Creación Y Evolución. Guido Pagliarino

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Creación Y Evolución - Guido Pagliarino

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en el Yahim» (Sura 56:93-94), un versículo tal vez influido por la misma fundición (yahim) o lago de fuego del Apocalipsis cristiano, así como por otro lado muchas de las suras han tenido presentes textos bíblicos o, notablemente, apócrifos cristianos.

      Del símbolo como vínculo entre Dios y el hombre he escrito en su momento en otro ensayo.4 Indico aquí de paso un resumen porque podría ser útil para entender mejor lo que he indicado con respecto a los versículos alegóricos del Corán y tal vez pueda servir en la comparación que haré más adelante entre evolucionismo teísta y creacionismo:

      Adelanto que para el credo cristiano la resurrección de Jesucristo ha de entenderse no metafórica sino literalmente, so pena de faltar al mismo cristianismo, que se basa precisamente por antonomasia en la Resurrección, mientras que todo el resto es accesorio, aunque sea tan importante, con toda seguridad, como la enseñanza moral de Jesús con parábolas y ejemplos y como las profecías veterotestamentarias sobre el Mesías.

      Aparte del caso de la resurrección real y no simbólica de Jesucristo, muchos pasajes bíblicos hablan útilmente del Dios inefable a través de la simbología, usando analogías y metáforas comprensibles, porque los paralelismos y relatos alegóricos se entienden más fácilmente en nuestra psicología al dirigirla al simbolismo. Además, se aprecia que las figuras metafóricas y analógicas bíblicas (y también en las coránicas) se entienden teniendo en cuenta el étimo de la palabra y no el significado que nos es habitual: como indican los diccionarios etimológicos, la palabra símbolo deriva del verbo griego syn-bállein, es decir reunir: «Símbolo: del latín symbolum (contraseña), proveniente del griego símbolon, de la familia de symbállô (reunir) de syn- (junto) y bállô (lanzar)» (cf. Giacomo Devoto, Avviamento alla etimologia italiana – Dizionario etimologico, [Florencia: Le Monnier, 1968]). Ese significado se refiere a la costumbre en la Grecia antigua de dividir irregularmente un objeto en dos, de manera que el poseedor de una de las partes pudiera hacerse reconocer en caso de necesidad haciendo coincidir su trozo con el otro en manos ajenas. Si la realidad divina no es comprensible objetivamente por nuestra mente porque es eterna e infinita y no sabemos abarcar la inmensidad y solo con dificultad llegamos a entender un poco algo de la eternidad, confundiendo muchas veces al Ser inmutable con un tiempo que no tiene fin, pero que tiene un inicio, el conocer sin embargo, como pasa a menudo en la Biblia, el significante simbólico y el concepto divino que significa con respecto a una realidad verdadera aunque de por sí inabarcable, permite, por la manera en que está estructurada nuestra psicología, entender lo suficientemente a Dios como para poder aceptar la Revelación.

       La situación de la umma con respecto al evolucionismo no es muy distinta de la de la Iglesia, en la cual también hay católicos creacionistas y católicos evolucionistas, mientras que ambas están alejadas de las situaciones de los entornos fundamentalistas y radicalmente creacionistas de cierto cristianismo protestante y del paracristianismo de los Testigos de Jehová en el que, también en el ámbito de los dirigentes, se encuentran integristas que siguen al pie de letra todos los versículos de la Biblia, sin distinción entre los históricos y los fabulosos-simbólicos. Esto favorece en Occidente la radicalización de la disputa entre creacionistas y evolucionistas.

      En relación con los Testigos de Jehová, me parece más preciso hablar de paracristianos y no de cristianos porque niegan esos pilares del cristianismo (o, si se prefiere, del fenómeno histórico-religioso que se califica con la palabra cristianismo) que son tanto la resurrección y la divinidad de Jesús como verdadero hombre, como la Trinidad: esta última palabra sobre todo que Dios en su Ser eterno e inmutable es también un verdadero hombre, «glorioso y espiritual», según las palabras de San Pablo, es decir el Cristo eterno llamado también el Hijo y esta segunda Persona es, tautológicamente, no solo humana, sino divina, mientras que al ser infinito el amor entre el Padre y el Hijo y por tanto lo que es infinito tiene, por definición, naturaleza divina, este Amor infinito es la tercera Persona, llamada Espíritu Santo.5

       A propósito de la apertura de hecho del Corán a la ciencia moderna y en particular a la teoría evolucionista, puede ser digno de atención lo que escribía y divulgaba en conferencias un experto occidental del mundo islámico, el médico y egiptólogo francés Maurice Bucaille (1920-1998), entonces al frente de la Clínica Quirúrgica de la Universidad de París y durante mucho tiempo médico de familia del rey Faisal de Arabia Saudita, donde empezó a interesarse a fondo por la religión islámica y su libro sagrado, por lo que en 1976 fue coautor con el escritor Alastair D. Pannell de un estudio sobre Biblia, Corán y ciencia.6 Bucaille consideraba, aunque desde una óptica coránica y no científica, que la evolución había afectado indistintamente a todos los animales hasta los homínidos y con estos se habría producido una bifurcación fundamental y las mutaciones se habrían producido de manera distinta a lo largo de la rama de dichos homínidos, finalmente extintos, y a lo largo de la de los seres humanos. Bucaille precisaba, al tratar las relaciones entre Corán y ciencia, que con el segundo término se refería a una conciencia profundamente establecida y que el Corán era por excelencia un libro religioso y sin embargo para él en las suras se encuentran, en forma alegórica, muchas afirmaciones que parecen anticipaciones lejanas de la verdad científica hoy reconocida, aunque un hombre del siglo VII no habría podido entender esas referencias. Sin embargo hoy muchos islámicos tienen un conocimiento profundo, no solo del Corán, sino también de las ciencias naturales y las pueden entender bien. Con respecto al Big Bang, para este médico los versículos coránicos sobre la creación del mundo se podrían aplicar a la teoría moderna sobre la formación de del universo y de hecho en el Corán había datos relativos a la existencia una masa gaseosa única, es decir, cuyos principios estaban originalmente juntos y luego se separaban, como se puede ver tanto en la sura 41:11: «Y Dios se dirigió al cielo, que era humo», como en la sura 21:30: «¿Es que no han visto los infieles que los cielos y la tierra formaban un todo homogéneo y los separamos?» Los resultados del proceso de separación habrían sido múltiples mundos, una noción que Bucaille encontraba muchas veces en el Corán, como por ejemplo en la sura 1:2: «Alabado sea Alá, Señor del universo». Todo esto para él estaba de acuerdo con los conceptos científicos actuales sobre la existencia de una nebulosa primigenia y un proceso sucesivo de separación de los elementos de esa única masa, con la formación de las galaxias y, en estas, de estrellas originadoras de planetas. A propósito del origen de la vida, para Bucaille era importante la sura 21 en su versículo 30: «Y que sacamos del agua a todo ser viviente», afirmación que podía referirse, a su parecer, a la teoría moderna de que el origen de los seres vivos es acuático.

       De las relaciones entre Corán y ciencia se ha ocupado también el posicólogo, poeta, pintor, grabador y ceramista, italiano, pero de ascendencia turco-afgana, Gabriele Mandel. También él ha escrito7 que en las suras, junto a la recuperación de antiguos mitos y leyendas, encontramos descripciones metafóricas que se pueden referir modernamente a la teoría evolutiva, en la que Alá crea todos los animales del agua en fases sucesivas, haciéndolo exactamente como él lo quiere: «Y Alá creó todo ser vivo a partir de agua. Y de ellos unos caminan arrastrándose sobre su vientre, otros sobre dos patas y otros sobre cuatro. Alá crea lo que quiere. Es cierto que Alá tiene poder sobre todas las cosas» (sura 24:45) o donde se exhorta al fiel diciendo: «¿Pero qué os pasa que no podéis concebir grandeza en Alá cuando Él os creó en fases sucesivas?» (sura 71: 13-14).

       Tal vez debido a la consciencia de los doctos expertos de la umma del carácter alegórico de muchas partes del Corán, desde hace tiempo no se han planteado discusiones entre evolucionistas y creacionistas musulmanes, ni, por otro lado, estos

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