Enciclopedia de la mitología. J.C. Escobedo
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ARARACO
Hijo de Tros y de Calírroe, de quien desciende la familia real de los troyanos. Araraco, por su parte, gobernó en Dardania y engendró a Capis, cuyo hijo fue Anquises, padre de Eneas. Tuvo dos hermanos: Ilo y Ganimedes, que por su belleza fue arrebatado al Olimpo.
ARCADE
Hijo de Zeus y de la ninfa Calisto. Se le considera el progenitor de los arcadios. La leyenda dice que el joven, valiente cazador, estaba a punto de matar por ignorancia a su madre, transformada en osa por la celosa Hera. Los gemidos de la fiera lo detuvieron; Zeus intervino transformando a Arcade en oso que, junto con su madre, fue trasladado al cielo, donde ocupa un lugar entre las constelaciones (Osa Mayor y Osa Menor).
AREÓPAGO
La colina de Atenas consagrada a Ares, de quien deriva su nombre. Este lugar llegó a ser, tras algunos acontecimientos míticos – el juicio de todos los dioses acerca de Ares y el de los Areopagitas, es decir, los miembros del Areópago, al que fue sometido Orestes después del parricidio–, la sede del más antiguo y del máximo tribunal de Atenas, que juzgaba los delitos de sangre. Más tarde, al parecer a raíz de las reformas de Solón, el celebérrimo legislador ateniense, el Areópago desempeñó las funciones de suprema vigilancia, incluso sobre las actividades administrativas y religiosas de la ciudad-estado. Los miembros celebraban sus sesiones de noche, al aire libre, y su juicio era inapelable.
ARES (MARTE)
Ares
Hijo de Zeus y de Hera. Considerado el dios de la guerra en su aspecto más belicoso, gozaba con la vista de la sangre y de las cruentas matanzas. Tenía una figura gigantesca y una potente voz. Llevaba coraza y yelmo con cimera rojiza; iba armado con una lanza o espada y, a veces, se le veía guiar un carro, cuyas ruedas estaban armadas con hoces cortantes. Le acompañaban dos demonios de rostros lívidos, que le servían de escuderos: Deimo y Fobo (es decir, la personificación del espanto y del temor), que llevaban látigos hechos de serpientes. También iba junto a él su hermana Eris, la Discordia, y Enyo, diosa de las matanzas, que bebía la sangre de los caídos y despedazaba sus miembros. A menudo, los griegos se complacían en representar a Ares vencido, con su fuerza brutal contenida y engañada por el valor más inteligente de Heracles (Hércules) o por la sabiduría de Atenea, que hizo que Diomedes le hiriera ante los muros de Troya. Otra vez, combatió contra Heracles llevando la peor parte.
El héroe había matado a su hijo Cicno y Ares intervino para defenderlo, pero fue herido en el muslo y tuvo que retirarse de la lucha. Las leyendas con referencias al dios Ares no son numerosas y su culto no estaba muy difundido en Grecia. Era venerado especialmente en Tebas, donde tuvo un manantial custodiado por un dragón, hijo suyo. Cuando Cadmo llegó a Grecia, procedente de Siria, quiso coger agua de dicha fuente para celebrar un sacrificio, pero el dragón trató de impedírselo. Cadmo lo mató, pero en expiación tuvo que servir a Ares como esclavo durante siete años. Al fin de este periodo obtuvo como esposa a Harmonía, hija de Ares y de Afrodita. A esta unión se remonta el origen de la familia real tebana. En Atenas existía un lugar que llevaba el nombre del dios: el Areópago o colina de Ares. A sus pies corría un manantial, junto al que Ares descubrió un día a un hijo de Poseidón cuando intentaba forzar a Alcipe, la hija que él había tenido con Aglauro. Para defenderla, Ares se precipitó sobre el joven y lo mató. Poseidón lo citó entonces ante un tribunal formado por todos los dioses del Olimpo, que se reunió en la misma colina. Ares fue absuelto. Sin embargo, para recordar el suceso la colina se llamó Areópago. Con respecto a los amores de Ares con Afrodita existen dos versiones. Homero cuenta que, cuando Ares consiguió enamorar a la bella y caprichosa Afrodita, fue sorprendido por el marido de esta, Hefesto, a quien Helios, el sol que todo lo ve, había revelado las relaciones ilícitas. Hefesto capturó en una red de mallas invisibles a los dos amantes, exponiéndolos así a la irrisión de todos los inmortales. Otros, en cambio, refieren que Ares fue el marido legítimo de Afrodita y que de ellos nació Harmonía, que como ya hemos dicho fue otorgada por esposa a Cadmo, dando origen a los reyes de Tebas. Los hijos de Ares tuvieron defectos peores que los paternos. Además de Cicno, a quien mató Heracles, se decía que Ares fue padre del salvaje rey tracio Diomedes, el que alimentaba a sus caballos con carne humana, y del rey tesaliano Flegias, frustrado incendiario del templo de Apolo. También las Amazonas, por su amor a la guerra y su fiereza, eran consideradas hijas de Ares. El dios itálico identificado con Ares es Marte, que, al parecer, fue en su origen el dios de la vegetación primaveral que vencía la esterilidad del invierno. Sin embargo, en la belicosa Roma pasó a ser el dios de la guerra ante todo, bajo la influencia del Ares griego. Le estaba consagrado el mes de marzo, en el cual se celebraban sus fiestas; a su culto estaban dedicados los sacerdotes Salios y el flamen de Marte. Su importancia se fue haciendo mayor hasta llegar a ser el dios más poderoso después de Zeus. Su calificativo más usado era el de Gradivus («el que se lanza al combate»). Invocado antes de comenzar la batalla, se le consagraba parte del botín, y en caso de derrota, esta se atribuía a su influencia adversa; se trataba entonces de aplacar su supuesta cólera con grandes sacrificios. Como compañeras suyas se citaban algunas divinidades: Metus y Pavor (personificación del miedo y del espanto), que recuerdan a Deimo y Fobo, Honos y Virtud (personificación del honor y del valor), la diosa Victoria (evidentemente signo de la victoria) y Pax (la paz); lo acompañaba también su hermana Belona, diosa de la guerra, equivalente a la diosa griega Enyo. Augusto, después de su victoria sobre los asesinos de César, instituyó el culto a Marte Ultore («vengador»), dedicándole un templo en el Foro. La leyenda lo hace padre de Rómulo y Remo (nacidos de Rea Silvia) y de ahí su apelativo de Pater. Le estaba consagrado el Campo de Marte, una amplia plaza en la orilla izquierda del Tíber, donde se ejecutaban ejercicios militares. Tenía numerosos templos, el más importante de los cuales se encontraba junto a la Puerta Capena, donde se guardaba el Ancile. Animales a él consagrados eran el lobo, el caballo y el pájaro carpintero. De ordinario se le representaba como un joven hermoso y gallardo, de aspecto enérgico.
ARETUSA
Ninfa transformada por Ártemis en una fuente de la isla de Ortigia, cerca de Siracusa, adonde la siguió Alfeo, dios fluvial. Este, enamorado de ella, tras haber tomado figura humana, volvió a ser río y atravesó el mar, consiguiendo mezclar sus aguas con las del manantial de la ninfa. Este mito predomina en la numismática siciliana de los siglos I y III a. de C.
ARGES
Uno de los Cíclopes. Lo mismo que sus hermanos Brontes y Estéropes, era una evidente divinización de los fenómenos de la electricidad atmosférica. Arges personificaba el rayo.
ARGONAUTAS
Argonautas
El ciclo y la leyenda de los Argonautas se forjaron en torno de la figura de Jasón, héroe tesaliano. Su padre Esón reinaba en Yolco, al pie del monte Pelios. Esón, destronado por su hermanastro