Psicofonías. El enigma de la transcomunicación instrumental. José Ignacio Carmona Sánchez
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¿DESDE CUÁNDO TENEMOS CONSTANCIA DE LAS PSICOFONÍAS?
En el siguiente capítulo veremos cómo el «contactismo» por medio de personas, objetos y más tarde máquinas, es un hecho que se pierde en la noche de los tiempos. Sirva como botón de muestra cómo ya en 1934 el ingeniero Lorenzo Manzini anunció el fenómeno a través de la supuesta comunicación del espíritu de un científico por boca de la médium Bice Valvonesi: «En los próximos años se descubrirá en el campo del electromagnetismo algo que permitirá hablar con los difuntos de forma directa».
El término psicofonía es una manera sencilla de definir aquellos sonidos de aparente contenido, grabados sin explicación en soportes registrables. Pero esto termina por convertirse en un cajón de sastre donde meter un variopinto espectro de incidencias. En el transcurso de la grabación sobrevienen muchas causas que pueden confundirnos en una posterior audición, consecuentemente muchas de las «voces paranormales» tienen una explicación técnico-ambiental. A la hora de hablar de psicofonías deberíamos hablar de un sonido, palabra o frase cuya sobreimpresión no admite una contra-hipótesis racional válida.
Frente a una psicofonía nos enfrentamos a dos retos, resolver su autenticidad y ofrecer una explicación más o menos satisfactoria. Para saber si estamos ante una psicofonía real podemos ayudarnos de herramientas de análisis, pero a la hora de intentar explicar qué son y de dónde vienen las psicofonías nos encontramos con que, aunque sus características sean más o menos conocidas, estas se manifiestan de manera aleatoria. Como a día de hoy no existe una respuesta totalmente satisfactoria que explique las verdaderas psicofonías, las encasillamos en el terreno de lo paranormal.
Sencillamente es aquello que no se puede explicar en términos de la ciencia actual, ni es compatible con la norma de percepciones, creencias y expectativas referentes a la realidad.2
Enfrentados a un fenómeno de estas características, debemos echar mano de una disciplina aún en estado embrionario como es la parapsicología. Básicamente, esta disciplina se ocupa del estudio del entrelazamiento de hechos psicológicos poco usuales, algunos de lo cuales, como veremos, pueden ser registrados por una máquina, lo cual nos va acercando poco a poco a la mecánica de las psicofonías.
A lo largo de estas páginas el uso del condicional estará muy presente, pues es nota característica de los enunciados parapsicológicos ofrecer respuestas extraordinarias a sucesos extraordinarios. En este libro me referiré a esas voces sin dueño indistintamente como psicofonías, parafonías o cualquier otro uso coloquial de conocimiento general. Asimismo haré mención a la disciplina que se ocupa de su estudio: la transaudiocomunicación instrumental, bajo la abreviatura TCI.
Se hace necesario puntualizar que las siglas TCI solo hacen referencia a una técnica o conjunto de técnicas que se basan en el uso de distintos soportes registrables con el fin de obtener comunicaciones supuestamente inducidas por una causa paranormal. A esta desconocida «causa paranormal» se le denomina «voces», infiriéndole la doble cualidad de efecto-causa, por tanto y cuanto se desconocen todos los mecanismos que intervienen en su génesis. La expresión TCI no es más que una definición neutra, pues es frecuente en la fenomenología paranormal el que nos veamos limitados por el lenguaje.
La TCI no es una segunda religión, como técnica o conjunto de técnicas sencillamente nos ofrece unas evidencias físicas desconcertantes en forma de grabaciones. Todo efecto tiene su causa, y para estas voces no encontramos una explicación racional convencional, por lo que debemos suponer que provienen de una realidad de naturaleza ampliada. En absoluto la TCI trata de dogmatizar o revelar una verdad trascendente, es el sujeto quien, desde su visión personal, acomoda el fenómeno a su propio sistema de creencias. Cabe preguntarse si nuestros fallecidos quieren transmitirnos es peranza a través de sencillas comunicaciones, o si la prudencia invita a recelar precisamente porque lo hagan de manera tan pueril.
Se nos ha explicado que la causa por la que nuestros interlocutores del otro lado registran mensajes de manera telegráfica y rudimentaria se debe al tremendo esfuerzo energético que les debe suponer. Pero ese mismo argumento sería igual de válido para la hipótesis de que los mensajes respondan a un fenómeno telequinésico.
No obstante, habría que preguntarse si nuestro metabolismo es capaz de generar y dirigir energía suficiente como para intervenir sobre una grabadora. Desde un punto de vista positivista todo ello es una aberración, pero los parapsicólogos hablan de la existencia de un campo al que llaman «beta», cuyas fuerzas estarían orientadas en una dirección perpendicular a nuestro marco tridimensional conocido. La conclusión sería que las fuerzas capaces de interaccionar con el entorno no tendrían su origen en nuestra masa celular, sino que serían moduladas presumiblemente por nuestro órgano director, el cerebro. En resumidas cuentas, nos encontramos ante un fenómeno que nos depara explicaciones contradictorias y soluciones muy peregrinas.
Efectivamente, ni siquiera la parapsicología puede explicar, sin acudir a teorías arriesgadas, qué produce una psicofonía y quién o quiénes son los que contestan inteligentemente a las preguntas de los experimentadores.
FACTORES TÉCNICO-AMBIENTALES A TENER EN CUENTA
Algunos experimentadores, que a su vez son técnicos y radioaficionados como César Pachón, han creído hallar explicaciones alternativas para determinados sucesos ligados a las psicofonías.
Por ejemplo, hacen mención a cómo, debido a la velocidad de la luz (finita), es posible observar una estrella en tiempo presente desde nuestra posición, cuando realmente ha podido desaparecer hace millones de años. Así, es posible recoger excepcionalmente contactos de radio vía HF con un retardo de más de ochenta horas. Descartando que la señal de radio esté dando vueltas a la tierra por los caminos convencionales (rebote tierra-ionosfera) y conociendo la potencia y la frecuencia con la que estamos transmitiendo, podemos deducir cuántos rebotes se han producido en atención a la pérdida total de potencia y el tiempo que ha tardado la onda en alcanzar de nuevo a la antena inicial. Los receptores no tienen la suficiente sensibilidad, ni la necesaria relación señal/ruido, para recibir lo poco que queda de la emisión original.
De otra parte, puede suceder excepcionalmente que los componentes de los soportes funcionen como antena, o que en determinadas técnicas, como la transradiocomunicación, se nos cuelen emisiones convencionales a través de los módulos de amplificación. El mismo «padre» de las psicofonías, Konstantine Raudive, confundió en más de una ocasión las emisiones de Radio Luxemburgo con voces paranormales.
Lo cierto es que es posible explicar muchas de las hipotéticas voces paranormales con argumentos parecidos. Al analizar estas hipotéticas voces directas de radio obtenidas mediante la técnica de la transradio (interaccionar un