Enciclopedia de la mitología. J.C. Escobedo
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ARGOS
1. Hijo de Agenor y de Gea (la Tierra), era un gigante que tenía cien ojos alrededor de la cabeza y que, aun estando profundamente dormido, cerraba tan sólo cincuenta. Fue colocado por la celosa Hera como guardián de Io, la muchacha de quien se había enamorado Zeus y que había transformado en ternera para ocultar a su esposa sus relaciones ilícitas. Argos montaba guardia con tanto celo que Zeus, desesperado, recurrió a la ayuda de Hermes, el cual, disfrazado de pastorcillo, se sentó junto al monstruoso guardián y entonó con su flauta la más bella de sus canciones. Sintiéndose fascinado y lleno de cierta languidez, Argos advirtió que sus ojos se cerraban uno a uno, faltándole las fuerzas para mantenerlos abiertos. Hermes le cortó la cabeza y liberó a Io. Hera, para honrar la memoria de Argos, colocó sus cien ojos en la cola del pavo real, que desde entonces se convirtió en su animal preferido y consagrado a ella.
2. Perro fiel de Ulises; animal que envejeció aguardando a su dueño. Fue el primero en reconocerlo al volver a Ítaca y, después de verlo, murió.
3. Hijo de Frixo, místico constructor, dirigido por Atenea, de la nave Argos, que condujo a los Argonautas a la conquista del vellocino de oro.
ARIADNA
Hija de Minos, rey de Creta, y de Pasífae. Cuando Teseo llegó a Creta, decidido a liberar la isla del terrible Minotauro, que habitaba en el Laberinto, Ariadna se enamoró de él y le regaló un ovillo de hilo, que, extendido a través del intrincado camino, permitió a Teseo, después de matar al monstruo, encontrar el camino de regreso. Ariadna se convirtió en su esposa y partieron juntos, pero un terrible huracán los obligó a hacer escala en la isla de Naxos, donde Ariadna, agotada, pidió descansar. Teseo la dejó dormida en un lugar sombrío y florido, y volvió a la nave para reparar los daños sufridos, pero una nueva tempestad rompió las amarras y la embarcación fue arrastrada hasta alta mar. Ariadna, cuando se vio abandonada, se desesperó mucho y se dejó caer, llorando, sobre la hierba. Así la vieron los sátiros del séquito de Dioniso, que se encontraban también en la isla, y se lo contaron a su dios. Este trató de consolarla, y al contemplarla se prendió de su belleza, que la hacía parecer una diosa más que una mujer mortal, y le propuso matrimonio. Las nupcias se celebraron entre las danzas y los coros de los Faunos y de las Bacantes. Los esposos montaron en un carro tirado por panteras y triunfalmente se dirigieron al Olimpo. Dioniso regaló a su joven esposa una corona de oro, delicado trabajo de Hefesto, que con el nombre de Corona de Ariadna fue colocada entre las constelaciones.
ARICIA
Sobrina del rey Egeo, fue la única, entre los cincuenta hijos de Palante, que se salvó del exterminio llevado a cabo por Teseo para que su padre pudiese conservar el trono de Atenas. Fue esposa de Hipólito, su primo, cuando este recobró la vida.
ARIÓN
1. Fabuloso caballo surgido de las entrañas de la tierra como consecuencia de un golpe del tridente de Poseidón. Perteneció a la deidad del mar y a Heracles, así como a otros dioses y héroes. Montado en este caballo alado se salvó Adrasto, único superviviente de la funesta guerra de los Siete contra Tebas.
2. Poeta de la antigua Grecia. Su leyenda tiene muchos puntos de contacto con la famosísima de Orfeo y tiende también a demostrar la naturaleza sobrenatural de los poetas. Había nacido en Metimna (Lesbos) y era hijo de Poseidón, dios del mar. Tocando el laúd y cantando, conseguía conmover no sólo a los hombres, sino también a las plantas y los animales. Un día lo capturaron unos piratas que conocían las riquezas que había acumulado con su arte exquisito. Antes de matarlo, le permitieron tocar por última vez. Los marineros no se conmovieron, pero centenares de delfines se reunieron fascinados en torno al navío de los piratas. Arión se lanzó al mar de un salto, y uno de los delfines lo puso a salvo. Al parecer, perfeccionó el ditirambo y la lírica coral.
ARISTEO
Hijo de Apolo y de la ninfa Cirene, que lo engendró en el lugar en que más tarde se alzó la ciudad que llevaría su nombre. Aristeo fue criado por las Ninfas, que le enseñaron a hacer leche cuajada, a criar abejas y a cultivar el olivo y la viña, oficios que más tarde Aristeo enseñó a los hombres. Se decía que inventó un método para extraer el aceite de los olivos y que fue el primero en mezclar el agua con la miel para obtener el hidromiel. Enseñó también a fabricar con la miel aromas y bálsamos contra las picaduras de insectos venenosos y a embalsamar los cadáveres. Amante de los viajes, Aristeo llegó hasta Tesalia, donde apacentó los rebaños de las Musas. De allí pasó luego a Beocia, donde se casó con Autónoe, una de las hijas de Cadmo, que le dio un hijo llamado Acteón. Después de la muerte de este, devorado por los perros como castigo por haber contemplado a Ártemis mientras se bañaba, Aristeo se dirigió a Arcadia y luego a Ceos, isla del Egeo, donde aconsejó a los habitantes sobre la manera de remediar una carestía que asolaba el país, y por último a Sicilia, Cerdeña y Tracia. Allí se enamoró de la ninfa Eurídice, y la persiguió con sus requerimientos amorosos. Sin embargo, la ninfa, que estaba a punto de casarse con Orfeo, no quería escucharle y un día, cuando intentaba huir del fogoso pretendiente, al atravesar un prado no vio una víbora, que la mordió, causándole la muerte. Las compañeras de la ninfa mataron, para vengarse, a todas las abejas de Aristeo, que, aconsejado por Proteo, tuvo que llevar a cabo numerosos y abundantes sacrificios para aplacar el espíritu de Eurídice. Inmoló cuatro toros y cuatro yeguas negras, y de las víctimas brotaron enjambres de abejas que le permitieron reconstruir sus colmenas. Un día Aristeo se desvaneció para reaparecer más tarde, según Heródoto, en Cízico, ocultándose de nuevo. Trescientos años después se supo que vivía en Metaponto, donde indujo a los habitantes a erigirle una estatua junto a la de Apolo. Según Plutarco, Aristeo poseyó el don de recuperar a voluntad su propia alma, que, al abandonar el cuerpo, tomaba la figura de un ciervo. El culto de Aristeo se difundió sobre todo en Sicilia, entre los pastores. Júpiter lo colocó entre las constelaciones, donde constituye el signo de Acuario.
ARPÍAS
Eran hijas, según se decía, de Taumante y Electra o de Tifón y Equidna. Monstruos fabulosos, eran representados como seres alados con rostro de mujer, cuerpo de pájaro, garras en las manos y en los pies y a veces con orejas de oso. Personificaban la rapiña, el hambre y los vientos tempestuosos que todo lo arrastran. Eran generalmente tres: Aelo, Celeno y Ocipete. Se las menciona principalmente en la leyenda de Jasón y los Argonautas, donde aparecen como perseguidoras del adivino ciego Fineo, cuya mesa solían ensuciar y saquear. Dos de los Argonautas, Kaleis y Zetes, las persiguieron hasta las islas Estrofades, donde, según cuenta la Eneida, las encontró Eneas.
ARQUÉMORO
Hijo de Licurgo, rey de Tesalia, llamado también Ofeltes, una de las primeras víctimas de la desventurada expedición de los Siete contra Tebas. Su institutriz Hipsipila lo había dejado en el suelo para mostrar a los siete héroes una fuente y entonces se le acercó una serpiente, que lo estranguló. En su honor, los Siete instituyeron los