La práctica integral de vida. Ken Wilber
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Esto suele presentarse en forma de una comprensión y un cambio energético. Phil puede llegar a una comprensión más profunda y reintegrar su necesidad de seguridad y sentirse así más libre para tomar nuevas decisiones. Entonces puede sentir un nuevo tipo de compasión y empatía por Joe y darse cuenta, por ejemplo, de que su idealización del padre aventurero que perdió cuando sólo tenía doce años ha acabado ensombreciendo facetas muy importantes de su mundo interno. E incluso puede llegar a asumir nuevas formas de enfrentarse a estos retos de su vida; por ejemplo, puede darse cuenta de que puede disfrutar agradecido de la compañía de Joe y de su familia durante un día y medio y permanecer, el resto del tiempo, en un hotel para no caer, de ese modo, en la sobredosis. Todas esas posibilidades pueden acabar relajando su desproporcionada reactividad interior.
Ejemplo 2: Kathy entrega su poder a Bill
3. Enfréntese a ello
Conocí a Bill a través de un servicio de citas online en el que especifiqué que buscaba a un hombre muy inteligente. En el mismo momento en que leí su biografía, me sentí inmediatamente atraída por él. ¡Era un profesor de la University of Chicago con un par de doctorados, uno en física teórica y el otro en filosofía!
En la primera cita me quedé embobada de todas y cada una de sus palabras, completamente enamorada de su conocimiento y de su comprensión. Y, cuanto más hablaba de agujeros negros y de teoría M, de Kant y de Kierkegaard, más atraída me sentía.
Llevamos viéndonos unos tres meses y estoy empezando a advertir algo que realmente me preocupa. Y es que, cuando estoy con él, es como si perdiese mi voz. Él se da perfecta cuenta, pero yo ignoro el modo en que podría contribuir positivamente a la conversación. Me parece tan brillante que no creo que pueda aprender nada de mí.
Me gusta estar con él, porque es una persona muy inteligente, pero dudo que mi conversación le aporte algo.
2. Hable con ello
—¿Te gusta estar conmigo?
—¡Por supuesto que sí! ¿Crees que, de otro modo, nos habríamos visto tanto los últimos meses?
—¿Pero no te aburren nuestras conversaciones? No creo que pueda enseñarte nada.
—Muy al contrario, Kathy. Me pareces una mujer muy inteligente. Son muchas las cosas que me has enseñado sobre empezar un negocio desde abajo. Una empresa tan exitosa como la tuya no depende exclusivamente de la suerte. Yo nunca he hecho nada así y son muchas las cosas que, al respecto, he aprendido de ti.
—¡El hecho de que me haya pasado la mitad de la vida estudiando no significa que lo sepa todo! Te invito a que me pongas en cuestión y a que me muestres tu desacuerdo. Valoro mucho el pensamiento independiente y las perspectivas singulares y me gustaría saber lo que, en ese sentido, tienes que decirme… ¡especialmente en el caso de que tu opinión difiera de la mía!
1. Conviértase en ello
Kathy se convierte en Bill y dice:
—Soy una persona inteligente y mis comentarios pueden ser muy interesantes.
Reapropiarse de la sombra
En algún momento de su pasado, Kathy llegó a la conclusión de que no estaba bien mostrarse inteligente con los hombres. Así fue como acabó enajenándose de su capacidad intelectual. Y, en este caso concreto, había acabado proyectando sobre Bill la cualidad positiva de la inteligencia. La intensa atracción que Kathy sentía por Bill era un “abrazo de su propia sombra”. Y su infatuación no sólo tenía que ver con Bill, sino con su propia inteligencia enajenada. Fue así como, gracias al proceso 3-2-1, Kathy acabó reapro-piándose de su propia inteligencia.
Esta reintegración le llevó a reevaluar su autoimagen y, para ello, empezó a escribir activamente un diario. Y, en la medida en que asumió estas comprensiones, fue sintiéndose cada vez más arraigada y menos dispuesta a renunciar a su poder y entregarlo los demás. Fue así como, después de distanciarse provisionalmente un tiempo de Bill, decidió continuar con la relación. Pero entonces ya no siguió idealizando su inteligencia como un intento de llenar su propio vacío. Aprendió a respetarse a sí misma y, sobre esta base, pudo darse cuenta del egoísmo y de las debilidades de él y considerarla como a un igual, como un ser humano multidimensional.
Ejemplo 3: Tony medita con un monstruo
Poco después de su divorcio, Tony empezó a sufrir terribles pesadillas que se repetían varias veces por semana. En ellas aparecía un monstruo grotesco de dientes afilados y piel fría y húmeda que le perseguía por diferentes parajes oníricos. Era un monstruo cruel que le odiaba y quería matarle y, cuando estaba a punto de cogerle, Tony despertaba temblando en medio de la oscuridad, con el cuerpo empapado en sudor.
Cuando Tony, antiguo meditador, le contó el sueño a su maestro, éste le aconsejó meditar en el miedo asociado al monstruo. Durante los siguientes meses, Tony siguió las instrucciones de su maestro, observando el miedo, sintiéndolo y relajándose en él para poder soltarse y “liberarse”. La idea era que, en el momento en que permitiera que su mente se relajase y se permitiese simplemente “ser”, la energía atrapada en sus emociones reprimidas podría liberarse y encauzarse más adecuadamente.
No obstante, después de cuatro meses de diligente práctica, las pesadillas seguían ahí de un modo, en ocasiones, todavía más intenso y Tony seguía aterrado por un monstruo que, en su opinión, quería matarle.
Entonces fue cuando decidió emprender, además de su práctica regular, el proceso 3-2-1. Veamos un ejemplo de una de aquellas sesiones.
3. Enfréntese a ello
Es como si estuviese dentro de un ordenador. Me siento envuelto por todo tipo de artilugios y luces destellantes. Me encuentro en un entorno extraño, árido y artificial. Me siento como si fuese una presa indefensa de algo que me acecha y me persigue. Miro por encima del hombro y atisbo la sombra de una figura alta y amenazadora. Sé que ese monstruo me odia y quiere matarme. El miedo tensa toda mi musculatura. Trato de escapar, pero mi torpe intento me lleva a tropezar en ese mundo extraño. Y, a pesar de todos mis esfuerzos, el asesino está cada vez más cerca… más cerca… más cerca… tan cerca que casi me atrapa, hasta que, paralizado de miedo, acabo cerrando los ojos.
2. Hable con ello
—¿Por qué me persigues?
—Porque te odio y quiero matarte.
—¿Y por qué me odias y quieres matarme?
—Porque estoy muy enfadado contigo.
—¿Y por qué estás tan enfadado conmigo?
—¡Porque eres odioso y despreciable, y mereces morir!
—¿Y