La difícil vida fácil. Iván Zaro

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La difícil vida fácil - Iván Zaro

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metido en esto. Al fin y al cabo, si tu pareja está en el mismo barco, se hace más fácil, sabes que trabaja allí o incluso puede que hayáis trabajado los dos juntos. Pero, para alguien que no ha trabajado en esto, es muy duro, es muy duro… saber que tu pareja, aunque sea por dinero, está follando con viejos. Sólo por dinero, pero lo está haciendo. Tiene que ser muy duro. Así y todo, esa no fue la razón de la ruptura con aquella pareja. Estuvimos juntos cinco años, él era de Colombia y con el tiempo descubrí aspectos que no me gustaban. Hay dos cosas que no me gustan en la vida. Una es que se metan con mis padres, porque no los tengo. Y otra, que me peguen. Él cometió esos dos errores, así que, antes de seguir sufriendo, me dije: «hasta aquí». Porque, mira, una pareja puede discutir, puede decirse mil cosas, pero cuando uno llega a las manos, eso ya no. El respeto se pierde totalmente.

      Con mi pareja actual el trabajo es más sencillo. A la hora de trabajar, uno va más confiado porque sabe que la otra persona entiende que lo que se hace es por trabajo. Aunque con cualquier cliente puedes sentir celos, tanto él como tú. Pero los celos son distintos, no es como pensar: «Ay, mira, yo aquí trabajando en un comercio y él está prostituyéndose». No sé, dos personas, una pareja trabajando en esto, pues... ¿cómo te diría yo?, se compenetran, saben a lo que van y cómo funciona la cosa. Los dos tienen claro que es sólo por dinero. Alguna vez, incluso hemos trabajado juntos. Le metí una vez en un trío conmigo, pero el trabajo no nos afecta como pareja. Lo que sí tenemos pensado hacer es irnos a Brasil para quitarnos totalmente de la prostitución. Tengo claro que la prostitución no es para toda la vida. Tampoco me pesa, estoy orgulloso de ello, porque nadie me mantiene, no estoy cometiendo ningún delito. Si un amigo me dijera que va a trabajar de esto, no le dejaría de lado porque yo sé lo que es vivir de esto. Yo me siento muy orgulloso de trabajar en esto.

      Sin embargo, a corto plazo, me gustaría dejar la prostitución. No es que me quiera alejar porque la odie, no, eso no es, pero quiero vivir una vida normal con mi pareja y trabajar en algo legal para poder llegar al día de mañana. Llegar a ser algo. Que no me digan «el chapero», «el puto». No sé, vivir una vida normal. Sé que puede costarme, pero es algo que deseo y no creo que me arrepienta de ello, aunque tenga que ajustarme a unos horarios fijos y a un salario menor. Quien algo quiere, algo le cuesta. Cuento con que los ingresos van a ser más bajos, pero me liberaré de sentirme como usado por estar con unos y con otros; de coger una enfermedad, o de estar trasnochando cuando te llama un cliente a las cuatro de la mañana. Creo que todos los prostitutos se sienten usados, porque estás con una persona, luego con otra, y con otra, y con otra, y con otras. No estás con una persona que te agrade, que te gusta, ¿no? El sexo lo estás forzando para poder ganarte el dinero. No lo haces por placer. El sexo privado es diferente, estás con la persona que te gusta, y allí el sexo es mejor, no como con los clientes que, cuando llega uno, follas y le haces que se corra. El único interés es que se corra. Con tu pareja, aunque te puedas correr pronto, te corres feliz porque es la persona que te gusta. No es como ir cambiando de clientes, ahora con uno, ahora con otro. Este cambio, el sentirse usado, hace que muchas veces uno caiga en crisis de ansiedad. No sé, uno se para a pensar tanto en cómo es su vida realmente que aparece la crisis. Una ansiedad por la que hay chicos que han llegado a suicidarse. O muchos que están en las drogas, muchos de los que toman drogas es por la prostitución, a causa de ella.

      No sé, la vida del chapero es así. No aconsejaría a nadie que se metiese en la prostitución a menos que lo necesite y que sea para bien, ¿no? Que se haga por la necesidad de ganar dinero, vale, pero no prostituirse para meterse en drogas o prostituirse por placer, no. Hasta la fecha no he conocido a nadie que se prostituya por placer. La vida del chapero es de corta duración… aunque yo ya llevo mis años.

      La historia de Sega, un superviviente llegado de África

      Recuerdo mi infancia y adolescencia como una época buena con mi madre, mis hermanos y mi abuela. Una infancia normal y feliz en Gambia, donde hasta los quince años. A esa edad, mi madre me mandó a Europa del Este para estudiar. No todo el mundo tiene esa oportunidad en Gambia, es caro y sólo la gente que tiene familias acomodadas se lo puede permitir. No es mi caso, yo vengo de una familia humilde, pero aproveché la posibilidad de obtener una beca de estudios. Yo tuve una beca y marché a Europa, donde estuve hasta los veintiún años estudiando bachillerato técnico y al terminarlo regresé a Gambia. Como había estudiado mecánica, empecé unas prácticas durante seis meses, pero como no me gustaba lo que había estudiado, comencé a trabajar en otras cosas. Trabajé de cocinero, después en la recepción de un consultorio médico, en hostelería, de camarero en una discoteca. Eso hice, cambiando de trabajos durante mucho tiempo.

      Descubrí mi sexualidad en Gambia, pero siempre la tenía guardada para mí. El ambiente para los homosexuales era muy hostil, ahora lo es mucho más, antes lo era menos, pero ahora cada vez es peor. Cerca del noventa y cinco por ciento de la población es musulmana y la homosexualidad es ilegal. Puedes ir a la cárcel. Allí, si eres gay, no puedes salir del armario. Yo sabía que me gustaban los hombres, pero aun así tenía novia. Lo de los hombres era como algo ocasional, yo mismo no lo aceptaba muy bien. No me entendía muy bien. Pensaba que aquello no era una cosa normal. No sé, quería cambiar, ser hetero. Lo intenté, pero no, no funcionó. Como la situación en los últimos años no ha hecho sino empeorar, pues se ha vuelto más radical, venir a Europa me daba en este sentido mucha más libertad. Aunque ahora con Internet tengo que tener cuidado de lo que puedan ver de mi vida en mi país.

      Llegué a España con un visado de turista que conseguí por trabajar durante un par de años en la Embajada de Eslovaquia en Gambia. Hablaba el idioma de cuando estuve allí estudiando y conseguí un trabajo de administrativo. Era un buen trabajo y se cobraba bien, pero el país tuvo que reducir sus embajadas en África y a Gambia le tocó. Sabía que iba a ser difícil encontrar otro trabajo igual y aproveché la oportunidad para volver a Europa. Tenía contactos de la embajada, así que no me resultó difícil conseguir el visado para venir a Madrid. Llegué aquí con casi treinta años y sin saber castellano, no sabía nada, todo lo aprendí aquí.

      No me costó adaptarme, sinceramente, me sentí acogido. Además, ya había estado en Europa antes, siendo muy joven, así que no me costó mucho adaptarme. Claro que Europa del Este y España son diferentes, pero la adaptación fue suave, no supuso un choque enorme. Enseguida me puse a buscar trabajo, pero sin papeles es muy difícil, y tardé seis meses en encontrar trabajo con los papeles de otro chico. Primero trabajé de camarero y tras un tiempo me despidieron, por lo que empecé a trabajar en negro, sin contrato. En un hotel hice de todo, atender en la recepción, de camarero, limpieza, todo lo que se puede hacer en un hotel.

      Lo de la prostitución me lo planteé cuando me quedé sin trabajo. Llevaba un tiempo sin encontrar nada y me metí por curiosidad. Me dije: «Voy a probar eso», y así empecé. Busqué en Internet sitios donde pudiese trabajar porque alguien me dijo que había casas donde podías ir y que te pagaban por ello. Encontré el primer sitio a donde ir, tenían su dirección en Internet y en su página web decían que necesitaban chicos, así que fui e hice una entrevista. Así fue como empecé.

      Fue durísimo, era mi primera vez, yo tenía entonces ya treinta años y en toda mi vida nunca había imaginado que algún día iba a dedicarme a la prostitución. Nunca, nunca. De hecho, antes de venir a España, ni siquiera sabía que un chico podía ganarse la vida así. Por ejemplo, en Gambia he tenido oportunidades cuando otros hombres me han ofrecido dinero para acostarse conmigo, pero para mí aquello era una ofensa terrible. No me imaginaba que un día yo iba a hacerlo. Ni se me pasó por la cabeza. Así que al principio fue muy duro. Es muy duro aceptar a la gente con la que te acuestas. La gente es lo más duro de todo; las primeras veces vomitaba después de estar con una persona y sentía tanto asco que no paraba de llorar y llorar. Me sentía mal conmigo mismo, me sentía sucio. Sentía asco por mi persona, por practicar el sexo con una persona de ochenta años o gente horrible. Fue muy duro, muy, muy duro.

      Miré de hacerme fuerte, de convencerme de que no tenía otra cosa. No tenía papeles, no tenía cerca a mi familia, no tenía a nadie que pudiese ayudarme, así que me forcé

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