El Criterio. Balmes Jaime Luciano
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Quisiéramos un poco ménos de ciencia y un poco mas de práctica; recordando lo que dice Bacon de Verulamio sobre el arte de observacion, cuando le llama una especie de sagacidad, de olfato cazador, mas bien que ciencia. Ars experimentalis sagacitas potius est et odoratio quædam venatica quam scientia. (De Augm. scient. L. 5. c. 2.)
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Pág. 10. – Los hombres mas insignes en el mundo científico se han distinguido por una gran fuerza de atencion; y algunos de ellos por una abstraccion que raya en lo increible. Arquimedes ocupado en sus meditaciones y operaciones geométricas, no advierte el estrépito de la ciudad tomada por los enemigos. Vieta pasa sin interrupcion dias y noches absorto en sus combinaciones algebráicas y no se acuerda de sí propio, hasta que le arrancan de tamaña enajenacion sus domésticos y amigos; Leibnitz malbarata lastimosamente su salud, estando muchos dias sin levantarse de la silla. Esta abstraccion extraordinaria es respetable en hombres que de tal suerte han enriquecido las ciencias con admirables inventos; ellos tenian verdaderamente una mision que cumplir, y en cierto modo era excusable que á tan alto objeto sacrificaran su salud y su vida. Pero aun en los genios mas eminentes no ha estado reñida la intensidad de la atencion con su flexibilidad: Descartes estaba elaborando sus colosales concepciones entre el estruendo de los combates; y cuando cansado de la vida militar se retiró del servicio en que se habia alistado voluntariamente, continuó viajando por los principales paises de Europa. Con semejante tenor de vida, es muy probable que el ilustre filósofo habia sabido enlazar la intensidad con la flexibilidad de la atencion, y que no seria tan delicado en la materia como Kant, de quien se dice, que el solo desarreglo ó cambio de un boton en uno de sus oyentes era capaz de hacerle perder el hilo del discurso. Esto no es tan extraño si se considera que el filósofo aleman jamas salió de su patria, y que por tanto no debió de acostumbrarse á meditar sino en el retiro de su gabinete. Pero sea lo que fuere de las rarezas de algunos hombres célebres, importa sobre manera esforzarse en adquirir esa flexibilidad de atencion que puede muy bien aliarse con su intensidad. En esto como en todas las cosas puede mucho el trabajo, la repeticion de actos, que llegan á engendrar un hábito que no se pierde en toda la vida. Acostumbrándose á pensar sobre cuantos objetos se ofrecen, y á dar constantemente al espíritu una direccion seria, se consigue lentamente, y sin esfuerzo, la conveniente disposicion de ánimo, ya sea para fijarse largas horas sobre un punto, ya para hacer suavemente la transicion de unas ocupaciones á otras. Cuando no se posee esta flexibilidad, el espíritu se fatiga y enerva con la concentracion excesiva ó se desvanece con cualquiera distraccion; lo primero, á mas de ser nocivo á la salud, tampoco suele servir mucho para progresar en la ciencia; y lo segundo inutiliza el entendimiento para los estudios serios. El espíritu como el cuerpo ha menester un buen régimen; y en este régimen hay una condicion indispensable: la templanza.
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Pág. 14. – Un hombre dedicado á una profesion para la cual no ha nacido, es una pieza dislocada: sirve de poco, y muchas veces no hace mas que sufrir y embarazar. Quizas trabaja con celo, con ardor; pero sus esfuerzos ó son impotentes, ó no corresponden ni con mucho á sus deseos. Quien haya observado algun tanto sobre este particular, habrá notado fácilmente los malos efectos de semejante dislocacion. Hombres muy bien dotados para un objeto, se muestran con una inferioridad lastimosa cuando se ocupan de otro. Uno de los talentos mas sobresalientes que he conocido en lo tocante á ciencias morales y políticas, le considero mucho ménos que mediano con respecto á las exactas; y al contrario, he visto á otros de feliz disposicion para adelantar en estas, y muy poco capaces para aquellas.
Y lo singular en la diferencia de los talentos es que aun tratándose de una misma ciencia, los unos son mas á propósito que otros para determinadas partes. Así se puede experimentar en la enseñanza de las matemáticas que la disposicion de un mismo alumno no es igual con respecto á la Aritmética, Algebra y Geometría. En el cálculo, unos se adiestran con facilidad en la parte de aplicacion, miéntras no adelantan igualmente ni con mucho, en la de generalizacion; unos adelantan en la Geometría mas de lo que habian hecho esperar en el estudio del Algebra y Aritmética. En la demostracion de los teoremas, en la resolucion de los problemas, se echan de ver diferencias muy señaladas: unos se aventajan en la facilidad de aplicar, de construir, pero deteniéndose, por decirlo así, en la superficie, sin penetrar en el fondo de las cosas; al paso que otros no tan diestros en lo primero, se distinguen por el talento de demostracion, por la facilidad en generalizar, en ver resultados, en deducir consecuencias lejanas. Estos últimos son hombres de ciencia, los primeros son hombres de práctica; á aquellos les conviene el estudio, á estos el trabajo de aplicacion.
Si estas diferencias se notan en los límites de una misma ciencia, ¿qué será cuando se trate de las que versan sobre objetos los mas distantes entre sí? y sin embargo, ¿quién cuida de observarlas, y mucho ménos de dirigir á los niños y á los jóvenes por el camino que les conviene? A todos se nos arroja, por decirlo así, en un mismo molde: para la eleccion de las profesiones suele atenderse á todo, ménos á la disposicion particular de los destinados á ellas. ¡Cuánto y cuánto falta que observar en materia de educacion é instruccion!
En la acertada eleccion de la carrera no solo se interesa el adelanto del individuo, sino la felicidad de toda su vida. El hombre que se dedica á la ocupacion que se le adapta, disfruta mucho, aun entre las fatigas del trabajo; pero el infeliz que se halla condenado á tareas para las cuales no ha nacido, ha de estar violentándose continuamente, ya para contrariar sus inclinaciones, ya para suplir con esfuerzo lo que le falta en habilidad.
Algunos de los hombres que mas se han distinguido en la respectiva profesion, habrian sido probablemente muy medianos, si se hubiesen dedicado á otra que no les conviniera. Malebranche se ocupaba en el estudio de las lenguas y de la historia, y no daba muestras de ninguna disposicion muy aventajada, cuando acertó á entrar en la tienda de un librero, donde le cayó en manos el
Una cosa semejante le sucedió á Lafontaine. Habia cumplido veinte y dos años, sin dar muestras de abrigar genio poético. No lo conoció él mismo hasta que leyó la oda de Malherbe sobre el asesinato de Enrique IV. Y este mismo Lafontaine que tan alto rayó en la poesía, ¿qué hubiera sido como hombre de negocios? Sus inocentadas que tanto daban que reir á sus amigos, no son muy buen indicio de felices disposiciones para este género.
He dicho que convenia observar el talento particular de cada niño para dedicarle á la carrera que mejor se le adapta: y que seria bueno observar lo que dice ó hace cuando se encuentra con ciertos objetos. Madama Perier, en la
El padre de Pascal deseoso de formar el espíritu de su hijo, fortaleciéndole con otra clase de estudios ántes de pasar al de las matemáticas, hasta evitaba el hablar de geometría en presencia del niño; pero este encerrado en su cuarto, traza figuras con un carbon, y desenvolviendo la definicion de la geometría que habia oido, demuestra hasta la proposicion 32 de Euclides. El genio del eminente geómetra se debatia bajo una inspiracion poderosa, que todavía no era él capaz de comprender.
El célebre Vaucanson se ocupa en examinar atentamente la construccion de un reloj de una antesala donde estaba esperando á su madre; en vez de juguetear, acecha por las hendiduras de la caja, por si puede