Enciclopedia de la mitología. J.C. Escobedo

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Enciclopedia de la mitología - J.C. Escobedo

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siguió siendo Eleusis. De esta ciudad, situada en la bahía de Salamina y no lejos de Atenas, tomaron nombre las fiestas solemnísimas celebradas en honor de Deméter, que se llamaron precisamente Eleusinas. Se dividían en pequeñas y grandes; las primeras se celebraban a mediados de febrero para recordar el regreso de Perséfone a la tierra, y las segundas, a mediados del mes de septiembre, cuando se suponía que volvía a los Infiernos. Estas últimas se prolongaban nueve días, durante los cuales se sucedían diversos ritos y ceremonias que culminaban el quinto día con una gran procesión que iba desde Atenas a Eleusis. Los participantes eran numerosos, todos provistos de antorchas, ya que la procesión salía de Atenas a la hora del crepúsculo. A causa de la relación que Deméter tenía, a través de Perséfone, con el mundo infernal, su culto tuvo siempre, desde los tiempos más antiguos, un aspecto particular de culto secreto, conocido por el nombre de misterios eleusinos. En dicho culto podían participar tan sólo los iniciados, tras un periodo de aprendizaje que tenía lugar durante las pequeñas fiestas de Eleusis. Se aseguraba a todos los que tomaban parte una suerte mejor en la otra vida, negada a los demás mortales. Entre los seguidores del culto había una jerarquía que culminaba en el hierofante o sacerdote supremo y tenían la obligación, bajo penas severísimas, de mantener ocultos los secretos de la congregación. Otras fiestas en honor de Deméter eran las Tesmoforias, en las que se la honraba como diosa del matrimonio legítimo y protectora de las leyes, que se celebraban a principios de noviembre; duraban cinco días y en ellas podían participar tan sólo mujeres casadas. Los romanos identificaron con la griega Deméter a la divinidad itálica Ceres, la diosa de hermosa cabellera que protegía los pastos. El culto griego fue adoptado, según la leyenda, por consejo de los libros sibilinos, consultados a causa de una carestía que tuvo lugar tras la expulsión de los Tarquinios. Perséfone, la hija de Deméter, se llamó Proserpina y se creyó que su rapto por parte de Hades tuvo lugar en Sicilia, en las cercanías de Etina. Se edificó un templo, en el que Ceres era venerada junto con Dioniso y su hija, cerca del Circo, y sus guardianes eran los ediles plebeyos, a quienes estaba confiado también el cuidado del abastecimiento. Las fiestas de Ceres, las Cerealias, se celebraban del doce al diecinueve de abril y se inauguraban con una solemne y jubilosa procesión en la que todos los participantes iban vestidos de blanco. La recuperación de Proserpina daba lugar a la celebración de otra fiesta en agosto, durante la cual las matronas romanas, vestidas de blanco, ofrecían las primicias de los frutos y de las verduras. Otras ofrendas simbólicas hechas a Ceres eran los panales de miel. Se le sacrificaban el cerdo y el ternero. Generalmente, se la representaba con el aspecto de una augusta matrona, montada en un carro tirado por leones y con una corona de espigas entrelazadas en la cabeza. Sostenía otras espigas en una mano junto con un ramo de amapolas, y en la otra llevaba una antorcha. Se colocaba a su lado una caja cerrada, la llamada cesta mística. La estatua más antigua que se conserva es la esculpida por Fidias, colocada en el frontón oriental del Partenón.

      DEMOFONTE

      Hijo de Teseo y Fedra, tomó parte en la guerra de Troya. A su regreso, naufragó en Tracia y pidió hospitalidad al rey Sidón, comprometiéndose con su hija Filis, con quien, sin embargo, no llegó a casarse. Demofonte mató a Euristeo, el rey que impusiera a Heracles sus doce trabajos.

      DEMONIOS

      Los griegos llamaban demonios y los latinos genios a unos seres de naturaleza espiritual, intermediarios entre los humanos y los dioses, que eran responsables del destino de los hombres, de las familias y de las ciudades. Según fuese benéfica o maléfica su influencia se les llamaba agatodemones o cacodemones, de forma análoga a los ángeles y demonios de la religión cristiana, correspondientes a los dos principios antagónicos del bien y del mal. Todas las personas, lugares y naciones tenían su numen tutelar. Un culto más especial recibía el demonio de la cosecha anual, cuyas celebraciones tenían lugar durante el periodo de la vendimia. En todas las casas se veneraba al genio del cabeza de familia con motivo del aniversario de su nacimiento, con libaciones, fogatas, flores e incienso. Cada ciudad tenía veneración especial por su propio numen titular y en Roma estaba especialmente difundido el culto al genio del pueblo romano. El del emperador era objeto de gran veneración. Se consideraba solemne el juramento hecho en su nombre. El arte a menudo representó con forma concreta a estos seres, recurriendo a la serpiente como símbolo de la fortuna. Los genios personales se solían representar en figura varonil, vistiendo la toga y llevando en una mano el cuerno de la abundancia y una taza, y en la otra una amapola y unas espigas de trigo.

      DESPILA

      Hija de Adrasto. Su padre la entregó por esposa a Tideo, que se refugió a su lado durante su exilio.

      DESTINO

      Véase Hado.

      DEUCALIÓN

      1. Hijo de Prometeo y Clímene, fue rey de Ftía en Tesalia y se le consideró el más justo de los hombres. Tuvo por esposa a Pirra, hija de Epimeteo y de Pandora. Mientras reinaban en Tesalia, Zeus decidió castigar a los hombres, que se mostraban orgullosos e insolentes con él desde que poseían el fuego, y envió a la tierra un espantoso diluvio para destruir la raza humana. Se salvaron tan sólo Deucalión y Pirra, ya que, aconsejados por Prometeo, construyeron una barca en la que se encerraron, navegando durante nueve días y nueve noches. Al descender las aguas, la embarcación se quedó en el monte Parnaso y los dos supervivientes recibieron del oráculo de Temis el consejo de arrojar a sus espaldas «los huesos de la gran madre». Deucalión interpretó acertadamente el vaticinio, comprendiendo que los huesos de la tierra eran las piedras y, así, él y Pirra comenzaron a arrojar piedras tras de sí, que milagrosamente se transformaron en hombres y mujeres y dieron origen a los nuevos pobladores de la tierra. Hijos de Deucalión y Pirra fueron Heleno, progenitor de los helenos, Anfictión y Protogenia.

      2. Hijo de Minos y Pasifae, participó en la expedición de los Argonautas y fue el padre de Idomeneo, uno de los héroes que combatieron valerosamente en la guerra de Troya.

      DEYANIRA

      Belicosa y bellísima hija de Eneo, rey de Calidón, y hermana de Meleagro, fue esposa de Heracles, que la arrebató tras una furiosa batalla al río Aqueloo, con quien Deyanira estaba prometida, y que combatió en forma de toro, uno de los muchos aspectos que podía tomar. Se celebraron las nupcias y Heracles se llevó a su esposa. Durante el viaje llegaron a un ancho río, cuyas aguas, turbulentas a causa del reciente deshielo, hicieron que los viajeros se detuvieran indecisos. Les ofreció sus servicios el centauro Neso, que, según dijo, se encargaba del transbordo del río. Deyanira se confió a él, mientras que Heracles atravesaba las aguas a nado. Sin embargo, el centauro, cuando estaba en el centro de la corriente, intentó raptar a la joven esposa, provocando la ira del marido, que lo mató con un dardo. Neso, mientras yacía agonizante en el fango, ideó una terrible venganza. Aconsejó a Deyanira que mojase en su sangre una túnica y que la conservase. Si su esposo demostraba algún día desamor hacia ella, haciendo que se vistiera con aquella túnica conseguiría reconquistarlo.

      Ocurrió entonces que Heracles tuvo que combatir contra la ciudad de Ecalia en la isla de Eubea, conquistando un riquísimo botín, del que formaba parte Yole, hija del rey de aquella ciudad. Deyanira sintió celos de la joven muchacha y, temiendo que Heracles tuviese intención de casarse con ella, pensó en poner en práctica el consejo del centauro Neso, enviando a su marido, como regalo, la fatídica túnica. Cuando este se la puso sintió abrasarse sus miembros y sus carnes. El héroe, que había soportado en su vida tantos dolores y fatigas, esta vez fue vencido y cayó exánime. Deyanira, al saber que había causado involuntariamente la muerte de su esposo, llena de dolor se suicidó.

      DEYONEO

      Padre de Día, esposa del rey Ixión. Este se negó a entregar a su suegro

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