Reglas insensatas. Freddy Escobar Rozas

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Reglas insensatas - Freddy Escobar Rozas Palestra Bicentenario

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por la LGS. Una de esas operaciones es la fusión entre el “target” y la “shell company”. Dicha fusión es consecuencia de la realización de los siguientes actos. Primero: el adquirente constituye una empresa (“shell company”) con el fin de que adquiera las acciones de control del “target”. Segundo: la “shell company” recibe un préstamo (de un banco) para poder pagar el precio de las acciones indicadas. Tercero: la “shell company” compra las acciones indicadas. Cuarto: el adquirente, que controla tanto a la “shell company” como al “target”, decide que la fusión de ambas compañías. De este modo, el “target” se convierte en deudor del préstamo72.

      En teoría, la relevancia de las similitudes o de las diferencias ha de estar fijada por un criterio valorativo determinado.

      La fusión entre la “shell company” y el “target” genera que el “target” asuma la deuda del préstamo obtenido para la adquisición de las acciones de control ya indicadas. ¿Es esa fusión, realizada al amparo del art. 344 de la LGS, materialmente diferente de las fusiones “consecuentes” con la finalidad prevista en el art. 344 de la LGS (“regla de cobertura”)? Por otro lado: ¿es esa fusión materialmente similar con las OAF “inconsecuentes” con la finalidad prevista en el art. 106 de la LGS (“regla defraudada”)?

      El fraude a la ley, en consecuencia, se encuentra sujeto a un “juicio de valor”. En teoría, si, por “consideraciones valorativas”, se concluye que la fusión antes indicada (a) no presenta diferencias materiales con relación a las “fusiones ordinarias” pero (b) sí presenta diferencias materiales con relación a las OAF que imponen costos involuntarios tanto a los accionistas minoritarios como a los acreedores, entonces (c) no procede aplicar el fraude a la ley. Pero si, por las consideraciones descritas, se concluye que la fusión antes indicada (a) presenta diferencias materiales con relación a las fusiones ya mencionadas y, además, (b) no presenta diferencias materiales con relación a las OFA ya descritas, entonces (c) sí procede aplicar el fraude a la ley.

      En los hechos, sin embargo, los actores no realizan interpretaciones valorativas; en los hechos, los abogados y los juzgadores emplean la narrativa retórica a fin de resaltar las semejanzas o las diferencias entre las situaciones y de este modo aplicar o no aplicar el fraude a la ley en función de lo que resulte conveniente para la defensa de sus intereses o la imposición de sus propias concepciones de justicia.

      En teoría, la herramienta de los estándares permite que el sistema legal se adapte a los entornos cambiantes y ofrezca respuestas sensibles a los requerimientos valorativos que el grupo social presente en un momento determinado, sin necesidad de poner en marcha el complejo proceso que supone la aprobación de modificaciones en el plano normativo. En realidad, sin embargo, esa herramienta posee una eficacia limitada. ¿Por qué? Pues porque los operadores legales aplican esos estándares al margen de consideraciones económicas o morales, generando un distanciamiento cada vez más notorio entre la demanda social y la respuesta legal.

      La tendencia de considerar a los conceptos legales como “fines en sí mismos” (y no como simples “medios”) es la responsable de que, en términos generales, los estándares sean (i) construidos al margen de consideraciones económicas y morales; y, (ii) empleados de forma insatisfactoria.

      36 En la medida en que toman en consideración los medios disponibles.

      37 Virtualmente todas las actividades socialmente relevantes (negocios, deportes, emprendimientos políticos, etc.) emplean estrategias. El “planeamiento estratégico” es, en estos tiempos, “universal”.

      38 “War is a mystery both to those who fight and those of us who are on the sidelines, and it is a troubling and unsettling mystery. It should be abhorrent, but it is often alluring and its values seductive. It promises glory and offers suffering and death. We who are noncombatants may fear warriors, but we also admire, even love them. And we cannot pretend that we are not part of the same family, with the same potential of fighting. Perhaps the Australian writer Frederick Manning (…) was right when he said: ‘War is waged by men; not by beasts, or by gods. It is a peculiarly human activity. To call it a crime against mankind is to miss at least half of its significance; it is also the punishment of a crime’” (MacMillan, 2020, p. 150)

      39 “A superficial reading (…) suggest that that Pharaoh’s obstinacy has a simpler explanation: he was a most unpleasant man, whose continuing deceit and double-dealing contrasted with the courtesy and dignity exhibited by Moses at all times. He was so sure of his own power that he was prepared to engage in disastrous trial of strength. There is, however, a more intriguing explanation: Pharaoh was set up. Before plagues started, God told Moses: ‘I will harden Pharaoh’s heart, and multiply my signs and my wonders in the land

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