¿Por qué los buenos soldados hacen cosas malas?. Giovanni Alberto Gómez Rodríguez
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Autor
Giovanni Alberto Gómez Rodríguez
Administrador de Empresas, Coronel del Ejército de Colombia. Máster en Gobierno y Administración Pública Universidad Complutense de Madrid, España; Doctor en Ciudadanía y Derechos Humanos Universidad de Barcelona (Tesis Cum Laude); Postdoctorado Constitucionalización del Derecho Civil en el Ordenamiento Europeo y Latinoamericano Universidad de Messina, Italia. Actualmente se desempeña como Comandante del Comando de Apoyo Tecnológico del Ejército Nacional. Entre sus publicaciones se destacan los artículos «El oscuro vacío en la esfera de influencia: El espacio configuración de un orden global anómico y las transiciones del poder», Astrolabio. Revista internacional de filosofía, 2017, No. 2 y «Perversiones de la identidad: Acerca de los peligros morales que se ciernen sobre el militar», Revista Jurídica Mario Alario D´Filippo, Universidad de Cartagena, 2019, vol. 11, No. 21.
Contenido
EL EJÉRCITO Y EL MILITAR EN LA POSTMODERNIDAD
Capítulo 1. Investigaciones precedentes
Capítulo 2. Descripción objetiva del Ejército y el militar en la postmodernidad
Capítulo 3. Descripción subjetiva del militar postmoderno
Capítulo 4. Violencia y uso de la fuerza en la postmodernidad
PARTE II
LA TRANSGRESIÓN MORAL
Capítulo 1. Fundamentación de la transgresión moral
Capítulo 2. Tipos ideales y casos
Capítulo 3. La transgresión moral de primer orden: “matar y torturar”
Capítulo 4. La transgresión moral de segundo orden: “el daño colateral”
PARTE III
IMPLICACIONES DE LA TRANSGRESIÓN MORAL
Capítulo 1. Responsabilidad ante la transgresión moral
Capítulo 2. Consecuencias de la transgresión moral
Epílogo
Bibliografía
Hannah Arendt identificó y describió “el problema de la conciencia” en los militares nazis causado por la obediencia irreflexiva y la renuncia a la capacidad humana de pensar y juzgar —reconocer la diferencia moral en las acciones—. Sin estas actividades de la conciencia, el mal se hizo pasar por el bien y el Holocausto fue posible. Hoy sabemos que los argumentos de Arendt que propugnan poner en suspenso el poder y la autoridad son, más que una teoría, una necesidad para las instituciones y los hombres que aspiran a erradicar o, al menos, limitar la comisión de actos inhumanos e injustos. Aunque existen diferencias notables entre las condiciones y las circunstancias de la Segunda Guerra Mundial y la guerra global contemporánea —de indistinción entre guerra y paz—, el problema de la conciencia de los militares descrito por Arendt sigue vigente. En la postmodernidad, los ejércitos occidentales incurren en transgresiones morales relacionadas con el ejercicio de la violencia y el uso de la fuerza.
Con el propósito de comprender este problema general e identificar sus expresiones actuales, hemos seguido la lógica que subyace tras la evaluación de riesgos, procedimiento establecido en el planeamiento operacional de la doctrina militar. Esta vía de aproximación poco común en los asuntos éticos —por lo general dogmáticos y normativos— satisface nuestro propósito de evidenciar las circunstancias y determinaciones presentes en los casos de fracaso moral de los militares postmodernos,1 además de responder a la necesidad de definir el marco de referencia infringido con las conductas a fin de dar cuenta de porqué los buenos soldados hacen cosas malas.
Indiscutiblemente, esto remite en primera instancia a la reflexión sobre la naturaleza del ser humano y los asuntos internos con los que batalla de manera constante,
El verdadero problema no es cómo es por naturaleza el ser humano, si bueno o malvado, porque lo fuera de una forma u otra, poco podríamos hacer para cambiarlo siendo algo intrínseco a su naturaleza; lo que sí podemos hacer es estudiar las situaciones que favorecen el predominio de la bondad, las capacidades altruistas del ser humano, para evitar las situaciones que favorecen lo contrario, que despiertan los monstruos abominables que llevamos potencialmente dentro.2
La exigencia de identificar principalmente el marco de referencia quebrantado, hace referencia a la teoría ética (deontológica, consecuencialista, de las virtudes, deontología de umbral y perspectiva de la moral) que, en función del contexto sociocultural o institucional, es aceptada como reguladora de las conductas. No obstante, no basta con estos referentes, también se deben incorporar otras directrices y relaciones necesarias para que las decisiones del soldado en el campo de combate se funden en los principios que estructuran su profesión y puedan ser juzgadas de forma pertinente. Es el caso de las teorías políticas “de la guerra” —pacifismo, idealismo o teoría de la guerra justa— y otras de data reciente —como Just Peacemaking Theory y éticas de la guerra y de la paz—. Unas y otras son constitutivas del modelo denominado ética militar profesional (EMP).
Consideramos pertinente referirnos brevemente a la teoría ética que encontramos adecuada para el contexto postmoderno y las misiones particulares y críticas que los ejércitos conducen. Siguiendo a autores que han indagado acerca de la EMP, encontramos varias alternativas: enfatizar la ética de las virtudes, identificar y reconocer la adopción de una o de algunas de las teorías simultáneamente, o diluir por completo el antagonismo y apelar a una integración factible de las teorías. No obstante, la mayoría de las teorías éticas implican deficiencias y son inadecuadas para el contexto de operaciones contemporáneo (esto último se desarrolla en el capítulo 3 de la primera parte).
La ética deontológica, al universalizar el deber, impone estándares comunes que no aplican a todas las culturas ni tiempos. Es el caso de prácticas como la esclavitud, que parece increíble que haya sido consentida en el pasado, o las relaciones homosexuales entre adultos antes reprobadas y aceptadas en la actualidad, o la poligamia, el trabajo infantil y la restricción sobre la mujer que, aunque la sociedad occidental