Capricho De Un Fantasma. Arlene Sabaris
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Finalmente Lourdes consiguió encontrar a Virginia Duval en su lista y le reiteró a la alterada novia que estaba alojada ya en otra villa, al menos hasta que estuviera lista la suya. Cuando le dijo en qué villa estaba, se aseguró de buscar en su lista el nombre correcto del dueño, pero la novia se dio tal susto que el ataque anterior le habÃa parecido una broma comparado con este. Corrió a la cocina por agua y le preguntó si acaso habÃa hecho algo mal al alojarla allÃ.
Pero Iveth no la escuchaba. Marcaba con insistencia el número de celular de Virginia, que seguÃa repicando sin respuesta. Intentó llamar a Andrés, pero obtuvo el mismo resultado; pensó en correr a la villa, que no estaba lejos de la suya y se detuvo para mirar a Lourdes, que seguÃa sosteniendo el vaso de agua con el rostro descompuesto por el miedo.
â ¡Eres una genio Lourdes! ¡No sé por qué no se me ocurrió a mÃ! ây se marchó escaleras arriba dejando a la chica más confundida que antes.
Iveth escribÃa los mensajes con la mayor rapidez que le daban sus dedos temblorosos. Por apenas unos segundos olvidó que era la protagonista de aquel fin de semana y siguió escribiendo. Finalmente su teléfono timbró.
â ¿Me puedes explicar qué pasa, por favor? ¡Vas a hacer que dé a luz antes de tiempo y entonces me perderé la boda! âreclamaba con curiosidad Gabriela desde la otra lÃnea.
â ¡La chica hippie que me has recomendado para planificar la ceremonia enloqueció y los ha puesto a dormir juntos! âle decÃa Iveth sin poder ocultar las carcajadas.
â ¡Pero, por Dios, no te entiendo nada! ¡Has escrito en el mensaje puras consonantes! ¡CreÃa que tus sobrinos habÃan tomado el teléfono! âinsistÃa su amiga, que por su embarazo de casi ocho meses no llegarÃa sino hasta el sábado.
â ¿De verdad? ¡Juraba que habÃa escrito claramente! ¡En fin, que Lourdes ha mandado a Virginia a dormir desde ayer en casa de los padres de Andrés! Pensaba que él vendrÃa el sábado. ¡Esta chica le cambia los nombres a todo el mundo y me dijo antes que quien llegaba el lunes era Ãngel, un amigo de Gastón! âtrataba de explicar con creciente emoción Iveth.
â¡¡¡No te lo puedo creer!!! ¿Pero, qué te dijo Virginia? ¡De seguro pensó que fue tu idea y te quiso matar! ¿Y esperas hasta ahora para decÃrmelo? ¡Si ella salió ayer pasado el mediodÃa! âle reclamaba con vehemencia Gabriela.
â ¡Pues te diré que no he hablado con ella! Ni siquiera sabÃa que habÃa llegado⦠Me acabo de enterar. Como esta chica cambia los nombres a todos, me decÃa que lo que se necesitaba me lo habÃa traÃdo una tal Betina. Pensé que era su empleada o algo⦠âcontinuó, excitada, Iveth.
La conversación se extendió unos minutos más y la curiosidad por saber lo que habÃa pasado en las últimas veinticuatro horas las mantuvo en vilo a ambas un par de horas más. El sol seguÃa brillando con insistencia, eran las dos de la tarde y el ensayo se realizarÃa a las cinco. Mientras tanto, en la villa número diecisiete, dos celulares vibraban incesantes en alguna parte del entrepiso.
CapÃtulo 12
El animado joven del clima anunciaba un sol cálido durante la mañana y brisa ligera para todo el fin de semana. Lourdes respiraba aliviada porque, exceptuando el incidente del cambio de nombres que casi le provoca un ataque de nervios unas horas antes, estaba saliendo todo de maravillas. El cortejo estaba compuesto por la dama de honor, dos damas adicionales, la niña de las flores y el sobrino de la novia, que entregarÃa los anillos.
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