Rimas. Bartolome Mitre
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No estrañe que entre en estos detalles minuciosos sobre la cadencia poética en sus relaciones con la música y con la naturaleza humana, desde que ellos me sirven tan eficazmente al objeto que me he propuesto en esta carta. Ademas, como lo ha dicho Sismondi, «la estructura del verso, esta parte en cierto modo mecánica de la poesía, está ligada por acordes misteriosos y secretos, con nuestras sensaciones, con nuestras emociones, con todo aquello que habla á nuestro corazon y á nuestra imaginacion, y seria conocer muy mal el lenguaje divino de los poetas, considerarla solamente como una traba impuesta al pensamiento. Los versos no conmueven nuestras almas, no cautivan nuestras pasiones, sinó porque tienen algo de mas íntimo que la prosa, algo que se apodera de todo nuestro ser, encontrando mas directamente el camino del espíritu y de los sentidos, y trayéndonos impresiones mas completas que las que el lenguaje por sí solo y desprovisto de estos accesorios puede despertar.» Y mas adelante agrega: «La rima es una especie de llamamiento al recuerdo y á la esperanza, ella despierta una sensacion pasada y hace desear una nueva, realza la importancia de los sonidos, y dá en cierto modo una especie de colorido á las palabras.»
Nada de estraño sería que los poetas elogiasen su lenguaje, pero cuando los mas eminentes prosistas proclaman su superioridad, preciso es reconocer que hay en él algo de verdaderamente sublime, y que por lo menos, no se le debe juzgar sin haberle estudiado antes.
Si del lenguaje poético, considerado en sus relaciones con la música y con la organizacion humana, la mente se eleva hasta la contemplacion de la idea abstracta, y penetra en los dominios de la psicología, se verá que, siendo la poesía á la prosa, lo que el drama lírico es al drama recitado, ella no es otra cosa que el lenguaje á toda orquesta, la palabra que se acompaña con la música del ritmo y de la rima, que se impregna de ella, que la asimila á su ser, que funde en un todo compacto la idea y la armonía al fuego inestinguible de la inspiracion que arde en la cabeza del poeta. Así es como la poesía, á la manera de una onda sonora, penetra en lo mas hondo de la imaginacion y de la conciencia, apoderándose al mismo tiempo de los sentidos, despertando suavemente las emociones perezosas que dormitan, haciendo sentir al hombre la unidad de su ser, formando en el fondo del alma un acorde sublime, y dominando con su canto las emociones disonantes del corazon humano.
Suprimid la poesía, y las relaciones del hombre con la naturaleza quedan interrumpidas, mientras que nuestras facultades, funcionando aisladamente como en sueños, jamás producirán ese acorde sublime que es el resultado de la imágen, del sonido, del movimiento y de la abstraccion; que son las cuatro grandes manifestaciones de la vida, los cuatro principios constitutivos de las bellas artes, los cuatro elementos de cuya combinacion se forman todos los productos intelectuales, y que la poesía es la única que condensa y reduce á una sola fórmula.
La poesía es el puente misterioso que une al hombre físico con el hombre moral, y que pone en contacto todas sus facultades; por eso decia Schiller:—«Para filosofar, basta la mitad del hombre mientras que la otra mitad puede descansar: pero las musas lo absorben todo.» Para ser poeta, se necesita sentir y pensar á un mismo tiempo, y poner en ejercicio el poder de abstraccion á la vez que la imaginacion, porque lo que no conmueve y convence, no merece el nombre de poesía. Las ciencias y las artes no tienen alas para volar mas allá de las fronteras del mundo material, ni ojos para objetos que se hallen fuera del alcance del telescopio. La poesía ademas de tener alas y de tener ojos para recorrer el universo y contemplar en él cuanto hay de grande y de bello, puede lanzarse á los espacios infinitos de la creacion, penetrar en los dominios del mundo inmaterial, poner al hombre en relacion con Dios, y establecer entre el cielo y la tierra aquella cadena de oro, que segun los antiguos, ligaba á la criatura con su Criador.
Esto es la poesía, esto es el arte divino, del cual ha dicho Vd. que solo tiene sacerdotes entre los hombres incapaces de accion, esto es lo que Vd. ha llamado «monólogo sublime á veces, estéril siempre».
Una república prosáica, tal cual Vd. parece desearla, tendria mucha semejanza con aquella pálida mansion de los héroes de la antigüedad, que el Dante nos describe en su Infierno: imágen debilitada de la vida, en que las sombras vagan sin esperanzas de un bien mejor, llorando la pérdida de una felicidad que nunca conocieron. Sería un cuerpo sin alma; sería la bella estátua de Prometeo sin el fuego sagrado que la dió vida y movimiento. Desheredados de la poesía, ¿qué voz simpática responderia á las armonías secretas del corazon? ¿qué potencia sobrenatural nos elevaria á la contemplacion de lo infinito? ¿qué relámpago iluminaria con sus resplandores pasageros las profundidades de nuestro ser? ¿por qué medio se dirigirian los instintos, una vez quebrado el instrumento usual con que se forma y desarrolla el sentimiento y la inteligencia de lo bello? Preguntas son estas que pondrian en bárbaros aprietos al legislador en teoría de esa soñada república platónica.
No sé por qué me parece encontrar cierta analogía entre su idea y las asociaciones de las abejas, de las hormigas y de los castores. Hé aquí tres repúblicas que realizan el bello ideal de los positivistas, y que llenan todas las condiciones pedidas por Vd.: repúblicas de matemáticos, de ingenieros, de químicos y de industriales, que pasan la vida cavando la tierra, edificando y destilando, «aplicando al trabajo todas las fuerzas físicas sin «malgastar sus fuerzas intelectuales en ornamentaciones inútiles, ni en monólogos sublimes, pero estériles»; y deshojando las flores para arrojar sus perfumes en el gran alambique de la fábrica comunista! Hé aquí su bello ideal: el hombre menos la idea del progreso, menos la aspiracion á lo infinito, menos la condicion de la perfectibilidad; porque, desengáñese, sin la poesía bajo alguna de sus formas, el progreso, la abstraccion y la perfectibilidad son imposibles. Así se vé que los castores, las hormigas y las abejas fabrican sus casas, hacen sus provisiones, trazan sus exágonos y destilan la miel lo mismo hoy que al principio del mundo, lo mismo mañana que hoy, sin dar un paso adelante. ¿Por qué? Porque les falta la poesía que satisface á la aspiracion de lo mejor, de lo ideal, que es el resorte poderoso de la perfectibilidad humana. Su aspiracion prosáica me trae á la memoria en este momento los versos de un poeta español del siglo pasado:
Dura resolucion desesperada
Labrarse un molde en qué vaciar la vida,
Sin que se altere de la estampa nada.
Los espartanos pretendieron tambien estirpar la poesía del corazon, y lograron fabricar un molde artificial para dar una nueva forma á la naturaleza humana, ¿y qué consiguieron? destruir el libre albedrío, arrebatar á la inteligencia el atributo mas bello de la divinidad, despojar á la humanidad de sus amables virtudes, sin estirpar sin embargo esa poesía colectiva, á despecho del mismo pueblo que la rechazaba, que, como lo ha observado Tocqueville, es el signo característico de la poesía democrática. La república de Esparta no es, por otra parte, sino un engendro de la imaginacion poética de Licurgo, que concibió una asociacion en su cabeza, la formuló en un poema que llamó leyes, y fanatizado por su idea, como Saint-Simon y Fourrier en nuestros dias, dió su vida á trueque de ver realizada su teoría, hija mas bien de la fantasía que de la observacion de la naturaleza humana.
Apesar de tantas precauciones, la música y la poesía tenian un culto secreto en el corazon de aquellos austeros ciudadanos, dispuestos á morir por sus santas leyes; y la prueba de esto es, que allí fué donde se añadió una cuerda mas á la lira, lo que le valió un destierro perpétuo al inventor, bajo el pretesto de que tales armonías convidaban al pueblo á la molicie.
La lira se encargó de su venganza.
Años despues, los de Esparta en guerra con los Mesenianos, pidieron auxilio