Sentir con otros. C. Gonzalez

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Sentir con otros - C. Gonzalez страница 4

Sentir con otros - C. Gonzalez Investigación

Скачать книгу

alma y pasión? ¿Es la ataraxia una invitación a controlar las pasiones? Estas profundas preguntas guiarán el desarrollo de este primer capítulo.

      En el capítulo 7, “Las emociones en el carácter racional de la religiosidad. Una justificación moderna desde Descartes y contemporánea desde Plantinga”, Eucluides Eslava y Cristian González exponen la función que cumplen las emociones en el origen de la religión, y cómo logran estas acercar la experiencia religiosa a una justificación racional. Una de las tesis que causa mayor atracción en el capítulo afirma que no es necesaria la existencia de una justificación para poseer creencias verdaderas, por lo tanto, el criterio para considerar que una creencia es justificada se basará ahora en procesos cognitivos fiables, y no en la capacidad de dar razones por las cuales se posee una creencia. ¿Es la emoción un motivo para la creencia religiosa? ¿Cómo es posible justificar racionalmente el hecho religioso? ¿Cómo se logra justificar el hecho religioso desde las emociones? Todas estas son incógnitas que, junto a otras de igual relevancia, serán desarrolladas a lo largo de este capítulo.

      Este libro termina con un interesante capítulo titulado “La contemporánea articulación emocional del espacio público”, escrito por Claudia Carbonell y Lourdes Flamarique. Las autoras analizan la idea según la cual los ámbitos del espacio público se encuentran en proceso de asentamiento por parte de las emociones; de tal manera que una de sus tesis para explicar esta conquista de las emociones en nuevos espacios asegurará que estas se han comenzado a trasladar a esferas más privadas, lo que ha llevado a la aparición de nuevos códigos emocionales que buscan borrar la distinción entre lo público y lo privado. ¿La esfera privada ha desaparecido por completo en la actualidad? ¿La invasión de las emociones a estos nuevos ámbitos disminuye el aspecto racional de las sociedades? ¿Cuál es el futuro de la racionalidad en un mundo donde las emociones han tomado protagonismo? Estas y otras preguntas de gran valor y actualidad serán desarrolladas en este último capítulo.

      Jesús David Girado-Sierra, Ph. D.

      Decano

      Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas

      Universidad de La Sabana

I. ANÁLISIS DE EMOCIONES CON UNA GRAN INFLUENCIA EN LA VIDA SOCIAL

      doi: 10.5294/978-958-12-0608-7.2022.1

      David Konstan* – New York University

      Resumen

      Este capítulo sostiene que en los estados de angustia parece no haber causa y objeto evidente (no hay juicio racional del peligro), lo cual contrasta con la tesis según la cual las emociones son un proceso cognitivo e intencional que depende de juicios racionales y valoraciones de la realidad, lo que resulta ser claro en el caso del miedo, por ejemplo. El análisis de la condición emocional del humano, específicamente en torno al miedo y la angustia, se hace a partir de una discusión de las propuestas clásicas de Aristóteles y Epicuro, las cuales han cobrado vigencia en los investigadores actuales de las emociones bajo etiquetas tales como la teoría de la valoración.

      Palabras clave: emociones, miedo, angustia, Aristóteles, Epicuro.

      Introducción

      El concepto griego del temor o miedo, y de las emociones en general, no coincide exactamente con los puntos de vista modernos. En mi trabajo argumento que, para Aristóteles, el miedo, como todas las emociones, es un proceso 1) cognitivo y 2) intencional. Con esto quiero decir 1) que el miedo depende esencialmente de juicios racionales de lo que constituye un peligro: de aquí que los animales irracionales y los seres humanos inmaduros no puedan experimentar miedo; y 2) que el juicio del peligro es un constituyente inseparable de la emoción; por tanto, uno no puede hablar de un mero “sentimiento” de miedo. Este punto de vista, aunque poderoso, hace que la idea de la ansiedad sea problemática, en la medida en que la ansiedad fluye libre, y aparentemente no tiene objeto (por tanto, no hay juicio racional del peligro). En la generación posterior a Aristóteles, Epicuro sostenía que el miedo irracional a la muerte atormentaba a la mayoría de la humanidad (es irracional porque la muerte no puede dañarnos y, por tanto, no es un peligro). Aunque Epicuro mantiene una interpretación cognitiva del miedo, mi propuesta es que este miedo irracional se aproxima mucho al sentido moderno de ansiedad.

      El miedo y la angustia: desde la perspectiva de la Grecia antigua

      La controversia entre los que consideran que las emociones son innatas y por eso universales e idénticas en todas las culturas humanas, y los que, al contrario, sostienen que las emociones son en gran medida determinadas o construidas por la cultura, y, por tanto, varían de una sociedad a otra, sigue siendo viva y animada y no da señales de calmarse. El desacuerdo es especialmente intenso respecto a los sentimientos que los universalistas consideran como básicos. Aunque no hay una lista única de las emociones básicas con la que todos estén de acuerdo, es típico el breve catálogo promovido por Paul Ekman, probablemente el investigador más eminente del grupo. Basándose en las expresiones faciales que corresponden a las emociones particulares, Ekman individúa la cólera, el asco, la tristeza, el disfrute, el miedo y la sorpresa (las últimas dos a veces combinadas en una), aunque sugiere que el desprecio y, quizá, la vergüenza y el sentido de culpa también puedan tener manifestaciones físicas universales (1998, pp. 390-391). Ekman nota, sin embargo, que “los celos no parece que tengan una expresión distintiva”, mientras otros, por ejemplo, el psicólogo evolucionista David Buss (2000), creen que también los celos son universales en todas las etnias humanas.

      Ekman supone que, si una expresión facial particular se identifica con una palabra específica en diferentes culturas, entonces, la emoción a que corresponde debe de ser uniforme en todas esas culturas.2 Como es obvio, eso no sigue automáticamente: puede que yo identifique, por ejemplo, una mirada de ojos muy abiertos, que parece como si fuera de horror, como “miedo”, mientras que un hablante de alemán la considere más bien como Furcht y un angloparlante como fear. En todos estos casos, la imagen provoca una palabra o un nombre. Pero la cuestión es más bien: ¿quiere decir por fear el angloparlante lo mismo que significa “miedo” en boca de un español?3 Otra dificultad con el método de Ekman es que no todos los elementos que se encuentran en su lista son claramente emociones en otras culturas, por ejemplo, para hispanoparlantes. El asco, igual que la sorpresa, parece ser más bien una reacción instintiva, algo como revulsión, en vez de una emoción, y la tristeza se describiría mejor, me parece, como un estado anímico o disposición. Si examinamos listas de sentimientos elaboradas en otras sociedades, por ejemplo, por Aristóteles en su Retórica, resulta que hay diferencias notables: muy pocos hoy en día incluirían la gratitud entre los sentimientos fundamentales y, sin embargo, Aristóteles le dedica un capítulo de su análisis de las emociones y Cicerón afirma que es universal y que se manifiesta incluso en niños pequeños (De finibus 5.22.61). Y la misericordia, que aparece en casi todos los inventarios griegos y latinos de las emociones, raras veces se menciona en descripciones modernas. No obstante, hay dos de los ejemplos de Ekman que sí se encuentran en la lista de Aristóteles, y que, de hecho, parecen figurar entre los candidatos favoritos de todo el mundo para ser sentimientos innatos y, por tanto, universales: la cólera y el miedo. E incluso entre los que podrían admitir que la cólera pueda variar de una sociedad a otra parece

Скачать книгу