La difícil vida fácil. Iván Zaro
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Entre los compañeros no encontré al principio mucha ayuda. No sé, veníamos de mundos diferentes. Ellos estaban allí para hacerlo, muchos vienen de sus países ya con la idea, llegan mentalizados, pero yo no. Cuando yo llegué a Europa nunca había pensado en ello, no tenía esa idea, no lo había hecho en mi vida. Era un mundo totalmente ajeno para mí. Muchos chicos que vienen de Latinoamérica ya han trabajado en esto en sus países y tienen la idea en la cabeza antes de venir a España. Vienen aquí para ganar dinero con la prostitución, supongo que también será difícil para algunos, pero para otros el ganar dinero y hacerse con muchos clientes es como un trofeo. Así que al principio, más que compañerismo, era competencia. Había otros que también lo pasaban mal, pero en general puedo decir que de este mundo tengo pocos amigos. Ahora tengo alguno más, pero al principio no. La mayoría de los chicos no me caían bien, eran muy malos. Ahora la cosa ha cambiado un poco, es diferente, porque ya hay gente con historias distintas, que lo hacen como yo, pero que al principio no estaban en esto. Pero bueno, también mi forma de ver la prostitución ha cambiado. Ahora mi visión es diferente.
He estado ejerciendo la prostitución unos cinco o seis años, la mayoría del tiempo en pisos. Empecé en Madrid y después cambié a Barcelona, pero también he trabajado en Internet por mi cuenta. He estado en muchos pisos, en Madrid, Barcelona, Málaga, Sevilla y Bilbao, aunque procuro no cambiar mucho de ciudad, ir de sitio en sitio es horrible, soy más de quedarme en un sitio fijo. Ya por libre, viajé también por Europa. Estuve en Alemania en pleno invierno y fue horrible, hacía mucho frío y gastaba mucho dinero en los hoteles. Después fui a Suiza, donde estuve bien, y a Francia. En Suiza hay que tener cuidado, la prostitución está muy perseguida, pero en Francia no tanto. La prostitución femenina sí que la persiguen, la de los hombres no. Es como aquí, no hay nada claro legalmente.
En los pisos el dueño se lleva el cincuenta por ciento de tu trabajo. Un cincuenta por ciento para ti y un cincuenta por ciento para el piso. Si vives allí, tienes que estar las veinticuatro horas en el piso. A veces, puedes salir un rato, para hacer compras o tomar un poco de aire, a lo mejor tienes un día libre, pero casi todo el rato tienes que estar allí, pues cuando viene un cliente todos tenemos que mostrarnos, es lo que llamamos «pasarela», para que el cliente pueda elegir al chico. Puedes negarte si te pide algo que no quieres hacer, pero no los eliges.
Es frecuente que para acceder a una plaza se tenga que tener sexo con el gerente, creo que puede decirse que es una norma general el que se aprovechen de los chicos nuevos que entran al piso. En Madrid, el dueño del piso era horrible. Luego te pagaba, pero no lo hacía como lo hacen los clientes, pagaba la mitad. Pero lo más horrible fue mi experiencia en Málaga, donde para obtener la plaza tuve que acostarme con el dueño, que estaba enfermo. No sé si tenía cáncer o qué, pero estaba en fase terminal, siempre llevaba un aparato para respirar. Acostarme con él fue horrible. Horrible.
El dinero que se puede ganar en los pisos es muy relativo. Cambia mucho, tanto puedes ganar como no ganar. En ocasiones, puedes ir y ganar mil euros, otras veces, quinientos euros, o incluso no hacerte nada. Hay gente que en el periodo de veinte días de la plaza no se hace nada. Depende mucho. Los anuncios en prensa e Internet suele sufragarlos el piso, pero en otros tienes que pagarte tú mismo los anuncios. Unos dueños son más buenos y otros más cabrones y te lo hacen pagar todo.
Trabajar en los pisos tiene sus ventajas, una es que no tienes que pagar alquiler en otro lugar y, además, si es uno con mucha clientela, se puede ganar dinero, y si hay trabajo quedarte más tiempo. Por ejemplo, cuando yo me fui de Madrid, no tenía nada, sólo algo de dinero para unos pocos días. Alquilé una habitación y allí aguanté hasta que se me acabó el dinero, luego no tenía ni a dónde ir. Nada. Y entonces encontré un piso y el dueño me dijo que podía quedarme allí. Estuve más de un mes, conseguí hacer mucho dinero y ahorrar para poder alquilar mi habitación, pagar la fianza y otras deudas. En ese sentido, los pisos son una ventaja.
Pero no todo son ventajas, no suelen ser lugares muy limpios. Se descansa poco y mal. Te pasas veinticuatro horas allí, siempre metido en ese ambiente que agota física y mentalmente. La casa siempre gana, mucho más que tú porque se queda un cincuenta por ciento sin hacer nada. Esos son los principales inconvenientes. Eso y las drogas que hay en muchos de ellos. En Madrid, donde estuve no había drogas, pero en Barcelona sí. Allí los clientes iban a drogarse y en el mismo piso se vendían las drogas. Cuanto más se drogan los clientes, más tiempo se quedan y con ello los gerentes hacen más dinero. En Sevilla, en el piso donde estuve, lo que más se consumía era cocaína. Antes los clientes se gastaban mucho dinero en los pisos. Antes de la crisis económica una persona podía permanecer en el piso veinticuatro horas, con diferentes chicos, comprando droga y gastando miles, miles de euros. Pero los clientes no son los únicos que consumen, he visto a muchas chicas transexuales engancharse, gastarse todo el dinero que ganaban en coca, hasta follar sólo por coca. He visto casos así y es triste. Mi primera experiencia con la coca fue en Madrid y fue fatal, con un cliente, pero yo no tomo, tomarla es un peligro, el peligro de hacerse adicto y pasarlo muy mal. Durante una temporada, yo bebía. Cada vez que tenía un cliente bebía para poder hacerlo, sé que otros usan drogas para eso mismo. Cuando empiezas, tienes que hacer algo, es duro, muy duro, y para hacerlo más fácil se recurre a todo tipo de drogas. Para todo el mundo es duro. Te destruye la autoestima, y si no eres capaz de saber quién eres y por qué haces lo que haces, entonces te destruyes. Por eso siempre he procurado recordar de dónde vengo, por qué hago las cosas, a dónde voy y cuáles son mis metas, pero siempre es difícil. Por suerte, las drogas no me gustan, no van conmigo. Me pongo enfermo con ellas, creo que mi cuerpo no las asimila, y eso es una suerte también. Si un día tomo drogas, me paso los tres siguientes enfermo. El alcohol sí que lo tolero, por eso bebo. No puedo decir que sea alcohólico, pero sí que bebo.
Lo que sí uso es Viagra o Cialis, sin utilizarlas muchas veces no consigues ni empalmarte. Tienes que usarlas, si no, no puedes. Por más que piensas y te esfuerzas, al final la mente lo es todo, por eso la mejor garantía es tomarla. A veces venían chicos jóvenes y con ellos no hacía falta tomar nada. Aquí en Madrid había un piso donde acudían muchos chicos jóvenes, de veinticinco o veinte años, y claro, todos queríamos pasar con ellos. Pero la mayoría de clientes son hombres casados. Yo diría que aproximadamente el setenta por ciento de los que venían eran hombres corrientes, casados, con hijos y todo eso; y luego ya hombres muy mayores, o gente que de verdad, si no pagase, no podría tener sexo, porque son muy gordos o cosas así. En ocasiones había ejecutivos, gente que está de viaje, y en contadas ocasiones gente joven y guapa con la que incluso lo pasabas bien. Puedes encontrar gente de todas las edades, desde los que rondan los treinta hasta los de cien años.
Recuerdo un piso en Barcelona donde se vendía mucha droga y que la policía debía llevar mucho tiempo vigilando. Al final, un día entraron y se llevaron a todo el mundo, por suerte en aquel momento yo no estaba allí. Es lo más cerca que he estado de tener problemas con la policía, pero me salvé. Pero miedo siempre he tenido, por ejemplo, de ir a casa de los clientes. Aquí en Madrid, cuando me enviaban en plena noche a las afueras de la ciudad a visitar a un cliente, me asustaba. Nunca sabes lo que te vas a encontrar allí. Sabes que el gerente del piso tiene los datos del cliente y la dirección en caso de que algo pase, pero eso no me quitaba el miedo. Cuando iba por mi cuenta, siempre dejaba en mi piso la dirección y el número de teléfono del contacto, todo bien escrito en mi habitación por si acaso. Esas salidas siempre me han causado pánico, pero gracias a dios nunca me ha pasado nada, pero sé que a veces sí pasan cosas.
He oído casos de chicos que se prostituyen para pagar la deuda del viaje a España. Son los «cafetones», he conocido a muchos brasileños que han venido así. Muchos «cafetones» han sido chaperos antes y se aprovechan de los chicos nuevos cobrándoles el precio del billete con intereses,