Enciclopedia de la mitología. J.C. Escobedo
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ANFIARAO
Célebre vidente. Hijo de Linceo e Hipermestra. Fue uno de los siete reyes que asediaron Tebas para devolver el trono a Polinice y derrocar a su hermano Eteocles. Por ser adivino, había previsto que moriría en aquel asedio y por lo tanto se ocultó. Sin embargo, traicionado por Erifila, su mujer, a cambio de un collar, fue obligado a partir y un abismo que se abrió en el suelo durante la batalla se lo tragó con su carro. No obstante, antes de salir había hecho jurar a su hijo Alcmeón que lo vengaría si moría en la guerra. En efecto, a su muerte, Alcmeón mató a su madre Erifila. Anfiarao fue a habitar entre los dioses; tuvo un oráculo en Tebas y otro más famoso en Oropos. En su honor, se celebraban las fiestas Anfiareas, juegos gimnásticos y musicales. Acerca de él escribieron Esquilo, Eurípides, Aristófanes y Estacio.
ANFICTIÓN
Rey de Ática, que sucedió en el trono a Cránao. Anfictión era hijo de Deucalión, Erecteo le había quitado el trono.
ANFÍLOCO
Hijo de Anfiarao y de Erifila, perteneciente a la dinastía de los Amitaónidas. Como su hermano Alcmeón, intervino en los episodios de las guerras tebanas de los Siete y de los Epígonos y en el sitio de Troya. Fue uno de los guerreros escogidos para entrar en el célebre caballo de madera. Después de haber fundado la ciudad de Argos, murió en una reyerta con el adivino Mopso.
ANFIÓN
Hijo de Zeus y de Antíope, fue rey de Tebas junto con su hermano Zetos, después de matar a su tío Lico (véase Antíope). A diferencia de Zetos, Anfión era de ánimo gentil; dedicado a la poesía y a la música, había recibido de Hermes una lira maravillosa, de la que arrancaba dulcísimos sonidos. Cuando llegaron a ser señores de Tebas, ambos hermanos se dedicaron a la construcción de fortificaciones y de nuevas murallas que debían ceñir la ciudad. Sin embargo, mientras Zetos se fatigaba transportando las piedras, Anfión, con el son de la lira, hacía que estas se moviesen por sí solas y se amontonasen para formar las murallas. Anfión se casó con Níobe, hija de Tántalo, y tuvo de ella una numerosa prole, siete hijos y siete hijas, que Apolo y Ártemis mataron para vengar a su madre de los insultos que esta había recibido de Níobe. Anfión, anegado en profundo dolor, se suicidó.
ANFITRIÓN
Héroe descendiente de Perseo. Se casó con Alcmena, hija de Electrión y nieta de Perseo. Anfitrión mató al padre de su mujer y tuvo que huir de Tirinto, su ciudad natal, para escapar de la venganza de Esténelo, hermano de Electrión. Halló refugio en Tebas, donde fue bien recibido por el rey Creonte. Desde allí emprendió la guerra contra los Teleboides o Tafios, reos de la muerte de los hermanos de Alcmena. Durante su ausencia, esta recibió la visita de Zeus, que tomó la figura de su marido, y dio a luz a Heracles. Anfitrión murió más tarde en la guerra contra los minios de Orcómeno.
ANFITRITE
Una de las Nereidas, hija de Nereo y de Dóride, y esposa de Poseidón. Narra la leyenda que el rey del mar la vio danzar con sus hermanas en la isla de Naxos y se enamoró hasta el punto de raptarla. Según otros, la diosa había huido, se ocultó en el monte Atlante o en alejadas profundidades marinas, pero fue descubierta por el delfín de Poseidón y devuelta al dios. Su culto no se introdujo en Roma, donde la mujer de Neptuno se llamaba Salacia.
ANGERONA
En la mitología romana, divinidad de la discreción y del silencio que deben acompañar a los actos del amor satisfecho. Se representaba, generalmente, como una mujer joven, desnuda y con un dedo en los labios para indicar silencio. Todos los años se le dedicaba una fiesta el doce de diciembre. Su estatua estaba en el templo de Volupia, divinidad romana con la que a menudo era confundida.
ANICETO
Hijo de Heracles y de Hebe. El héroe legendario lo engendró cuando fue transformado en inmortal, por Zeus, y lo acogió en el Olimpo.
ANNA PERENNA O PERANNA
Divinidad romana, simboliza el año que siempre se renueva. Se la invoca para obtener una larga vida, felicidad y abundantes cosechas. Según la tradición, se identificó a la diosa con la hermana de Dido, quien, después del suicidio de esta, se refugió en Malta, en la corte del rey Bacto, para huir de su hermano Pigmalión. Más tarde se embarcó de nuevo, pero un naufragio la obligó a llegar hasta las costas de Lacio. Allí, acogida cortésmente por Eneas, despertó los celos de su esposa Lavinia. Recibió una advertencia en sueños de Dido (exhortándola a abandonar el palacio de Eneas), y así se arrojó a las aguas del río Numicio, que la ocultó entre sus fragosidades. Numicio, divinizado, se convirtió en su esposo.
ANQUÍNOE
Hija del Nilo. Este nombre significa «fuente de agua corriente». Se casó con Belo, rey de Egipto e hijo, a su vez, de Libia y Poseidón, y después dio a luz a Egipto y a Dánao.
ANQUISES
Príncipe de la familia reinante de Troya, hijo de Capis. Fue amado intensamente por Afrodita, de la cual tuvo a Eneas, que había de ser después el iniciador de la gloriosa historia de Roma. Se cuenta que lo cegó un relámpago precisamente en el momento en que se jactaba de su unión con la diosa.
En la trágica noche del incendio de Troya, el anciano Anquises fue salvado azarosamente por su hijo, que huyó llevándolo sobre sus hombros. Murió en Drepano (Trapani).
ANTEA
Esposa de Preto, llamada también Estenebea por los trágicos. Sintió un violento amor por el joven Belerofonte, que había sido acogido por Preto en la corte de Tirinto. Por no querer el héroe corintio ceder ante sus seducciones, lo acusó de haber atentado contra su virtud. Preto respetó las leyes de la hospitalidad, pero con el fin de vengarse envió al joven a casa de su suegro Yóbates para que lo mandase matar. Belerofonte, informado de la maquinación infame, quiso vengarse. Volvió a Tirinto, donde fue acogido afectuosamente por Preto, consiguió hacer revivir en el corazón de Antea su antigua pasión y la convenció para que le siguiese a su nuevo reino. Una mañana, huyeron montados en el mítico caballo Pegaso; pero, durante el viaje, Belerofonte lanzó el caballo a un galope desenfrenado y, al aproximarse al mar, la mujer cayó de la silla estrellándose contra las rocas.
ANTEO
Hijo de Poseidón y de Gea (la Tierra). Este mítico gigante reinaba en Libia y obligaba a todos los que pasaban por su territorio a luchar contra él. Le bastaba tocar con los pies la tierra, que le había dado el ser, para resultar invulnerable. Durante la empresa de los bueyes de Gerión, Heracles pasó por Libia y el gigante lo desafió. Para deshacerse de él, lo mantuvo levantado