes proyectadas de cómo eran las personas con VIH, todo eso permanece latente en nuestro inconsciente para despertar en los momentos de fragilidad. El golpe que una persona sufre con el diagnóstico de VIH puede llegar a ser traumático y conllevar múltiples consecuencias físicas y emocionales. Todas estas cuestiones sitúan al individuo en la casilla de salida hacia un proceso de adaptación que le enfrentará a la adversidad y a descubrir su capacidad de supervivencia adquiriendo recursos y nuevos hábitos y destrezas en su vida.
Aunque se sobreentiende que las nuevas transmisiones de VIH se dan en población joven como consecuencia de la ausencia de información o cierta inmadurez, en realidad, no solo la población joven adquiere la infección, sino que personas adultas y mayores también son diagnosticadas cada día en España. Parece demostrado que para lograr la prevención del VIH la información es necesaria, pero por sí sola insuficiente. Hacemos referencia a comportamientos humanos con la complejidad que estos conllevan, la prevención no es tan sencilla como programar una máquina para que utilice preservativo todas y cada una de las veces que mantenga relaciones sexuales hasta el final de su existencia. A menudo desde la medicina preventiva se tiende a infantilizar a la ciudadanía, generando en las personas diagnosticadas de alguna ITS, especialmente el VIH, una cierta sensación de fracaso. Aumentando la sensación de culpabilidad en aquel individuo que, conociendo los posibles riesgos, decidió enfrentarse a sus consecuencias. La sociedad, desde el púlpito de la seronegatividad, suele recriminar la asunción del diagnóstico a modo de culpa ante comportamientos de riesgo. Es frecuente tras recibir la noticia sentir una fuerte culpabilidad. En mi trabajo diario trato de desmontar