Pintura creativa: Trazo. Equipo Parramón Paidotribo
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Pintura rápida y expresionista del desnudo femenino
Propuesta creativa 12: Texturas planas, uniformes, lisas...
Experimentar la planimetría con el colage en una escena urbana
Propuesta creativa 13: Gestos líquidos, fluidos, deslizados...
Experimentación con el dripping, las salpicaduras y los goteados a partir del veteado de la madera
Propuesta creativa 14: Texturas reales, matéricas, volumétricas...
Potenciar la materia en el colage volumétrico. Experimentar con material textil
Propuesta creativa 15: Gestos minimalistas, esencialistas, reflexivos...
Una experiencia de pintura zen. Abstracción a partir de una gota de agua
Introducción
No hay arte sin creación, por eso la creatividad es un ingrediente indispensable en la pintura que todo pintor debe desarrollar. La creatividad implica riesgo y valentía; creatividad es lanzarse a la aventura, persiguiendo la singularidad y la innovación, buscando la respuesta personal. Pero de nada sirve lanzarse al mar si no sabemos nadar, la experiencia durará muy poco. Aprender a pintar es aprender a moverse en el medio de la pintura: el lenguaje visual, como aprender a nadar es aprender a moverse en el agua. Este libro nos lanza al agua pero provistos de ayuda, ya que por un lado impulsa el desarrollo de la creatividad y por otro se adentra en el conocimiento del medio: el lenguaje pictórico.
El lenguaje verbal dispone de un alfabeto y una sintaxis; las palabras y los silencios cobran sentido en cada frase y cada frase en la globalidad del texto. En un cuadro sucede igual: el lenguaje pictórico está compuesto de elementos que adquieren sentido en una composición, como en el lenguaje verbal. El alfabeto de la pintura lo forman el color, la forma, el espacio y el trazo. Los tres primeros elementos (color, forma y espacio) están muy relacionados con la imagen y el último (trazo) con la física del cuadro. Si lo comparamos de nuevo con el lenguaje verbal, el color, la forma y el espacio serían las palabras, las pausas, las expresiones o frases, y el trazo sería el tono de voz, la velocidad y la carga emocional de quien habla.
Sería absurdo pretender estudiar cada uno de estos cuatro elementos aislándolo completamente de los otros, ya que los cuatro se interrelacionan como lo hacen las palabras, los silencios y la entonación en un discurso. Sin embargo, sí es posible centrar la atención en cada uno de ellos, para conocer en profundidad cómo funciona el lenguaje visual y dar una respuesta creativa empleando ese lenguaje. En el presente libro centramos nuestra atención en el trazo. Tras una introducción que explica la teoría relacionada con el trazo en la pintura, se plantean quince propuestas creativas agrupadas temáticamente por géneros pictóricos, para que el lector experimente de manera creativa con el trazo, buscando su lenguaje personal.
Gemma Guasch y Josep Asunción
Gemma Guasch y Josep Asunción son dos artistas visuales que compaginan la creación artística con la docencia de la pintura. Ambos son licenciados en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona, y cada uno de ellos ha realizado numerosas exposiciones en España, Italia y Alemania. Desde 1995 trabajan en proyectos comunes con el nombre de CREART, una asociación cultural que experimenta en las creaciones artísticas colectivas. Su larga experiencia como profesores en la Escuela de Artes y Oficios de la Diputación de Barcelona al frente de las aulas de pintura, avala cada una de las propuestas de este libro.
«Se pinta con el cerebro y no con las manos.»
Miguel ángel, carta a Monseñor Aliotti, 1542
El trazo en el lenguaje pictórico
“Para nosotros, el gesto ya no será un momento fijado del dinamismo universal; será decididamente la sensación dinámica eternizada como tal.”
Manifiesto técnico de la pintura futurista, 1910.
Trazo y percepción visual
Durante muchos años, en Occidente, se ha disimulado la factura del cuadro anulando la huella personal del artista. Los orientales, en cambio, han valorado esa huella como la expresión propia del hombre y la han dominado para transmitir sus sensaciones: miedo, debilidad, energía, seguridad, etc. Éstos son los contenidos que se perciben a través de la factura, popularmente denominada trazo. Cuando hablamos de factura, o trazo, nos referimos no tanto a “qué” contiene esa imagen (colores que intervienen, composición, formas...) sino a “cómo” se ha construido físicamente, con qué materiales, aplicadores e intención se ha realizado cada gesto o textura.
La principal característica de la percepción visual del trazo es que nos conduce a un segundo nivel perceptivo: el táctil, pasando de lo óptico a lo háptico. Aunque en muchas pinturas la imagen deja en segundo plano a la materia, en otras el artista parece dirigirse directamente al tacto, atrapando al espectador por los materiales empleados, invitándole incluso a tocarlos.
En este nivel, el impacto psíquico es superior al visual, ya que el tacto es el sentido más primario del ser humano, vinculado a las experiencias perceptivas más infantiles. Como bien observa Tapies en su ensayo Realidad como arte: “Recuerdo haber pensado -y realizado- obras en las que quería aludir la presencia, por ejemplo, de un reptil y lo hice sin dibujarlo y dando sólo a la textura una superficie de aspecto escamoso”.
“Un dibujo a pluma de Rembrandt, mirado de arriba abajo, se podría confundir fácilmente con un pedazo de caligrafía totalmente abstracta... se puede ver en los dibujos de Rembrandt el placer que conseguía éste sólo con utilizar una pluma y una tinta. Podía dar a una cabeza y una mano un sentido y una expresión intensa, pero si tapamos la cabeza y la mano, las otras partes del dibujo nos pueden parecer fiorituras caligráficas. Así, en los ‘ejercicios a la pluma’ yo encontraba el placer expresivo de la utilización libre de la pluma y la tinta. Los dibujos empezaron de esa manera y algunos se convirtieron más tarde en figuras,