Psicofonías. El enigma de la transcomunicación instrumental. José Ignacio Carmona Sánchez

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Psicofonías. El enigma de la transcomunicación instrumental - José Ignacio Carmona Sánchez Investigación Abierta

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mensajes telegráficos del tipo pregunta-respuesta que muy excepcionalmente pueden llegar a ser locuciones largas.

       ¿ENTRAÑA RIESGOS EXPERIMENTAR CON LAS PSICOFONÍAS?

      Para determinadas personas, generalmente aprensivas o que están pasando un momento emocional delicado, como la pérdida de un ser querido, su práctica en mi opinión no es aconsejable. En esos trances uno pierde la objetividad al confundir la realidad con el deseo. No nos equivoquemos, a pesar de que el estudio más preciso relacionado con las psicofonías (del que hablo en el segundo capítulo, proyecto Sfinge) apunta a la hipótesis de la comunicación con los seres fallecidos, las psicofonías no son un hilo directo con el más allá. Ya adelanto que las psicofonías pudieran tener diversos orígenes, y que a veces podríamos estar resonando con capas no muy agradables del inconsciente, además de encontrarnos recurrentemente con el riesgo de convertir la experimentación en una obsesión. Jürgenson, uno de los primeros investigadores y de los más celebres, llegó a sufrir una necesidad enfermiza por contactar con esas voces, aislándose del mundo exterior y recluyéndose en su laboratorio. Terminó por sufrir «alucinaciones auditivas», creyendo oír voces escondidas en los ruidos más inverosímiles, como en el simple chirrido de una puerta.

      Si creemos oír voces sin ayudarnos de un aparato grabador, cuidado con rebuscar en el cajón de sastre de la fenomenología paranormal en busca de respuestas, sin acudir antes a un médico especialista. Existen patologías donde el individuo, al escuchar sonidos primitivos elementales (acúfenos), los trasforma delirantemente en voces plenas de contenido, sin embargo estaríamos hablando de sonidos que parecen provenir del ambiente, nunca de sonidos recogidos por soportes registrables.

      Mucho cuidado con convertir este fenómeno de las voces en una segunda religión, y lleguemos a creer todo lo que nos dicen. Tampoco nos dejemos engañar por esa extraña complicidad que se genera entre el experimentador y la causa paranormal, y nos creamos elegidos o tocados de no se sabe bien qué gracia, no vaya a pasar, como dice el entrañable profesor Sinesio Darnell, que «de experimentadores pasemos a ser experimentados». O algo mucho más mundano, que pasemos a descuidar nuestra propia realidad y nuestros quehaceres cotidianos.

       ¿QUÉ SABEMOS A CIENCIA CIERTA SOBRE LAS PSICOFONÍAS?

      Hoy sabemos a ciencia cierta que no son ondas remanentes que impresionan las grabadoras, ni ondas hercianas, ni reverberaciones que se repiten según los movimientos periódicos de rotación sobre un punto fijo (que nunca es fijo, obviamente), ni resonancias de una conformación holográfica del espacio.

      Los investigadores psíquicos han buscado con especial atención lo que denominan OPP (objetos paranormales permanentes), y han encontrado en las psicofonías un interesante fenómeno, ya que son, en definitiva, una interacción «psi» instrumental auditiva que deja huella física y, por tanto, es mensurable.

      Con el transcurso del tiempo se ha evidenciado cierta evolución en las características de las psicofonías. En un principio, las voces registradas por los pioneros Jürgenson y Raudive poseían un ritmo especial y una cadencia leve. Pero en los últimos años se ha constatado un cambio en la velocidad de la locución de los fonemas que constituyen la palabra, lo que ha llevado a más de un investigador a teorizar sobre un fortalecimiento del «campo de contacto».

      Este campo de contacto no es sino el punto de encuentro que posibilita el fenómeno, donde presumiblemente se están dando la mano dimensiones que racionalmente no deberían mezclarse.

      ¿Es quizás la emulsión de la cinta la que es directamente sobreimpresionada por la causa, o se produce conjuntamente con la manipulación de los flujos de la intensidad eléctrica? Solo con el empleo de una nueva tecnología, aún en estado embrionario, llegaremos a responder este tipo de cuestiones.

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      Análisis espectral de la voz psicofónica «detente» obtenida por José Ignacio Carmona Sánchez, en Santa María de Melque (Toledo). Software de sonido libre y multiplataforma Audacity. Fotografía y análisis cedidos por César Pachón.

      El ingeniero Carlos Trajna, que ha dedicado mucho de su tiempo al fenómeno, alude a un modelo «psicotemporal», donde asume la diferencia entre los flujos de «tiempo psíquico» y de «tiempo físico».

      En consecuencia, cada vez son más los experimentadores, entre los que me encuentro, que defienden que hay que situar el fenómeno en la estela de una nueva física que crece paralela al desarrollo de la nanotecnología (un campo de las ciencias aplicadas dedicado al control y manipulación de la materia menor que un átomo o molécula).

      Solo a través de soportes físicos capaces de interaccionar con esa desconocida realidad microscópica, podremos comprobar si una suerte de «física del espíritu» se codifica en los procesos subatómicos indiferentes al espacio-tiempo.

      Tampoco nos engañemos y convirtamos a la psicofonía únicamente en una simple «caza». El fenómeno requiere estudio, protocolo y grabaciones programadas. El trabajo de laboratorio por tanto es crucial.

      Y como ejemplo tenemos el trabajo del profesor Sinesio Darnell, que nos reporta las siguientes conclusiones a través de sus muchas conferencias y apariciones en distintos medios:

      Partiendo de la correlación entre las distintas frecuencias que van desde los 1.400 Hz a los 16.000 kHz, con el espectro de luz que va desde el infrarrojo al ultravioleta, existe de manera análoga una correspondencia con la constitución de ese hipotético ‘otro mundo’ del que provienen las comunicaciones.

      Según esta teoría los valores más bajos corresponderían a contactos con seres etéreos poco evolucionados, así hasta alcanzar vibraciones más altas donde el contacto sería con seres más «elevados».

      Esta

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