Уголовно-процессуальное право. Практикум 5-е изд., пер. и доп. Учебное пособие для бакалавров. Владимир Александрович Давыдов
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Aunque el contrato social con los gobiernos era poca cosa, lejos de lo común (servicios financiados por todos pero controlados por las personas y no las administraciones que sería lo más justo), se pensaba que el contrato social iba a funcionar. Ese contrato consistía en que, con el dinero de los impuestos, las administraciones organizarían servicios básicos para la sociedad bajo el control democrático de los gobiernos. Pero ese contrato ha llegado a su fin. Y, como dice la filósofa Chantal Mouffe, «ahora nos vemos obligados a defender ese Estado de bienestar que criticábamos por no ser suficientemente democrático».1
Este robo de lo público lo hacen por medio de leyes que legalizan la privatización de los bienes públicos, de pactos y tratados secretos, como el tratado ttip (Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión en sus siglas en inglés), para dar al sector privado poder sobre lo público, y otras manipulaciones que están acabando con el Estado de bienestar, cuya consecuencia es la muerte, lenta, de miles de ciudadanos.2
El Estado capitalista neoliberal pasa, así, a ser controlado por los mercados y por los gobernantes que actúan como una suerte de funcionarios para la banca y para sus propios bolsillos. El Estado-nación ya no es un terreno político porque ha sido externalizado a los bancos:3 los políticos no trabajan para el pueblo, trabajan para los poderes financieros.
Aquellos recursos que se votaron para que se dedicaran a la sanidad, la educación, los servicios sociales y la cultura, ahora son la fuente de enriquecimiento del sector privado,4 y pagando la deuda, contribuyen a mantener contentos a los poderes financieros internacionales.
¿Cómo lo hacen?
Para llevar a cabo este gran robo disfrazado de democracia y para que se piense que se están ocupando de la sociedad, cuando en realidad se están ocupando de sus negocios, utilizan lo que Michel Foucault llamaba «gubermentalidad». Ese concepto se refiera una manera de gobernar con tácticas para que los ciudadanos estén de acuerdo con las políticas de los gobernantes sin cuestionarlas.5
Esas tácticas, implantadas a través del lenguaje,6 incluyen «gobernar sin gobernar», o sea, imponiendo las políticas por medio de terceros7 que se aseguran de que los más precarios de la sociedad no se den cuenta ni cuestionen que el mercado y los privilegiados están por encima del Estado.
En la «gubermentalidad», se utilizan también varias formas de violencia, a menudo sutiles y discretas. Esto no es difícil ponerlo en marcha para los poderosos, los privilegiados, los políticos y sus amigos sin ningún control, ya que el capitalismo neoliberal es antidemocrático.8
La democracia por la que se luchó en el Estado español en el siglo xx está derrotada y disfrazada de libertad, como escribe el filósofo Santiago López Petit: «…en aquel momento no sabíamos aún que la derrota adaptaría la forma de una victoria».9
Esa derrota se ve cada día en las contrarreformas de los gobiernos con las que están desmantelando el Estado de bienestar y los procesos democráticos, justifican que hay que hacerlo para pagar la deuda y para mantener la seguridad ciudadana. El «truco» y el «trato», como explica el periodista Guillem Martínez, está en el trueque del Estado: el Estado de bienestar a cambio de la deuda.10
Todo esto se lleva a cabo sin ningún control democrático, justificándolo con mentiras repetidas por la prensa «reverencial», la prensa al servicio del Estado, que cada día dice que «esto es solo para unos días», solo mientras dure «la crisis» de la que, según nos aseguran los gobernantes, estamos saliendo «sin dejar a nadie atrás».11
Con la frase «solo unos años» crean un estado de excepción que, como dice Giorgo Agamben, no es la excepción, sino que se convierte en la normalidad.12 Cierran plantas hospitalarias en verano con la excusa de que no tienen dinero para reemplazar a los trabajadores sanitarios en vacaciones. Esas plantas ya no se abrirán y los pacientes en las listas de espera que sobrevivan serán «salvados» por una llamada telefónica de un hospital privado ofreciéndole el mismo servicio «gratis» al paciente, un hospital que tiene un generoso contrato con la administración.13
Necropolítica disfrazada de libertad
Me matan si no trabajo, y si trabajo me matan.
Nicolás Guillén y Daniel Viglietti
Todo esto lleva a la «necropolítica», una política en la cual la vida es objeto de cálculos,14 en la que se deja morir a los no-rentables (dependientes, enfermos crónicos, ancianos, personas sin techo) y se les culpa de su propia situación, de ser una carga para la sociedad y de no ser «emprendedores». Lo que López Petit llama «la gestión de la exclusión».
La narrativa de los gobernantes neoliberales y de su prensa tiene como objetivo despolitizar (es decir, vaciar de contenido político los problemas sociales y decir que son problemas individuales) y hacer creer que los problemas socioeconómicos son fruto de la mala suerte y de la responsabilidad individual, por lo que hay que «autoayudarse» para solucionarlos (comprar seguros privados, mantener una actitud positiva, etc.). El Estado y su prensa no escatiman en producir material para intentar culpabilizar y despolitizar la pobreza.
La clave principal para mantener la necropolítica del capitalismo neoliberal con sus desigualdades e injusticias que dejan morir a los no-rentables y a los excluidos es que la mayoría de los ciudadanos se crean la gran mentira del neoliberalismo: que son libres.15 Esa mentira cala profundamente en la sociedad, mientras se promociona la libertad infantilizante del consumo, del ocio y del entretenimiento (¿Coca-Cola o Pepsi?, ¿Barça o Real Madrid?, ¿Canal 6 o Canal 4?, ¿Teñirse de rubio o de castaño?, ¿Compañía de seguros X o Y?).
En la medida en que el individuo se cree libre, la gubermentalidad neoliberal se refuerza y se perpetúa.
1. Mouffe, C., La Paradoja Democrática. Barcelona, Gedisa, 2003.
2. Stuckler, D., Por qué la austeridad mata. El coste humano de las políticas de recortes. Taurus 2013.
3. Critchley, S., La Demanda Infinita. La ética del compromiso y la política de la resistencia. Barcelona: Marbot 2010.
4. Martínez, A. et al., Com comercien amb la teva salut. Privatització i mercantilització de la sanitat a Catalunya. Barcelona: Icaria, 2014.
5. Foucault, M., Estética, ética y hermenéutica (1978). Barcelona, Paidós, 1999.
6. Valverde, C., No nos lo creemos. Una lectura crítica del lenguaje neoliberal. Barcelona: Icaria 2013.
7. Joyce, P., The rule of freedom. Liberalism and the Modern City. Verso, 2003.
8.Giroux, H., Educated Hope and the Promise of Democracy. Tikkun Daily, http://www.tikkun.org/tikkundaily/2015/05/26/educated-hope-and-the-promise-of-democracy/