Derecho internacional, OCDE y subjetivación financiera. Felipe A Galvis Castro
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Dado que estas estrategias de educación financiera hasta ahora han tenido poca atención en el debate público a nivel nacional e internacional, espero animar su conocimiento y discusión. Se trata de un asunto sensible, que se enmarca en un proceso más amplio de economización de todas las esferas de la vida, que hasta ahora ha pasado desapercibido para la ciudadanía (Nussbaum, 2014).
Asimismo, contrario a insinuaciones sobre la irrelevancia del derecho internacional, describo la forma en que una serie de recomendaciones sobre buenas prácticas emitidas por una organización internacional definen políticas de alcance nacional y pretenden configurar prácticas en la cotidianidad. En este sentido, este libro sirve como ejemplo de las diversas formas en que el derecho internacional cumple una función más allá de la regulación del comportamiento de los Estados, cuando sirve para la justificación y legitimación de políticas públicas de impacto para el ciudadano común (Onuma, 2010, p. 162).
Notas
1 En 1997 se realizó el primer evento de lo que serían los Third World Approaches to International Law (TWAIL) con el auspicio de la Universidad de Harvard y el liderazgo de David Kennedy y B. S. Chimni. El evento se denominó New Approaches to Third World Legal Studies y a partir de él se trazaron cuatro objetivos centrales para la naciente comunidad de estudios, de acuerdo a Bachand: “(i) entender y deconstruir los usos del derecho internacional como un medio para la creación y perpetuación de normas e instituciones jerárquicas basadas en la raza, que subordinaban a las no europeos frente a los europeos; (ii) construir y presentar un edificio jurídico alternativo para la gobernanza internacional; (iii) erradicar las condiciones de subdesarrollo del tercer mundo; […] (iv) transformar el derecho internacional como lenguaje de presión para convertirlo en lenguaje de emancipación, un cuerpo de reglas y prácticas que refleje y encarne las luchas y aspiraciones de los pueblos del tercer mundo, y que, en consecuencia, promueve verdadera justicia global” (Bachand, 2009). [Nota: los apartes de los textos citados en este trabajo que originalmente se encuentran en inglés corresponden a la traducción libre del autor].
2 Prueba de dicho malestar es el panel organizado en la reunión anual de la Sociedad Americana de Derecho Internacional, en su versión 2012, denominado “International law and its discontents”. Un ejemplo de los documentos que dejó ese panel es el texto de Balakrishnan Rajagopal (2012).
3 Este análisis se ocupa del texto, del subtexto y del contexto (internacional, no nacional, subnacional ni local) del trasplante de la educación financiera a Colombia. El primero se hace referencia a la materialización de una institución en estándares escritos que están a la vista de cualquier lector. El segundo, por su parte, constituye el sentido implícito más profundo de esas reglas y el trasfondo valorativo que las inspiran. El subtexto exige leer entre líneas para reconocer los principios e intereses que las reglas articulan. El contexto, por último, implica explorar los actores, sus actuaciones, interpretaciones e interacciones respecto de las instituciones jurídicas (Perry-Kessaris, 2013).
4 Sin embargo, a lo largo del libro se encontrarán permanentes referencias y desarrollos más amplios del marco teórico que utilizo, de manera que se ponen en permanente dialogo con los hallazgos. El segundo capítulo tiene entonces un propósito ilustrativo de las ideas centrales que han orientado mi investigación.
Capítulo 1
Introducción al problema de la educación financiera
Así que no voy a intentar dar una definición de derecho. Si no doy la definición de otro autor, mucho menos voy a dar la mía propia. Una definición incluye y excluye a la vez. Delimita un campo. Hace que algunos temas caigan dentro del campo, mientras que otros caen fuera. Y la exclusión es casi siempre bastante arbitraria. No tengo ningún deseo de excluir nada que pueda contar como derecho. En un aspecto, el derecho es tan amplio como la vida, y para algunos fines uno debe llevarlo lo suficientemente lejos para obtener el contorno de los asuntos jurídicos que está examinando.
Karl Llewellyn
La cotidianidad de la educación financiera
Un colegio privado de un municipio ubicado en el departamento de Cundinamarca (en los alrededores de Bogotá) implementó una estrategia de educación económica y financiera como parte de su proyecto educativo institucional (PEI).1 Ofrece a niñas, niños y adolescentes un paquete de contenidos curriculares, dispuesto con el fin de “ordenar y estandarizar los conceptos y las competencias para la toma de decisiones en el campo financiero”.2
Se elaboraron cartillas en español, inglés y francés sobre EEF, entregadas a cada estudiante. Durante los cinco primeros minutos de la jornada de los miércoles, dentro de las cuarenta semanas del calendario escolar, los estudiantes de primero a undécimo grado se dedican a resolver una pregunta relativa a sus competencias financieras. Se trata de una labor transversal a su proceso formativo, que se incluye en todas las asignaturas y cuyos principales responsables son los coordinadores de las áreas de sociales, inglés y francés. Esta actividad se complementa con un concurso anual, para que los estudiantes elaboren una pieza audiovisual en respuesta a alguno de los problemas formulados en las cartillas. Los mejores videos de cada curso son premiados.
La justificación de esta iniciativa en este colegio remite expresamente a documentos de política del Banco de la República, del Ministerio de Educación y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Se hace referencia a la necesidad de fortalecer las competencias financieras de los estudiantes, como mecanismo para enfrentar la informalidad crediticia (“agiotismo” o “gota a gota”, según se afirma en el proyecto educativo). Se trata de un asunto que traería beneficios para toda la comunidad: profesores, alumnos y padres de familia.
En el caso de otro colegio, ubicado en Bogotá, también se adoptó un proyecto pedagógico de educación económica y financiera con el nombre “Administración de recursos para la vida”. La justificación y la presentación del documento es idéntica a la del colegio citado previamente. En el documento se mencionan los diferentes organismos del orden nacional que han participado de la formulación de esta “estrategia nacional” y se recuerda la definición de educación financiera de la OCDE. Igualmente, se hace referencia a lo previsto en la legislación financiera colombiana sobre la educación del usuario del sector.
En el caso de este segundo colegio, la estrategia de educación cuenta con un profesor que se encarga de coordinar las actividades pedagógicas, las cuales competen a todos los docentes del área de matemáticas. Además, un grupo de estudiantes (de décimo grado) actúan como líderes del proyecto ante el resto de los miembros de la comunidad académica. Los destinatarios del proyecto son los directivos, profesores y estudiantes desde “transición a undécimo grado”.3
Al mismo tiempo, diferentes instituciones bancarias prestan su apoyo a la agenda de educación financiera a través de clases ofrecidas por sus funcionarios en colegios de zonas marginadas, de piezas publicitarias en medios de comunicación, de campañas móviles que se desplazan por zonas remotas del territorio para brindar información sobre las ventajas de contar con servicios financieros formales, de herramientas didácticas para usuarios y familias en portales de internet, de programas radiales y talleres, para formar en conjunto a los ciudadanos de todas las edades, regiones y condiciones sociales en ahorro, crédito, inversión y planeación financiera. Lo anterior se agrupa en