Una Tierra de Fuego . Морган Райс

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Una Tierra de Fuego  - Морган Райс El Anillo del Hechicero

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vienen a esta vida con una única búsqueda. Algunas personas con ninguna. Pero tú, Thorgrin, has nacido con un destino de doce búsquedas».

      «¿Doce?» repitió Thor con estupor.

      Ella asintió.

      «La Espada del Destino era una. La completaste maravillosamente. Encontrarme a mí fue otra. Has completado las dos. Te quedan diez más, diez búsquedas incluso más grandes que estas dos».

      «¿Diez más?» preguntó él. «¿Más grandes? ¿Cómo es posible?»

      «Déjame que te lo muestre», dijo ella, mientras se colocaba a su lado y lo rodeaba con su brazo, guiándolo gentilmente pasillo abajo. Lo guió a través de una puerta de brillantes zafiros que conducía a una habitación hecha completamente de relucientes zafiros verdes.

      La madre de Thor lo condujo a través de la habitación hacia una enorme ventana arqueada hecha de cristal. Thor estaba de pie junto a ella, colocó una mano en el cristal, sintiendo que necesitaba hacerlo, y mientras lo hacía, los dos cristales se abrieron suavemente.

      Thor miró hacia el océano, un majestuoso panorama desde aquí, cubierto por una cegadora neblina, una blanca luz que rebotaba por todas partes, haciendo que pareciera que estaban encaramados en el mismo cielo.

      «Mira hacia fuera», dijo ella. «Dime lo que ves».

      Thor miró hacia fuera y, al pricipio, no vio nada, aparte del océano y la blanca neblina. Sin embargo, la neblina pronto se volvió más brillante, el océano empezó a desaparecer y empezaron a pasar imágenes rápidamente por delante de él.

      Lo primero que vio Thor fue a su hijo, Guwayne, flotando en una pequeña barca en el mar.

      El corazón de Thor se aceleró preso por el pánico.

      «Guwayne», dijo. «¿Es eso cierto?»

      «Ahora mismo está perdido en el mar», dijo ella. «Te necesita. Encontrarlo será una de las grandes búsquedas de tu vida».

      Mientras Thor observaba a Guwayne flotando, sintió el impulso de dejar inmediatamente aquel lugar para salir corriendo hacia el océano.

      «¡Debo irme con él, ahora!»

      Su madre puso la mano en su muñeca para calmarlo.

      «Mira lo que te queda por ver», dijo ella.

      Thor miró hacia fuera y vio a Gwendolyn y su pueblo; sentados acurrucados en una isla de rocas preparados para soportar una bandada de dragones que descendía del cielo, cubriéndolos. Vio una pared de llamas, cuerpos ardiendo, gente chillando de agonía.

      El corazón de Thor palpitaba con prisa.

      «Gwendolyn»,” gritó Thor. «Debo ir donde está ella».

      Su madre asintió.

      «Te necesita, Thorgrin. Todos ellos te necesitan, y también necesitan un nuevo hogar».

      Mientras Thor continuaba observando, vio como el paisaje se transformaba y vio como el Anillo entero estaba devastado, un paisaje ennegrecido, el millón de hombres de Rómulo cubriendo cada centímetro del mismo.

      «El Anillo», dijo horrorizado. «Ya no existe».

      Thor sintió un ardiente deseo de salir corriendo de allí y rescatarlos a todos ellos ahora mismo.

      Su madre cerró la ventana, él se volvió y la miró.

      «Estas son sólo algunas de las búsquedas que te esperan», dijo ella. «Tu hijo te necesita, Gwendolyn te necesita, tu pueblo te necesita y, más allá de eso, tendrás que prepararte para el día en que seas Rey».

      Thor abrió los ojos sorprendido.

      «¿Yo? ¿Rey?»

      Su madre asintió.

      «Es tu destino, Thorgrin. Eres la última esperanza. Eres tú quién debe ser Rey de los Druidas».

      «¿Rey de los Druidas?», preguntó, intentando entenderlo. «Pero…no lo entiendo. Yo pensaba que estaba en la Tierra de los Druidas».

      «Los Druidas ya no viven aquí», explicó su madre. «Somos una nación en el exilio. Ahora viven en un reino lejano, en las lejanas lindes del Imperio y corren un grave peligro. Tu destino es convertirte en su Rey. Te necesitan y tú los necesitas a ellos. Colectivamente, necesitaremos tu poder para luchar contra el más gran poder conocido por nosotros. Una amenaza mucho más grande que los dragones».

      Thor la miró pensativo.

      «Estoy muy confundido, Madre», admitió.

      «Esto se debe a que tu entrenamiento no está completo. Has avanzado mucho, pero no has empezado todavía a alcanzar los niveles que necesitarás para ser un gran guerrero. Conocerás nuevos profesores poderosos que te guiarán, que te llevarán a niveles más altos de lo que puedas imaginarte. Todavía no has empezado a ver al guerrero en el que te convertirás».

      «Y necesitarás todo su entrenamiento», continuó ella. «Te encontrarás con imperios monstruosos, reinos más grandes que cualquiera  que hayas visto jamás. Te encontrarás con tiranos salvajes, que harán que Andrónico te parezca nada».

      Su madre lo examinó con los ojos llenos de sabiduría y compasión.

      «La vida siempre es más grande de lo que imaginas, Thorgrin», continuó. «Siempre más grande. El Anillo, bajo tu perspectiva, es un gran reino, el centro del mundo. Pero es un reino pequeño comparado con el resto del mundo; no es más que una mota dentro del Imperio. Existen mundos, Thorgrin, más allá de lo que puedas imaginar, más grandes de lo que jamás hayas visto. Todavía no has empezado a vivir». Hizo una pausa. «Necesitarás esto».

      Thor miró hacia abajo al notar algo en su muñeca y vio cómo su madre le abrochaba un brazalete de varios centímetros de anchura, que le cubría medio antebrazo. Era de oro brillante, con un único diamante negro en el centro. Era la cosa más bonita y más poderosa que jamás había visto y, colocado allí en su muñeca, sentía como su poder vibraba y se le infundía en él.

      «Mientras lo lleves puesto», dijo ella, «ningún hombre nacido de mujer podrá hacerte daño».

      Thor la miró y en su mente pasaban rápidamente las imágenes que había visto más allá de las ventanas de cristal y sintió de nuevo la urgencia por Guwayne, de salvar a Gwendolyn, de salvar a su pueblo.

      Pero una parte de él no quería irse de aquí, de este lugar de sus sueños al que nunca podría volver, no quería dejar a su madre.

      Examinó su brazalete, sintiendo como su poder lo inundaba. Sentía como si llevara un pedazo de su madre.

      «¿Ésta es la razón por la que teníamos que encontrarnos?» preguntó Thor. «¿Para que pudiera recibir esto?»

      Ella asintió.

      «Y más importante aún», dijo ella, «para recibir mi amor. Como guerrero, tendrás que aprender a odiar. Pero es igual de importante que aprendas a amar. El amor es la más fuerte de las dos fuerzas. El odio puede matar a un hombre, pero el amor lo puede levantar y se necesita más poder para sanar que para matar. Debes conocer el odio, pero también debes conocer el amor y debes

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